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El día martes 3 de junio, cuando se cumplían 10 años de la enorme movilización del Ni Una Menos, un agente de la policía, Gabriel Fernando Danielo, asesinó a Marcela Fabiana Heredia, pareja de su ex.
El lesbicidio se produjo dentro de un gimnasio del distrito del cuál la expareja de Danielo, Anabella Florentín, es dueña.
El agente, quien tenía una perimetral e incluso su expareja había accedido a un botón antipánico en búsqueda de protección, llegó al gimnasio exigiendo hablar con ella. Ante la negativa, disparó contra Heredia hasta matarla. Luego el oficial se atrincheró en el lugar y se suicidó en la madrugada del miércoles.
De nuevo un hecho de violencia contra las mujeres trabajadoras y las disidencias en el distrito. A 10 años del Ni Una Menos las formas de organización social y las condiciones en las que viven las trabajadoras siguen siendo un caldo de cultivo para los femicidios y los crímenes de odio.
Bajo el gobierno liberticida, con la complicidad del resto de los partidos del régimen, no existe la posibilidad de que el Estado dé políticas y herramientas para defender a las miles y miles de mujeres que están sufriendo violencias; ni bajo el gobierno municipal ‘Nac & Pop’ de Moreno. Los botones antipánico, las perimetrales, etc., son medidas “testimoniales”. El “crimen de odio” se nutre de la crisis social que destruye la vida cotidiana y el horizonte existencial de hombres y mujeres.
Las mujeres trabajadoras debemos organizarnos -barrial, distrital y nacionalmente- para debatir estos problemas y para darnos una organización adecuada, que permita impulsar un plan de lucha contra esta barbarie social y estatal.