Escribe Diego Carrazán
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El pasado 29 de mayo, 64 obreros del ingenio Bella Vista fueron anoticiados de su despido. La medida se produjo luego que Salta Refresco, propiedad de ARCA Continental (subsidiara de Coca Cola-México, que ya es dueña del ingenio Famaillá), anunciara días antes la adquisición de una parte del ingenio Bella Vista. Por U$S 30 millones, Coca Cola se quedó con el sector industrial azucarero del ingenio -instalaciones, maquinarias- donde se desempeñan 600 empleados, entre obreros y administrativos.
Esta operación empresaria había sido saludada por la intendenta de Bella Vista, Paula Quiles (exradical y actual aliada de Milei), como “una garantía de continuidad del ingenio y de creación de empleo y desarrollo sustentable”. Al producirse los despidos, la intendenta ahora perteneciente al espacio liberticida, despareció de la escena.
Los que la ocuparon, en cambio, fueron los obreros despedidos, quienes, junto a sus familiares y la solidaridad de los vecinos, por medio de piquetes y cortes en la puerta de la fábrica, durante 7 días, paralizaron cualquier actividad fabril y lograron imponer las reincorporaciones.
La fuerza de la lucha autoconvocada de los obreros obligó tardíamente a que la dirigencia del sindicato azucarero hiciera su aparición, pero sólo para llevar el estado de conflicto a la dirigencia de la FOTIA, la que a su vez llevó el tema al gobernador Jaldo.
En ese contexto, y frente a la posibilidad de que el conflicto deviniera en una pueblada, por el impacto que había provocado en la ciudad, se abrieron negociaciones por medio de las cuales se acordó la reincorporación de los 64 trabajadores, 47 de los cuales van a devolver las indemnizaciones y 17 decidieron aceptar desvincularse.
Frente al resultado del conflicto, la burocracia realizó una ceremonia en puerta de la fábrica con la presencia de los despedidos y el resto de los obreros, buscando blanquear su conducta antiobrera, pues cuando se produjeron los despidos no movieron un dedo. Recién cuando tomaron nota de la firmeza de los despedidos en el bloqueo del ingenio, fueron a buscar socorro a la FOTIA y al gobierno. En ningún momento convocaron a asamblea al resto de los obreros de la fábrica para adoptar una medida de conjunto, ni la propia FOTIA tampoco convocó a ningún plenario de delegados para resolver medidas de conjunto por las reincorporaciones. En cambio, tanto la dirigencia del sindicato de Bella Vista como la de la FOTIA no ahorraron elogios a Jaldo, colocándolo como el artífice de las reincorporaciones.
Esta dirigencia antiobrera está espantada frente al renacer, después de mucho tiempo, de una lucha firme, contundente, para impedir, en este caso, los despidos. Los intentos de que los obreros levantaran los piquetes para abrir un “diálogo con los despedidos fuera y sin piquete ni corte”, fracasaron. Fue en esas circunstancias que, a meses de las elecciones, Jaldo se vio “obligado” a no perder el control de la situación y llamó a Coca Cola a volver atrás los despidos para que cese la lucha de los obreros y regrese la paz social.
La lucha de los obreros del ingenio Bella Vista se inscribe en la tendencia de lucha obrera crecientes que se desenvuelven en diferentes escenarios del país pasando por encima del chaleco de fuerza que significa el dominio de los sindicatos por parte de las burocracias sindicales.