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El Global 2000 del Center for World University Rankings (CWUR) ha señalado en su último informe que siete de las ocho universidades argentinas que ingresaban en el ranking han descendido en sus calificaciones precisamente por su reducción en sus producciones en investigación (lo cual pondera un 40% en la formación del ranking) y empleabilidad (pondera un 25%). La UBA descendió 19 puestos, la UNLP descendió 20, la de Rosario cayó 49 puestos, la del Litoral 18 puestos, la de Cuyo 46 puestos abajo, la de Mar del Plata cayó 78 puestos, la Universidad del Sur ni siquiera entró en el ranking esta vez. Este proceso se viene desarrollando y acentuando año tras año.
El mismo ranking marca una tendencia creciente de China y el desplazamiento de Estados Unidos. Por ejemplo, para el 2020 en el top 2000 había representadas 357 universidades por EE.UU. y 267 por China; en el análisis de 2025 EE.UU. tiene 319 universidades y China 346. (1)
Este cambio tiene su raíz en la guerra que Trump le ha declarado a las universidades y a la ciencia en general. Ha cortado 400 becas de la Fundación Nacional de Ciencia (NSF) y está presionando al Congreso para recortar a la mitad el financiamiento que esta fundación recibe del presupuesto nacional. Por otro lado, ha congelado los presupuestos de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), los Centros de Control y Prevención de Enfermedades y la NASA. El magnate y su administración han eliminado un conjunto de datos públicos como la calidad del aire, la intensidad de terremotos y el fondo marino, mientras busca reabrir líneas de investigación arcaicas -ya refutadas- sobre el vínculo entre vacunas y el autismo, retomando su agenda antivacunas que lo caracterizó en la pandemia (2).
El 30 de mayo más de 50 asociaciones científicas llevaron al Congreso de EE.UU. una declaración advirtiendo sobre el impacto que el recorte en el financiamiento en el NSF podrá tener en el rol preponderante que tiene el país en materia de Ciencia y Tecnología (3). Dentro del ámbito académico se habla de una guerra contra la ciencia y está ocasionando una fuga de cerebros en el principal país de producción científica mundial. Según la revista Nature, comparando los primeros trimestres de 2024 y 2025, las solicitudes para aplicar en otros países han aumentado un 32%; las solicitudes para mudarse a Estados Unidos a investigar han disminuido un 25%; la búsqueda de becas de doctorados en EE.UU. ha disminuido 40% en el sitio web FindAPhD y alcanza una reducción del 50% para estudiantes europeos. La misma revista ha realizado una encuesta en la que el 75% de los investigadores confirmó estar considerando irse del país. Y es que el ataque que Trump quiere hacer pasar por el Congreso podría acabar con 80 mil puestos laborales en ciencia y tecnología.
Por otro lado, la emigración, una importante fuente de científicos en EE.UU. (uno de cada tres premios Nobel del país proviene de investigadores extranjeros), ya no está siendo contemplada entre los profesionales debido a la fuerte persecución que están sufriendo en universidades estudiantes y graduados con detenciones, no renovaciones de visas y expulsiones. El caso de Kseniia Petrova es ejemplificador: la investigadora que al volver de una conferencia en Francia fue detenida en Luisiana donde lleva más de tres meses en un calabozo sin ningún tipo de condena ni juicio. (4)
China, por su parte, está apostando a repatriar investigadores. Ha conseguido aumentar entre 2022 y 2025 la emigración de doctores no nativos en áreas estratégicas como IA en un 8% como también de investigadores en general en un 20% desde los EE.UU. Xi Jinping ha declarado en la reunión anual legislativa que pretende vencer la guerra comercial convirtiendo el país en una superpotencia tecnológica y científica. El gigante asiático maneja un presupuesto anual estatal de 172.000 millones de dólares, lo que de concretarse el recorte que pretende Trump podría dejar a China como el país que mas dinero destina a ciencia (5).
Canadá y la Unión Europea se han lanzado en las últimas semanas a una rapiña de estos científicos huérfanos del sistema yankee con programas de financiamientos que en lo discursivo enaltecen la libertad de expresión y lo woke de la agenda europea pero que apenas alcanzan unos cientos de millones de dólares frente al recorte de 40 mil millones que pretende Trump.
La crisis de la ciencia, ni remotamente termina ahí: en Rusia más de 8000 científicos han pedido asilo político en otros países ya que el Kremlin los persigue por haberse posicionado contra la guerra en Ucrania. La Sociedad de Microbiología Británica ha suspendido la publicación en cualquiera de sus cinco revistas los artículos que vengan de proyectos que tengan financiamiento del gobierno ruso, un caso que no sucedió nunca ni durante la Guerra Fría (6). Del otro lado, los científicos ucranianos han abandonado en masa el país, más de 20 mil se han ido, y de los que han quedado el 15% ha abandonado la ciencia. Un 7% de la comunidad científica se encuentra desaparecida y 10 han muerto en bombardeos a sus lugares de trabajo. Se contabilizan en más de 100 las instituciones destruidas y dañadas (7).
Según la revista Science, en Gaza la ciencia ha sido reducida a cenizas. Las dos instituciones que existían, la Universidad Islámica de Gaza y la Universidad Al-Azhar, han sido destruidas. A siete meses de la invasión israelí se contabilizaban más de 100 profesores asesinados. El 17 de octubre de 2023, 10 días después del ataque de Hamas, un ataque aéreo dirigido destrozó el Instituto de Ciencias Médicas Al-Rimal. En Gaza no queda ciencia, sus antiguos trabajadores luchan por conseguir comida y no morir por los bombardeos contra la población civil (8). Del otro lado, el Estado genocida de Israel que encabeza el ranking de inversión en ciencia y tecnología con respecto al porcentaje del PBI se encuentra en una crisis debido al boicot que científicos e instituciones, sobre todo europeas, están realizando contra el sionismo, limitando el acceso a conferencias y a trabajos en colaboración internacional, los cuales representan poco más del 30% de la producción científica del Estado sionista (9).
El escenario que acá se vuelca busca ilustrar que no se reduce sólo a Argentina y a las políticas de un presidente el ataque a la ciencia, si no que forman parte de un programa mundial en la que la crisis del capital está engendrando una nueva guerra por el reparto del mercado global. En ese camino, prepara sus presupuestos con el único fin de nutrir esa guerra. Por un lado, recortando todos los gastos opuestos a esos intereses y por otro mucho más siniestros, generando las condiciones culturales, intelectuales que permitan el desarrollo de la guerra, por ejemplo, persiguiendo a científicos, profesores y estudiantes.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la ciencia avanzó en dirección al desarrollo de la balística y el asesinato en masa, a la vez fue la pata que desarrolló las teorías racistas que permitían asimilar por ejemplo el antisemitismo, el racismo en general y el Holocausto en particular.
Notas
(2) https://www.nytimes.com/2025/04/25/briefing/trump-vs-science.html
(7) https://www.levante-emv.com/tendencias21/2023/12/13/guerra-devastado-ciencia-ucrania-95773621.html
(8) https://www.levante-emv.com/tendencias21/2023/10/29/guerra-israel-hamas-envia-ondas-93720511.html
CONICET: una colateral de La Libertad Avanza plantea una reestructuración privatista para liquidar el sistema científico público Por Sergio Yeti, 30/05/2025.