Escribe Joaquín Antúnez
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Una seguidilla de turbas antinmigrantes de la extrema derecha, han ganado las calles en varias ciudades de Gran Bretaña durante los últimos días. El epicentro ha sido la ciudad de Belfast, capital de Irlanda del Norte. Bajo la consigna “Enough is enough” (“Ya es suficiente”), sus objetivos han sido hoteles y hostales que albergan a inmigrantes que tramitan su situación legal en la isla. La pretensión de estos grupos era incluso incendiarlos con personal y residentes adentro. Hasta el momento fueron detenidas casi 500 personas, la mayoría de ellas mediante métodos de reconocimiento facial y ciberpatrullaje.
Un joven de 17 años nacido en Gales, hijo de una pareja ruandesa, había asesinado a tres niñas en un ataque con arma blanca ocurrido este lunes en la ciudad de Southport, en el noroeste de Inglaterra. Este hecho fue el pretexto utilizado por activistas de extrema derecha para inundar las redes sociales con fake news sobre el supuesto origen migrante y su adscripción a la religión musulmana del atacante, a pesar de que fue desmentido por los grandes medios y la propia policía. Uno de los principales agitadores de las movilizaciones ha sido Tommy Robinson, un “influencer” de extrema derecha. El derechista Reform UK de Nigel Farage, cuya campaña electoral se caracterizó por atacar a la migración como la causa de todos los problemas sociales en Gran Bretaña, se ha llamado a silencio. Todos los medios internacionales coinciden que la retórica antiinmigrante ha sido un aval a las acciones de grupos fascistizantes en estas, las movilizaciones reaccionarias más grandes del país desde la década del ´30.
Estos intentos de linchamiento han comenzado a recibir contramanifestaciones de parte de activistas antifascistas y antirracistas. Los enfrentamientos callejeros se multiplicaron. En el sur del país, donde la población musulmana es considerable, las movilizaciones antirracistas han sido multitudinarias.
El gobierno laborista, que asumió hace un mes sus funciones, ha enfrentado en las últimas dos semanas una escalada de la violencia social. La oposición no ha pedido oportunidad para atacarlo, acusándolo de blandura frente a delincuentes y vándalos. La ex ministra conservadora del Interior Priti Patel, aprovechó la oportunidad para denunciar al gobierno y señalar que el laborismo en solo un mes ha conducido el país a un caos de violencia en las calles, en dos semanas, luego de 14 años de gobierno conservador.
El laborismo se encuentra empecinado en un “retorno a la normalidad” con métodos policiales. Starmer ha establecido la conformación de una división especial de la policía para enfrentar la violencia callejera, pero con un ojo en la situación social explosiva del país. La pobreza se encuentra en su punto más alto en décadas. Ha sido empujado a la miseria un sector considerable de la pequeña burguesía de las ciudades y el campo. Esto es visto como el caldo de cultivo para un encono con la población migrante, más cuando es repetido hasta el hartazgo por las principales formaciones políticas de la derecha conservadora.
Starmer tiene su propio curriculum represivo. Bajo el gobierno de David Cameron, cuando una rebelión popular originada en el barrio londinense de Tottenham (2011) se levantó contra el asesinato de un joven negro a manos de la policía, Starmer era entonces fiscal general, quien se ocupó de que los cientos de detenidos en las protestas fueran llevados a juzgados y en tiempo record recibieran penas excesivas por el simple hecho de manifestarse contra el racismo de la policía británica. Esta cuestión ha vuelto a surgir en las actuales circunstancias: los informes policiales definen que los manifestantes de derecha “defienden los valores británicos”.
Elon Musk ha replicado a un comentario en su perfil de X señalando que “la guerra civil es inevitable”. Las recientes y precipitadas elecciones generales fueron una tentativa para evitar una crisis de poder ante la enorme crisis humanitaria que atraviesa la isla, bajo la presión de la guerra imperialista.
Las movilizaciones y huelgas de los trabajadores británicos, en ascenso desde hace ya años, comienzan a confrontar con las acciones y movilizaciones de grupos de choque claramente fascistas. El desarrollo de la crisis británica se ha colado en el corazón de la crisis europea –a pesar de su divorcio administrativo, el Brexit.