Escribe Carlos Villarroel
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El nosocomio regional de Bahía Blanca representa el centro de asistencia médica de mayor envergadura para la ciudad y la región. No sólo porque allí se atienden pacientes de la zona y todo el sur del país, sino porque la asistencia que brinda es de gran complejidad. Si bien, en las últimas décadas los distintos gobiernos han llevado una política criminal de desguace, es evidente que los últimos dos fenómenos meteorológicos le han propinado la estocada final al Penna. Las pérdidas se enumeran de a miles, pero se destacan insumos, aparatología, infraestructura y recursos humanos (los salarios de pobreza son el incentivo principal de este último).
En el temporal del 7 de Marzo varias áreas claves del nosocomio se inundaron: todo el subsuelo, entre ellas, cirugía de urgencia y maternidad. Las imágenes que se viralizaron mostraron cómo el personal de turno se las “arregló” para reubicar a los recién nacidos y sus madres en algún lugar del hospital que no estaba afectado por el agua. Luego, como el servicio quedó interrumpido en el Penna, se convocó a los trabajadores a desarrollar sus tareas en otro nosocomio de la ciudad. Paralelamente, trabajaron incansablemente en el hospital para ejecutar tareas de reconstrucción, limpieza, pintura, etc. Es decir, que lo que se hizo para intentar recuperar operatividad del nosocomio fue obra del personal de salud.
En la última semana, la crisis del hospital ganó espacio entre las principales portadas de los medios locales. Ocurre que un grupo de profesionales de obstetricia, de forma autoconvocada denunció que no están dadas las condiciones para desarrollar seriamente la asistencia, publicando imágenes del estado actual del hospital y hablando en medios locales: “faltan puertas, hay sólo cuatro sillas para todo el equipo, no tenemos taquillas para nuestras pertenencias ni espacio adecuado para los medicamentos, que terminan sobre la mesa donde comemos. Neonatología no está funcionando y la sala de guardia comparte espacio con internación, lo que pone en riesgo la privacidad de las pacientes”, sentenció una obstetra en los medios, a su vez que destacó que nunca pararon la atención en maternidad y que prácticamente no tienen comunicación con la dirección del Hospital.
La respuesta del director ejecutivo del hospital, Jorge Moyano, quien está en ese cargo desde 2022 en reemplazo de Pelufo (gestión pandemia), representa un acto de cobardía y pone de manifiesto su caducidad en el cargo. Salió en los medios a atacar al personal de salud. Cobardemente dijo que las imágenes publicadas eran viejas. En las últimas horas tomó público conocimiento el memorando interno que lleva la firma de Moyano, mediante el cual se prohíbe que el personal del nosocomio haga difusión de forma pública del estado actual del hospital. Se enfatiza en las consecuencias legales y disciplinares para aquellos que lleven adelante dicho accionar. El concejal Adrián Jouglard (Juntos) denunció públicamente a Moyano, representante del gobierno provincial, por censura y amedrentamiento laboral.
El conjunto de la sociedad bahiense debe apuntalar el reclamo de los trabajadores del hospital Penna. Atacar el problema de raíz implica llevar a fondo una pelea por salario y obras urgentes de reconstrucción del nosocomio. Ningún representante de los partidos patronales va a atender las reivindicaciones de los trabajadores frente a semejante golpe que representa la destrucción del Penna. La base de todo está en deliberar abiertamente, con asambleas populares y movilizaciones al corazón político de la ciudad, máximo responsable de los daños y muertes ocasionados por el temporal.
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