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El programa especial de "A Dos Voces" dedicado a las PASO estuvo dominado por la muerte violenta de Morena Domínguez. La conmoción del hecho reveló el estado de interpelación de las clases sociales al poder político. En el programa, los representantes de cada una de las fuerzas políticas presentes reseñó su punto de vista.
De conjunto, los representantes de la burguesía compitieron por la promoción de nuevos aprestos represivos. Pero no pudieron responder a las imputaciones acerca del vínculo de sus partidos y del Estado con punteros, barrabravas y asociaciones para delinquir. En cuanto a la actuación de estos partidos, revelaron una completa falta de empatía con el sentimiento de la población y presentaron un estado de ausentismo mental o amnesia acerca del agravamiento de los delitos en décadas de gobierno recíprocamente compartido. Con la excepción de la bizarra intervención de Grabois, el hombre que se viste con ropa regalada, el conjunto de estos representantes plantearon reforzar el creciente encarcelamiento de la población con mayores medidas de vigilancia, intromisión y represión. Reforzamiento de la policía, creación de un Código Penal Juvenil para bajar la edad de imputabilidad y la reforma del Código Procesal para limitar las excarcelaciones y reducciones de pena, y ampliar los alcances de la prisión preventiva. No explicaron, porque tampoco nadie se lo pidió, si los cambios en Procesal no perjudicarían a los Cavallo, Sturzenegger o a los involucrados en el caso IBM-Banco Nación, que se beneficiaron con la prescripción del delito. La cuestión de la edad de imputabilidad fue un eco de la denuncia de que el autor de la agresión contra Morena había sido un adolescente de 14 años, finalmente desmentida.
Patricia Bullrich aprovechó la reiteración de Larreta de construir “mayorías” para aprobar las leyes, incluso sobre cuestiones de ‘seguridad’ , para atacar el ´garantismo´ de Zaffaroni y reiterar la “mano firme”. Agustín Rossi reivindicó la instalación de cámaras de seguridad en Tigre, ´logro´ que atribuyó a Massa, mientras que Grabois se refirió al flagelo de la droga y al reclutamiento para el robo en comisarías. Ninguno de los dos habló como representante de una fuerza política que, con una pausa entre 2015 y 2019, domina políticamente el país desde hace 20 años.
La pandilla de Milei se proclamó ideológicamente “punitivista” y se arrogó “el apoyo de las fuerzas de seguridad” (Ramiro Marra). Hablaron de “recuperar la calle”.
El FIT-U
Las dos facciones del FIT-U revelaron coincidencias de fondo, estratégicas, aunque esto no sea un halago.
Myriam Bregman habló de una “dirigencia política alejada de la realidad” y de una “situación social crítica” – casi una disculpa a los aludidos, que defienden a rajatabla un sistema social de explotación y un régimen político proscriptivo y represivo. Nicolás del Caño se refirió a una “situación estructural”, a la connivencia de la policía “con el gran delito” y convocó a “crear empleo genuino” y a “nacionalizar los puertos”, que es, dijo, por donde pasa el gran contrabando de drogas. Jorge Adaro, de Izquierda Socialista, aportó su denuncia contra los recortes en educación y salud.
El otro bloque del FITU no se apartó demasiado de este libreto. Gabriel Solano describió a la provincia de Buenos Aires como “una gran zona liberada” y acusó a la policía y al poder político por “dejar a la intemperie a la población”. Esto y reclamar un estado policial es casi lo mismo, porque es una convocatoria a que la policía y el poder pongan fin a la ‘intemperie’. La impostura revela el impasse insuperable de Solano, que quiere mostrarse combativo subiendo la voz y evitando hablar de la lucha de clases, del poder obrero y del socialismo, para no indisponer a la audiencia contra su aparato político. Solano reemplaza la descomposición del capitalismo y de su Estado por el ataque a sus instituciones o personal por separado. Se ha convertido en una especie de reformista del sistema de seguridad. Lo mismo hizo Vanina Biasi, para quien hay que investigar a fiscales y policías. En esta puja por la mediocridad, Alejandro Bodart propuso la disolución de ´la bonaerense´ y la elección popular de los comisarios. Vilma Ripoll reclamó terminar con la exclusión y la desigualdad social. Este es el penoso estado de la Izquierda que “se renueva” o “se planta”.
Marcelo Ramal se refirió a la muerte de Morena y a la repercusión política en el pueblo, como la “estación terminal de un régimen político y social en descomposición” y de “una organización social agotada”. A diferencia de los representantes inhibidos del FITU, Ramal no se dejó apurar. “Como socialista tengo la obligación de decir que las soluciones parciales van a agravar la situación”. Denunció a los representantes de la burguesía presentes en el programa por haber votado a favor las leyes de blanqueo, que no es otra cosa que el lavado de activos provenientes del narcotráfico y otros delitos, y acusó al protofascismo libertario como agentes de lo fondos de inversión, el último escalón del reciclamiento del dinero malhabido y criminal.
Ramal se dirigió a la audiencia que busca realmente una salida a esta crisis humanitaria - "Un gobierno de trabajadores". Fue el único planteo de conjunto que se señaló durante todo el programa.
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