La marcha de la UBA y el horizonte de la lucha universitaria

Escribe Mariana Aguirre

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El jueves 22 se desarrolló una nutrida marcha de la UBA desde Plaza Houssay hacia el Palacio Pizzurno, donde se encuentra la Secretaría de Educación. La misma fue convocada por el Consejo Superior y la burocracia de los sindicatos docentes y no docente y de la federación estudiantil de la UBA, para reclamar por el presupuesto, los salarios, las becas y una nueva ley de financiamiento. Una vez lanzada la convocatoria, también se sumaron con planteos propios la AGD-UBA y algunos centros de estudiantes.

La mayoría de los participantes fueron trabajadores no docentes, que se movilizaron con una destacada y activa presencia de las bases. La participación docente fue bastante menor, aunque la columna de AGD fue importante. La presencia estudiantil fue minoritaria.

La marcha recorrió un breve trayecto, avanzando por calle Paraguay, para evitar cortar las avenidas Córdoba y Callao, como solía hacerse en movilizaciones previas al mismo destino. La concentración se disolvió poco tiempo después de llegar a Pizzurno.

De conjunto, la marcha fue pensada por sus organizadores, no como un factor de impulso de la lucha universitaria, sino como una acción para descomprimir y para disolverla. No se movilizó al centro del poder político, se buscó respetar el protocolo de Bullrich y, sobre todo, se apuntó a mantener el conflicto bajo la órbita de los rectores y de la frustrante estrategia parlamentaria de una nueva ley de financiamiento.

En las vísperas de la movilización, hubo una reunión del Frente Sindical junto con el CIN (Consejo Interuniversitario Nacional) y la conducción de la FUA, donde se reafirmó esa orientación de parálisis y desmoralización. Resolvieron una concentración frente al Congreso el 28/5 para presentar el proyecto de ley elaborado “por ese colectivo”. Y un vago llamado a realizar "movilizaciones nacional y regionales" ¡en la semana de 23 de junio!, cuando el cuatrimestre estará terminando en todas las universidades. Es decir, una línea de boicot al desarrollo de un plan de lucha universitario y una tercera marcha nacional.

A la luz de este derrotero, queda clara la necesidad de impulsar la organización independiente de docentes, estudiantes, no docentes e investigadores. La posibilidad de un nuevo proceso de lucha universitario no vendrá de la mano de los rectores y las burocracias que contribuyen a la pasividad, permitiendo que avance la política destructiva del gobierno contra la universidad y el sistema científico. Tenemos que apostar a la organización desde las bases, por el camino de las asambleas, las autoconvocatorias, las medidas de acción directa y por una nueva marcha nacional a Plaza de Mayo y a los centros del poder político de todo el país.

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