Todo lo que encierra la cuarentena III

Escribe Marcelo Ramal

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Para quien quiera verlo, el anuncio presidencial de la tercera fase de la cuarentena dejó traslucir un fuerte impasse político. En el mensaje grabado -que ya no fue conferencia de prensa-, Fernández no tuvo a su lado a Rodríguez Larreta, que en las instancias anteriores se había prestado a la foto del consenso nacional. Tampoco estuvieron CFK ni Kicillof. La imagen del sábado a la noche, en suma, mostró a un gobierno replegado sobre su gabinete. Según informó AF, la nueva fase de la cuarentena tiene el consenso de los gobernadores, pero en un sistema de consultas “caso por caso”. Este mecanismo sui generis anticipa choques políticos diversos – el primero tuvo lugar con los gobernadores de las cuatro principales provincias, que resistieron la autorización a las caminatas de 500 metros. Larreta, que venía de haber fracasado en la tentativa de discriminar y encerrar a los adultos mayores, se dio el gusto de desautorizar a Fernández junto a dos pejotistas y un cristinista.

Fernández se prodigó en diapositivas que se atrevían a mostrar un plan de disminución gradual y hasta la finalización de la cuarentena, con plazos determinados. La evolución de los contagios, sin embargo, no sigue esa lógica programada, y hasta creció en los últimos días. La cuarentena “a término”, en definitiva, puso de manifiesto la monumental presión del gran capital en favor de su levantamiento. Fernández habló de caminatas personales, pero no mencionó al régimen de “extensión de actividades” que se anunció días atrás, con permisos amplios para el retorno al trabajo de diversas industrias.

Como en otras oportunidades, el presidente dijo que, además de “medidas sanitarias”, hay “medidas económicas”, de las que sin embargo no hizo mención. Entre ellas, el programa de sostenimiento del 50% de sueldos a los capitalistas que deben suspender trabajadores, con los fondos de un Anses que, al mismo tiempo, ha dejado de recibir aportes patronales. En contraste, los desocupados debieron esperar largas semanas y días para percibir los 10.000 pesos del “ingreso familiar de emergencia”.

La cuestión de las cuestiones de la cuarentena III apenas fue mencionada por Fernández –la negociación en torno de la deuda externa con legislación extranjera. El gobierno ha comenzado a recorrer la cuenta regresiva de un default que no depende sólo de un regateo de quitas y plazos, sino de las garantías que pueda ofrecer un país en bancarrota y en un mundo en bancarrota. Los acreedores reclaman una garantía del FMI, que sólo puede tener lugar bajo el compromiso de un ajuste feroz. El gobierno FF carece de los recursos políticos para afrontarlo.

Al omitir “la economía”, Fernández dejó de lado otros episodios convulsivos de la cuarentena administrada, como el boicot financiero de los bancos, la disparada del dólar y, en consecuencia, una carestía que ya ha devorado a las menguadas asistencias sociales. La respuesta necesaria a esta guerra capitalista a la cuarentena -que es el establecimiento de una banca única bajo control del Central, la apertura de los libros y el control obrero de los precios- también está fuera del horizonte político y social del gobierno.

En suma, la conferencia "amable” ha sido el encubrimiento de estas agudas contradicciones, y de la crisis política que se está incubando al calor de ellas. En la semana que pasó, Mauricio Macri le estampó la firma a una solicitada continental que pide el fin de la cuarentena en nombre de las “libertades y derechos personales” – es decir, de la libertad de movimientos del capital, parcialmente restringida por la imposición de la pandemia. La firma de Macri está al lado de la de notorios derechistas y golpistas reales y potenciales del continente. Pero también de capitalistas – el caso más notable es el del farmacéutico Roemmers, hasta ahora, un amigo del gobierno FF. La fracción capitalista que reclama el fin de la cuarentena y un rápido arreglo de deuda se articula como bloque político, esto es, huele la sangre de una crisis de poder. Las diapositivas de Fernández tampoco mostraron la reacción obrera que comienza a configurarse, en primer lugar, en defensa de la salud y la vida de los trabajadores, y que tiene en la primera fila a las enfermeras y médicos de incontables hospitales del país; luego, al movimiento obrero de la gran industria, que desafía la complicidad burocrática con las suspensiones lesivas y sale a luchar. La ocupación de Sealy-Bed Time es todo un síntoma, que recorre también las grandes fábricas metalúrgicas, a los trabajadores de comercio, a los repartidores y al subte, entre otros. Es necesario que toda esta vanguardia de lucha delibere y se organice en la comprensión de todos los aspectos de esta crisis en desarrollo, para que la clase obrera sea un factor decisivo en su desenlace.

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