Escribe Lautaro Santkwosky
Siguen las suspensiones rotativas y el pago incompleto del salario.
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Como ya es costumbre en los últimos años, la patronal de General Motors y la cúpula del Smata presentaron un esquema de suspensiones rotativas y un recorte progresivo de salarios.
La producción de General Motors se ve afectada por un un stock de 20 mil autos en la planta de Alvear, que no logran compradores, y la sensible baja de demanda de Brasil, su principal importador. Los despidos son un arma utilizada por GM en todo el mundo para mantener la rentabilidad.
El esquema afecta a 1.300 trabajadores que perderán el 30% de sus salarios hasta junio y el 40%, desde septiembre. Lo que se presenta como la preservación de puestos laborales es una imposición. En su lugar debería reducirse la jornada sin afectar el salario.
Smata sale al “rescate” de General Motors, pero también del régimen político. Sin este esquema, la empresa avanzaría con despidos y una confrontación con los trabajadores. La tarea de una dirección gremial no es buscar alternativas beneficiosas a estos monstruos, sino defender, por medio de la deliberación en asambleas y acciones de lucha los puestos de trabajo y el salario de los trabajadores.
No deben ser los trabajadores los que paguen los platos rotos de un sistema productivo que se encuentra totalmente paralizado.
En las entrevistas que dio Marcelo Barros, secretario general de Smata, llegó a alegar que por la baja de la producción en General Motors “está claro que sobran 500 trabajadores” (La Capital, 9/3). El año pasado, Smata presentó, junto a Alberto Fernández, el “Plan Automotor 2030”, que contempla una rebaja de los impuestos a las automotrices y la flexibilización laboral para “mejorar la productividad”.
Ante el silencio del gobernador Perotti y de todo el arco político patronal, planteamos: ningún despido ni suspensión. Reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario. Que se conozcan los libros contables. De lo contrario se está aceptando de hecho una dictadura patronal.