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“¿Cuál es el próximo objetivo de Israel después del hospital Al-Shifa de Gaza?”, se pregunta un cronista de Al Jazeera (Zuran Kusovac, 17/11).
Al-Shifa, un ex cuartel general de la época del Mandato británico convertido hace mucho en el principal nosocomio de toda la Franja, era casi el último que quedaba en funcionamiento en el norte de Gaza. La política de “tierra arrasada se ha extendido a Cisjordania, donde “las fuerzas israelíes atacan Jenin y rodean hospitales (…) Cinco personas murieron en un ataque con aviones no tripulados contra el campo de refugiados de Jenin, mientras decenas de tanques israelíes avanzaban hacia la ciudad rodeando varios hospitales” (ídem).
Nicolás Kristof, de The New York Times acaba de escribir: “hemos alcanzado un hito feroz: el 0.5% de la población total de Gaza murió. Para ponerlo en perspectiva, esa cifra es mayor que la proporción de la población norteamericana que murió en la Segunda Guerra Mundial, que duró cuatro años” (La Nación, 17/11). Como lo expresó oficialmente un vocero del ejército sionista, “el énfasis está en causar daño y no en la precisión” (ídem). Esto explica que más de 100 empleados de la ONU, “más que en cualquier otro conflicto desde la fundación del organismo”, han muerto en Gaza (ídem).
Todas las presunciones sionistas acerca de que los hospitales de Gaza eran refugio de altos mandos de Hamas y albergaban túneles debajo se demostraron falsas. Así lo revelaron incluso cronistas norteamericanos que acompañan a las fuerzas de ocupación.
Dice el cronista de Al Jazeera que citamos: “Hamás, el personal del hospital y varias organizaciones internacionales que tuvieron acceso al hospital afirman que no hay instalaciones militares ni soldados en al-Shifa. Han dicho que sólo alberga a médicos exhaustos y enfermeras con exceso de trabajo que atienden a un creciente número de pacientes en condiciones cada vez más difíciles, exacerbadas por cientos de palestinos aterrorizados que escaparon de la destrucción de sus hogares a la relativa seguridad del complejo. Una de las principales afirmaciones de Israel, obviamente destinada a justificar los ataques contra los complejos hospitalarios de Gaza, fue que Hamás había anulado el estatus de protección de las instalaciones médicas, utilizándolas con fines militares, dando así a Israel el derecho de atacar y entrar en hospitales, al mismo tiempo que culpaba a los grupos armados palestinos. El ejército israelí hizo todo lo posible para ´probar´ sus acusaciones, pero los resultados hasta ahora no las respaldan”.
A principios de esta semana, reporteros de una estación de televisión estadounidense integrada en las fuerzas invasoras fueron llevados al Hospital Infantil de al-Rantisi nada menos que por su principal portavoz, el contralmirante Daniel Hagari. Al equipo de noticias se le mostraron algunos Kalashnikovs y una motocicleta, nada menos. “Hagari hizo todo lo posible para convencer a los medios y al mundo de que esas eran pruebas de las acusaciones de su lado. Sus afirmaciones fueron reflejadas en Al Shifa por su subordinado, el teniente coronel Jonathan Conricus, quien presentó como ´evidencia de actividades terroristas´ media docena de rifles de asalto AK sin cargadores, una computadora portátil y, en un momento estilo Monty Python, dos latas de WD40. spray antioxidante. Cualquiera que haya pasado algún tiempo en Oriente Medio o en cualquier guerra sabe que los venerables Kalashnikovs están presentes prácticamente en todas partes. Es normal y legal que los hospitales tengan guardias armados para protegerlos de delincuentes, saqueadores y cualquiera que quiera hacer un mal uso de ellos” (ídem).
El ministro de finanzas de Netanyahu, el colono fascista Smotrich se pronunció abiertamente contra todo canje de rehenes por prisioneros palestinos y por el uso de bombas de azufre y fósforo en gran escala (Middle East Eye, 17/11).
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