Escribe Pablo Busch
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Los trabajadores del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA) volvemos a medidas de fuerza en reclamo incrementos salariales en el marco de las negociaciones paritarias. En este caso, la medida consiste en un paro de dos horas por turno. El acuerdo cuatrimestral obtenido para el periodo mayo-setiembre, de un 6,5%, despertó un enorme descontento entre los trabajadores del gremio, uno de los únicos rubros esenciales que no paró ni un día por la cuarentena.
En esta reapertura de paritarias se repite el esquema de las negociaciones anteriores: la Cámara Empresaria dilata todo lo posible las negociaciones, mientras la conducción de la Federación guarda en secreto frente a los trabajadores el porcentaje de aumento que reclama. En la última reunión, la Copal (Cámara Empresaria) no llevó ninguna propuesta de aumento, por lo que la Federación tomó la decisión de convocar a plenario de Secretarios Generales que definieron esta acción.
El básico inicial de los trabajadores de la Alimentación es, en la actualidad, contabilizado el 6,5%, alrededor de $43.000 brutos, muy por debajo de la canasta familiar – que ya supera los $100.000. Como viene el proceso inflacionario, la Federación afronta la reapertura de paritarias con los trabajadores de todas las categorías debajo de la línea de pobreza. No por nada, en varias fábricas aceiteras, como Dánica, las patronales llevan adelante lockouts para dejar de pagar el convenio aceitero y encuadrar a sus trabajadores en el convenio del STIA. La conducción de la Federación, por largas décadas en manos del difunto Luis Morán, ha convertido al convenio alimenticio en uno de los llamados "Convenios basura".
El clima en las fábricas está caldeado. En algunas, los trabajadores han llevado adelante paros por paritarias propias (Pepsico Mar del Plata, McCain, etc). Hay una lucha en cada planta por compensaciones por trabajar durante toda la pandemia; en varias hubo medidas de fuerza para defender los protocolos de prevención del Covid ante los atropellos patronales (Mondelez, Unilever, Bagley San Luis, Arcor Caroya). El STIA de San Luis rechazó el acuerdo paritario del 6,5%, sometido a una presión de los trabajadores que se movilizaron a las puertas del sindicato. Todo este escenario representa un factor de presión sobre los paritarios que llevan adelante las negociaciones. Un nuevo acuerdo vergonzoso puede balcanizar la negociación paritaria y abrir puerta a conflictos en todos lados.
Mientras tanto, las patronales esgrimen que no pueden afrontar aumentos que compensen la inflación porque están expuestas al "Costo del Covid": la reducción de ventas, por un lado, el pago de las licencias al personal de riesgo y las inversiones en prevenciones del Covid (charters, barbijos, alcohol en gel, etc). Ocultan que la mayoría de las empresas han incrementado sus ventas, que el 90% de las industrias alimenticias recibieron el subsidio ATP, ahorrándose el 50% de los salarios, además de la reducción de los aportes patronales decretada por el gobierno y que, devaluación mediante, el salario inicial del trabajador de la alimentación actual ronda los 200 dólares.
Como dijimos en una declaración anterior, una paritaria a espaldas de los trabajadores no va a resultar nunca en una conquista real del salario. Es necesario promover una deliberación en todas las fábricas de la alimentación, reclamando un incremento salarial de emergencia del 40%, por la exención de ganancias a todos los trabajadores, por el reconocimiento económico a los trabajadores esenciales, por protocolos obreros para protegerse del Covid.
Como ocurriera en años anteriores, miles de activistas presentes en fábricas de todo el país pueden torcer el rumbo de la paritaria. El paro de actividades, al que llamamos a adherir masivamente, es el principio.