La crisis que sacude a Tigre

Escribe Fabián Pacheco

Cierre de listas en medio de denuncias y aprietes, en el pago chico de Massa.

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El cierre de listas de Unión por la Patria desencadenó una anunciada guerra entre Malena Galmarini -titular de Aysa y esposa de Sergio Massa- y el actual intendente Julio Zamora, a raíz de la impugnación de su candidatura. Zamora se presentó en la lista de UP y, simultáneamente, en dos listas espejo para competir en las PASO, una con un sello municipal propio y otra con el sello de Acción Vecinal (el partido de Ricardo Ubieto). Una maniobra que ya intentó en 2019 en una disputa similar con el massismo, pero en aquella ocasión Galmarini aceptó otro lugar en la lista y bajó su candidatura. El objetivo de Zamora era evitar quedar fuera de la competencia, en caso de que la junta electoral de Unión por la Patria (UxP) impugnara su lista, a sabiendas de que había una decisión del massismo de ir por la intendencia con la candidatura de Galmarini.

La impugnación de la lista del jefe comunal estuvo en discusión hasta último momento. El pico de tensión se dio hace una semana, a partir de la renuncia de cuatro funcionarios del gobierno municipal: el secretario de Hacienda, el secretario de Protección Ciudadana, el subsecretario de Redes Urbanas y nada menos que el Secretario de Gobierno y hermano del jefe comunal, Mario Alberto Zamora, a los cuales, según denuncia pública del propio intendente, se los amenazó con carpetazos. Zamora incluso llegó a denunciar en medios nacionales amenazas de muerte contra él y su familia y pidió la proteccion del presidente Alberto Fernández. Sin embargo, evitó hacer una presentación ante la justicia, a pesar de tratarse de un hecho de una gravedad institucional relevante; en definitiva, su intención no era ir a fondo contra Massa, denunciado como el autor intelectual, sino que apostó a resolver el enfrentamiento apelando a la rosca partidaria.

El enfrentamiento tigrense es un correlato de la crisis política de los partidos patronales, que concluyó con un arreglo de último minuto en el oficialismo, procurado por la liga de gobernadores por cuenta y orden de Washington. El intento de impugnar la lista de Zamora por parte de Sergio Massa, obligándolo a ir por afuera de UP aun a riesgo de restarle votos a su candidatura presidencial, expone que la disputa por el Gobierno Municipal de Tigre no es un tema menor de la elección. Los motivos de este enfrentamiento de camarillas radican, por un lado, en la necesidad de Massa de mostrar ordenado el pago chico para no aparecer manchado por una derrota en su propio distrito durante las PASO y, por el otro, está en juego el manejo de uno de los distritos más ricos de la zona norte, lugar donde se asientan los más fastuosos negocios inmobiliarios y pesos pesados de la industria como las patronales Volkswagen, Ford y Mondelez (Ex Terrabusi). Este manejo no tiene que ver solo con los recursos de las arcas distritales, sino de quien entabla lazos más profundos con los capitalistas radicados en la zona.

El desenlace de esta crisis aún está por verse: Massa no logró convencer al alcalde tigrense de bajarse ´en pos de un objetivo mayor´. Ungido como candidato del gran capital y con la venia del kirchnerismo, se lanzó de lleno por la intendencia con su esposa como candidata. En el acuerdo logrado con su candidatura presidencial, Massa bajó línea de “no molestar a los intendentes”. Sin embargo, Tigre sería la excepción. Desde la ruptura con Zamora en 2017, Massa ha intentado una y otra vez recuperar el poder político local. Hasta llegó a decir que no recuperar Tigre era incompatible con sus aspiraciones presidenciales.

En las últimas horas, se filtraron audios con denuncias del candidato desplazado de Milei, Martin Uriondaguena, quien denuncia un copamiento de la lista de Libertad Avanza por candidatos puestos por Massa. El candidato presidencial no solo apuntó a copar las listas municipales de Unión por la Patria, sino también las de la oposición; los que impugnaron las listas espejo de Zamora estarían ensayando una maniobra junto a Milei para estafar al electorado, con el fin de restarle votos a Juntos por el Cambio y de paso asegurar concejales ‘extra’ fieles al massismo.

Para los trabajadores, en esta pelea no existe nada que represente sus intereses. Massa y después Zamora han sostenido y agigantado una estructura de precarización laboral en el plantel de municipales, con contratos basura de todos los colores: desde planes sociales y destajistas, hasta la modalidad de monotributo ampliamente extendida en la actualidad. Un municipal puede estar más de una década en condición de precariedad. La connivencia de la burocracia sindical es total. Durante 2019 y parte de 2020 se desenvolvió un conflicto. A partir de ahí, el municipio comenzó a promover el pase a planta a cuentagotas, para descomprimir la presión de los trabajadores. Hoy se volvió a la situación anterior a la pandemia. En otro aspecto, la represión en los barrios populares de la mano del COT es idéntica en ambos casos, con una policía sospechada y ampliamente denunciada por sus vínculos con los narcos, entre otros negociados. De hecho es de público conocimiento que muchos de los propietarios de los barrios más lujosos de Tigre, como Nordelta, son encumbrados narcos. Tampoco tienen parte en esta disputa las miles de familias obreras, que carecen de vivienda propia o viven hacinadas en pequeñas porciones de terrenos en barrios populares que están rodeados por barrios privados, que se expanden sin pausa. Esta disputa ajena a los trabajadores no terminará con la oficialización de la lista del actual intendente; promete nuevos episodios que pueden agudizarse al calor de la crisis política. Política Obrera se esforzará durante su campaña por poner de relieve este contraste y dará una pelea porque haya una voz que represente los intereses de los trabajadores, en oposición a las camarillas de los partidos patronales.

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