Paritaria de la Alimentación: esenciales, pero pobres

Escribe Pablo Busch

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Finalmente, la paritaria del Sindicato de Alimentación para su ramo principal se cerró con un incremento salarial del 6% no remunerativo a partir del mes de agosto y un 0,5% en setiembre. El retroactivo correspondiente a los meses de mayo, junio y julio -la paritaria venció en abril de este año- fue reemplazado con una suma no remunerativa por única vez de $6.000, y el compromiso de volver a juntarse en setiembre.

El rechazo a este acuerdo entre los trabajadores de la alimentación tiende a ser unánime, inclusive entre los que revisten en el oficialismo de la Lista Verde. El activismo debate entre la desafiliación y la organización antiburocrática.

Lo que distingue al rubro de la alimentación del resto de las actividades productivas es que, dada su condición de esencial, continuó produciendo desde el día uno de la cuarentena. También se habilitó la esencialidad a su cadena de proveedores. Esta condición de esencialidad fue cuestionada en varias fábricas -dedicadas a la producción de golosinas- y despertó en otras el reclamo de compensaciones salariales y bonos, en varias de ellas conquistándolos efectivamente.

Por otra parte, el contagio de Covid19 en el gremio se agrava cada día. Hay fábricas que ya superan los 50 casos (Mondelez Pacheco, Felfort), hay un trabajador de la Alijor muerto por el virus, una veintena de casos en fábricas como Lipo, Granja Tres Arroyos-Capitán Sarmiento. Hay casos en casi todas las fábricas del rubro. En la mayoría de ellas no se respeta ni el protocolo sanitario de la OMS, esto con la complicidad abierta del gremio. A pesar de este panorama, el gremio sólo elevó el planteo de una compensación por la esencialidad -y la exposición a la pandemia- recién en la negociación paritaria y terminó bajándose del mismo sin dar explicaciones.

El reclamo inicial del sindicato fue convertir a la paritaria en una negociación trimestral, con la expectativa de discutir salarios post pandemia, solicitando aumentos del 5% para los meses de mayo, junio y julio. El cierre de un aumento del 6% sin retroactivo significó finalmente que, para el primer trimestre, el que estaba en discusión, el incremento total es 0%. El básico inicial alcanzará en agosto alrededor de $43.000 brutos, exactamente el equivalente a la canasta de pobreza fijada por el INDEC para el mes de mayo. Si se contabilizan los descuentos, los trabajadores de todas las categorías caen debajo de esa línea de pobreza a la hora de arrancar la paritaria. Para peor, el acuerdo fue anunciado confusamente como dos cuotas de 6% y 6,5% -en lugar del 6% más el 0,5%, como es efectivamente- lo que confundió hasta a los propios directivos del STIA y profundizó el rechazo entre los trabajadores.

Un aspecto poco conocido de los acuerdos del STIA -y de varios gremios más-, es que tiende a acordar sumas no remunerativas “a fines previsionales”. ¿Qué significa? Que los aportes jubilatorios del aumento de agosto no se realizan, por lo que en vez de ir a la caja jubilatoria quedan en manos del trabajador. Se trata de una medida ilegal, que profundiza el vaciamiento del ANSES y que busca oponer a los trabajadores en actividad a los trabajadores jubilados. El objetivo es disimular un poco el carácter miserable con la confiscación a los pasivos. En el fondo, es una medida de corte liberal (achicar al Estado) contraria a los principios de solidaridad que suelen enaltecer los sindicatos. Eso sí: los aportes al sindicato y a la obra social de esas sumas no remunerativa se abonan religiosamente.

La paritaria de la rama general (convenio 244/94) es un calco del acuerdo de la rama avícola, que cerró hace unas semanas con un aumento del 5,5%, también sin retroactivo. Muy distintas a estas negociaciones llevadas adelante por la Federación conducida por Daer y Morcillo, son las paritarias de las ramas de la pesca: en Puerto Deseado, los trabajadores vienen sosteniendo un paro general de tres semanas, con piquetes, en el reclamo de un 50% de aumento salarial. El mismo reclamo de un aumento del 50% planteó recientemente el STIA Chubut, con una jornada de paro al inicio de esta semana. Lo que distingue a estas negociaciones respecto de las nacionales es la presión directa que los trabajadores y delegados pueden ejercer sobre los paritarios y las empresas.

Frente a este acuerdo que mantiene a los “trabajadores esenciales” de la Alimentación debajo de la línea de pobreza, es necesario sacar conclusiones. Existe en el gremio de la Alimentación una fuerte corriente de activistas y delegados opositores a la conducción Verde (hubo listas opositoras a la Verde en San Luis, Capital Federal, provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes) y surgen listas opositoras en cada fábrica. La desafiliación solo lleva a la desorganización de los trabajadores; necesitamos un Congreso de trabajadores de la alimentación, que unifique todas las luchas: por un salario equivalente a la Canasta Familiar (según ATE-INDEC, valuada en $67.300 en mayo), por paritarios electos en asamblea, contra las reducciones salariales, por protocolos sanitarios obreros y se plante como una oposición a la Federación en todo el país.

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