Sobre “La pandemia y el final de una era”

Escribe Joaquín Antúnez

Crisis capitalista, alcance y contenido

Tiempo de lectura: 3 minutos

El 3 de abril se publicó una columna de Atilio Borón. La misma traza una perspectiva compartida por varias corrientes de centro-izquierda y progresista no solo en la Argentina sino también en el mundo. De esta manera adquiere una importancia sostener una polémica sobre esta caracterización política, así como sus insalvables límites y contradicciones.

Impostura política

Boron coloca como primera víctima fatal del Coronavirus a la “versión neoliberal del capitalismo”, según sus propias palabras. A las que agrega: “Decimos la “versión” porque el COVID-19 liquidó al neoliberalismo, pero no a la estructura que lo sustenta: el capitalismo como modo de producción y como sistema internacional. La era neoliberal ya es un cadáver aún insepulto pero imposible de resucitar. El capitalismo, en cambio, aún resiste y su futuro es incierto. Pero nada autoriza a darlo ya por muerto”.

Escudado en Lenin, dice, “el capitalismo no caerá si no existen las fuerzas sociales y políticas que lo hagan caer.” De esta forma, Atilio, no tiene inconveniente en saber que de ninguna manera habrá una revolución en el porvenir. Una verdadera impostura política, porque Borón, y todo el chavismo latinoamericano de la “Patria Grande”, jamás abogaron ni abogaran por el desarrollo de una salida revolucionaria a la crisis de la humanidad, hoy sintetizada por una bancarrota capitalista mundial y, profundizada, por el Coronavirus.

Al abandonar rotundamente la salida revolucionaria, Borón afirma dos posibilidades: uno donde haya más Estado y menos mercado o “la barbarie”. O sea, la reafirmación de la dominación del capital recurriendo a las formas más brutales de explotación económica, coerción político-estatal y manipulación de conciencias y corazones a través de su hasta ahora intacta dictadura mediática y de la eficacia de su imperio de vigilancia global”.

Para evitar la barbarie, debemos apostar por Estados más presentes es la “oferta de temporada” que nos hace Atilio.

Fin de era

Un elemento que se desarrolla y se desprende del fallecimiento del Neoliberalismo, es la caída de los regímenes que representan esta corriente, como el de Trump o Johnson, así como los intentos derechistas latinoamericanos, que incluso fracasaron de manera previa.

Este fracaso del “Neoliberalismo” es un fracaso sistémico, un punto completamente ignorado por Borón durante todo su artículo es que la actual crisis desatada por el Coronavirus deviene del agravamiento de todos los antagonismos pre existentes. Nos referimos en este punto a la intensificación de la guerra comercial comandada por Trump contra China; la movilización de la flota yanqui contra Venezuela y el agravamiento del bloqueo económico; la escalada bélica en Medio Oriente y podría extenderse la lista. Lo que concluye que, a contramarcha de Borón, los Estados lejos de una cooperación internacional o la su superioridad sobre el mercado es una idea idealista que no responde a la realidad concreta.

Por otro lado, y continuando el análisis de los Estados de Bienestar, es decir, los preocupados por la salud, la educación, el trabajo, no presentan los elementos materiales para ser llevados adelantes. Asistimos a una quiebra sucesiva de las economías nacionales (y mundial) mucho más agravada que la bancarrota de 2007/8.

El rescate solicitado por el capital no puede ser afrontado de ninguna manera que no sea efectuando un ataque (recorte) sobre las condiciones de vida de las masas, desde los Estados que brindan atenciones publicas hasta la liquidación de los regímenes jubilatorios y los derechos laborales.

Los choques entre los distintos bloques capitalistas, acrecientan un escenario de crisis políticas y de regímenes políticos, como pocas veces se ha asistido en el pasado.

Una época de guerras y revoluciones

Las ideas desarrolladas por Borón, no son nuevas ni figuran como una novedad en su repertorio, es decir, son palabras ya dichas en el pasado. Atilio “queda preso” de sus propios prejuicios y eso le impide abordar la situación concreta que atravesamos.

Una recomposición de los “Estados de Bienestar” es completamente incompatible con la disputa feroz entre los distintos bloques capitalistas, que tienden a una profundización de la disputa por el reparto del beneficio social cada vez más cruento. Es decir, un dislocamiento del mercado mundial.

Retomando a Lenin, la guerra se presenta como la continuación de la política por otros medios, eso incluye al enfrentamiento de la clase obrera y la burguesía.

Hasta este punto Borón, ha desarrollado dos posibilidades: los Estados de Bienestar, que ya hemos señalado sus limitaciones, pero además contrapropuso que la salida de barbarie significaría la instauración de regímenes de excepción, de mayor violencia y coerción sobre las masas.

Esto es el reconocimiento de nuestra tesis, una situación de excepción es justamente un elemento extraño. Colocar en el porvenir esta situación excepcional como lo corriente, es una contradicción desde su propia enunciación.

La conclusión que nos interesa abordar es que este cuadro volátil despierta entre las masas una respuesta a la dominación de la burguesía, la cual se ve más socavada por el propio desarrollo de las contradicciones inherentes al régimen capitalista. En la historia, la guerra ha sido la partera de los procesos revolucionarios por excelencia. La clase obrera no asiste impávida a esta crisis sino por el contrario, expone una enérgica respuesta desde Chile a Hong Kong, pasando por Medio Oriente y las metrópolis europeas.

La época de guerras y revoluciones apenas ha comenzado.

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