Escribe Aldana González
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Los bloqueos de ruta que son atribuidos a los seguidores de Evo Morales, inhabilitado constitucionalmente para un tercer mandato de gobierno, en gran parte responden al reclamo contra la carestía y la escasez que reina en Bolivia. Según el viceministro de Régimen Interior, Johnny Aguilera, hay un saldo de fallecidos de dos comuneros, un estudiante y cuatro policías.
El presidente Luis Arce -quien fue ministro de Evo Morales- denuncia, junto con la derecha, que los bloqueos son pura obra de Evo y están vinculados al narcotráfico. Azuzan una movilización popular contra los piquetes. A los bloqueos -que llevan 11 días- también le achacan la culpa por la escasez que los bolivianos sufren desde hace meses. Según el gobierno, los bloqueos dejaron varados decenas de vehículos con alimentos y combustible en seis de las nueve regiones de Bolivia y han provocado pérdidas por más de 100 millones de dólares.
Morales se mantiene en la clandestinidad, custodiado por una guardia personal, debido a que desde enero pasado hay una orden de detención en su contra por estupro -habría tenido un hijo con una menor de 15 años-. A eso se suma la inhabilitación para presentarse por haber sido electo dos veces presidente. Ahora el gobierno le sumó nuevas causas, vinculadas a los bloqueos, acusándolo de un total de ocho delitos, entre ellos “terrorismo y de obstaculización de los procesos electorales”.
Pese a la inhabilitación que decidió el Poder Judicial, Morales hizo un nuevo intento el 19 de mayo pasado inscribiendo su candidatura ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE), pero esa postulación fue rechazada, porque Morales se presentó con un partido que no tiene personería jurídica. Con Evo fuera de los comicios y tras la renuncia del presidente Luis Arce a la reelección, diez candidatos quedaron en carrera para participar de las elecciones.
A estas elecciones el MAS llega fracturado y con riesgo de perder el poder después de 19 años -interrumpidos por el golpe de estado de 2019-2020. La peor crisis económica de los últimos 40 años se manifiesta especialmente en una escasez de combustibles y dólares y una escalada inflacionaria que en mayo llegó al 18,46% interanual.
La catástrofe económica para Bolivia estuvo detonada por el agotamiento de los yacimientos de gas que antes habían lubricado a los dos gobiernos de Evo Morales sin que se hubiera planificado al mismo tiempo una reorientación productiva por fuera del extractivismo. En 2014 Bolivia logró acumular más de 13 mil millones de dólares en reservas internacionales. Pasados diez años, apenas queda el 10% de esa cifra, debido al déficit de la balanza comercial. Gran parte de la fuga de capitales proviene de la repatriación de ganancias por parte de las empresas trans-nacionales. En Bolivia, esta situación ha sido responsable del 47 % del déficit de la cuenta corriente. La escasez de combustible -ocasionada por la falta de dólares en el país- es muy anterior a los bloqueos, los cuales apenas echan nafta a un incendio desbocado desde hace rato y que ya empieza a afectar a los alimentos.
El plan de gobierno es insostenible. Una vez diezmadas las reservas, a Arce solo le quedaría echar mano al endeudamiento externo con todas las condiciones que esto implica y solo para seguir financiando la fuga de capitales y pagar deuda externa. Cuando intentó hacer esto en febrero pasado, tanto los diputados de Evo como los de la derecha le votaron en contra en la Asamblea Legislativa Plurinacional.
A pesar de la derechización del gobierno de Arce -que no despega del 3% de imagen positiva- no se evidencia una diferencia programática entre su candidato, Evo y los demás candidatos provenientes del MAS. Esta implosión del MAS y la falta de perspectivas les deja abonado el terreno a la derecha que se encuentra igualmente atomizada, hace más de 20 años no gana una elección y se mostró como un fracaso cuando tomó el poder por la fuerza en 2019.