Gatillan contra el salario

Escribe Iván Knopoff

Tiempo de lectura: 2 minutos

Alberto Fernández y Axel Kiciloff coincidieron en plantear el final de la cláusula gatillo. Con eufemismos, el flamante gobierno ha colocado al salario como principal variable de ajuste.

Un estudio -realizado en febrero de 2019 por el centro CEPA- muestra que, si tomamos el poder adquisitivo de los docentes bonaerenses en septiembre de 2015 como índice 100, en diciembre del mismo año baja a 95; un año después, enero 2017, a 85 y al año siguiente a 80. Durante el 2019 el “acuerdo” paritario no sólo consagró esta pérdida salarial acumulada, sino que la profundizó aún más con una ´cláusula gatillo´ que no contempla a la totalidad del salario de bolsillo, conformado con diversos ítems. Esto se comprueba también al ver el valor en dólares del salario, que pasa de más de 500 en enero de 2017 a la mitad en octubre del año pasado. Actualmente, la totalidad de los cargos docentes (con excepción de la doble jornada y cargos directivos) se ubican por debajo de la canasta de pobreza, que en diciembre de 2019 fue de 38.960 pesos.

Con una inflación para el 2020 no menor al 40% (y que podría dispararse), no existe ninguna oferta salarial por debajo de ese valor que permita recomposición salarial alguna. Efectivamente, es una verdad de Perogrullo que la cláusula gatillo corre por detrás de la inflación entre dos y cuatro meses, por lo cual además debemos reclamar una cláusula de revisión mensual. Incluso así, la cláusula gatillo opera como un resguardo en un escenario económico explosivo.

La posición correcta debe ser la pelea por una recomposición real del salario, igual a la canasta familiar, y una cláusula gatillo mensual que evite la pérdida de esa recomposición como resultado de la inflación. La burocracia sindical ha pasado de repetir el discurso oficialista a ser vocera directa del gobierno FF.

Cuatro décadas

Si tomamos nuestro salario en perspectiva histórica, en el año 2016 un docente ganaba apenas por encima de la mitad del salario previo a la última dictadura, y eso sin considerar que durante el macrismo hubo una rebaja sustancial de ese valor.

El mito de la recuperación de las condiciones de vida del kirchnerismo es un invento. Lo que vale para el salario vale para el conjunto de la vida escolar: la situación educativa que dejó el kirchnerismo en 2015 presentaba una provincia con escuelas en riesgo edilicio total, un 40% del estudiantado abandonando los estudios y salarios, como ya señalamos, por debajo de un valor próximo al costo de vida. Dado que Vidal subejecutó el presupuesto de educación, ni macristas ni kirchneristas encararon el problema de la educación por fuera de la mera discusión electoral.

La canasta familiar

La canasta familiar debe ser el punto de partida de cualquier reclamo salarial. La quiebra del Estado no es otra cosa que una manifestación aguda de la quiebra del sistema capitalista y no puede ser “saldada” con un agravamiento de las condiciones de vida de los trabajadores.

El punto de partida de cualquier debate salarial debe ser un salario igual a la canasta familiar, hoy por encima los 70.000 pesos calculados en diciembre.

Reclamamos una verdadera recomposición salarial, la continuidad de la cláusula gatillo, de carácter mensual y con cláusula de previsión, para evitar que se licue el aumento mediante la inflación. Para esto, planteamos asambleas por escuela/ distrito y un Plenario Provincial de Delegados con mandato para defender nuestro salario y condiciones de vida.

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