Gaza, un par de reflexiones tras 50 días de combates

Escribe Norberto Malaj

Tiempo de lectura: 6 minutos

1 - El golpe de Hamás del pasado 7 de octubre constituyó un ataque estratégico contra el Estado sionista. Nunca antes, desde la Nakba de 1947/8, la resistencia palestina había incursionado dentro del estado de Israel y destruído una unidad militar completa -la división Gaza del ejército sionista-, dañando varios otros objetivos.

La guerra desatada por el Estado sionista contra la milicia de Hamás y el pueblo de Gaza ha despertado una inmensa ola de solidaridad internacional con la causa palestina: desde las inmensas movilizaciones en todo el mundo árabe musulmán hasta los centros neurálgicos de Europa y EE. UU, creciente bloqueo de envíos de pertrechos bélicos desde diversas naciones hacia Israel, son expresión de lo anterior.

2 - La acción de Hamás fue posible por (y se combinó con) la implosión del Estado sionista. El Estado sionista vivió durante todo el año 2023 un enfrentamiento entre el gobierno ultraderechista y los colonos mesiánicos con el sistema judicial. La embestida reaccionaria de Netanyahu apuntaba a liberar de todo obstáculo la colonización integral de Palestina, desde el Mediterráneo al Jordán. Al interior de Israel, abolir toda forma de ciudadanía por residencia, para convertirla exclusivamente en racial o de sangre.

3 - Desde la ocupación de Cisjordania, el número de víctimas palestinas es similar al desatado por la Nakba: es “el segundo número de muertos palestinos más alto desde 1948, cuando murieron unas 20.000 personas, en su mayoría civiles, y probablemente sea mayor que el número de muertos palestinos durante la guerra israelí contra el Líbano de 1982, cuando murieron 20.000 también, más de la mitad de ellos palestinos y el resto libaneses (durante la segunda intifada murieron unos 5.000 palestinos)” (Rashid Khalidi, Al Jazeera, 18/11). Gaza se ha transformado en un cementerio de niños como no ocurrió en ninguna otra guerra contemporánea. Israel desató en Gaza una barbarie que por su magnitud se la ha comparado con la bomba sobre Hiroshima. Casi 20.000 toneladas de bombas han caído sobre Gaza, un territorio apenas más extenso que el distrito bonaerense de La Matanza.

Desde la Nakba de 1948, cuando Israel se constituyó sobre la base de la expulsión y la apropiación de las tierras de más de 800.000 palestinos, el Estado sionista se afirmó sistemáticamente por la vía del desplazamiento de vastos contingentes de masas palestinas, ´judaidizando´ primero Jerusalén, usurpando después las mejores tierras de Cisjordania para dar lugar a las colonias sionistas. Ahora mismo la destrucción prácticamente total de la ciudad de Gaza -la más importante de todas las ciudades palestinas- ha provocado el desplazamiento de más de un millón de gazatíes al sur de la franja, reducidos a la condición de parias humanos. Mientras Gaza es reducida a tierra arrasada, “desde el comienzo de la guerra -informan Gedeón Levi y Alex Levac-, los colonos de Cisjordania han obligado a los residentes de 16 comunidades de pastores palestinos a abandonar sus aldeas. Las colinas del sur de Hebrón están ahora gobernadas efectivamente por escuadrones de defensa locales, compuestos en muchos casos por colonos violentos uniformados que están cometiendo un traslado de población” (Haaretz, 18/11). No menos de un millar de agricultores han sido expulsados y conducidos a destinos inciertos.

Jack Khoury, otro cronista del mismo medio, va más lejos: “Si antes de la guerra los incidentes se centraban en el norte de Cisjordania, entre Nablus y Jenin, desde el 7 de octubre no ha habido una ciudad o un campo de refugiados en el que no se hayan registrado enfrentamientos” (ídem).

La situación explosiva de todo el Cercano Oriente, con la crisis de refugiados de Siria y el Líbano; las guerras civiles de Yemen, Sudán y Libia; los cuadros de miseria indescriptibles de Egipto, Jordania y Turquía han puesto en guardia a todos los vecinos árabes de Israel. Las FF.AA. de Egipto se encuentran en estado de guerra para evitar que ni un solo gazatí sea trasladado al Sinaí, alimentando el fuego de una gigantesca “primavera árabe” invencible.

La crisis de los refugiados producto de la crisis capitalista y de las guerras civiles del Medio Oriente es la mayor a escala planetaria desde la Segunda Guerra Mundial. Supera por lejos los problemas de cualquiera otra crisis en este plano, como la de la frontera de México-EE. UU.

4 - La reciente ´cumbre de Ryad reunió a casi todos los gobiernos de ese vasto concierto de naciones para considerar la “emergencia” de la guerra en Palestina, cuando apenas días antes se aprestaban a establecer relaciones diplomáticas con Netanyahu y reconocer a Jerusalem como capital de Israel.

“El detallado espectáculo retórico celebrado en Riad el sábado bajo el título de una ´cumbre islámica de emergencia´, con la participación de los líderes de la mayoría de los países árabes e islámicos” —dice el analista israelí Zvi Barel— ha revelado a ”los palestinos que esta fue otra conferencia inútil (….) El hecho de que esta reunión tuviera lugar sólo un mes después de que comenzara la guerra puede atestiguar la brecha entre la solidaridad declarada y la voluntad de tomar medidas prácticas, pero esto no es nada nuevo” (Haaretz, 12/11). La resolución adoptada contiene expresamente una cláusula“ -con el acuerdo de Irán- que “ignora a esta organización” (Hamás). Encima, el saudita “Bin Salman y los líderes de Egipto, Qatar y Jordania lograron impedir cualquier decisión operativa significativa … Ningún boicot a Israel, ningún alto a los vuelos israelíes en los cielos de los países árabes y ningún llamado a los estados árabes y otros a romper relaciones con Israel” (ídem).

EE. UU. ha desplegado una flota sin precedentes -con naves que incluyen armamento atómico- cercando toda la región y ejerce una presión inaudita sobre Hezbollah e Irán, para impedir cualquier implicación de una u otra en la guerra en defensa de Gaza. Los huties de Yemen han brindado a Hamás un apoyo valioso político y militar, como la reciente intercepción de un barco propiedad de un armador israelí en el Mar Rojo, en tanto que “los combatientes de Hamás reciben sólo un modesto apoyo armado de Hezbollah”.

5 - Biden y Netanyahu han ventilado divergencias en torno al futuro de la franja de Gaza, de la Autoridad Palestina y del planteo de ‘dos estados’. Está en juego el estallido de una guerra civil en todo el Oriente Medio.

El gas del Mediterráneo oriental se ha transformado en una prenda de presión sobre todas las fuerzas presentes en la región. Un acuerdo al respecto permitió poco tiempo atrás un acuerdo de límites entre Líbano e Israel que rubricó incluso Hezbollah. Según un estudio de la UNCTAD "el territorio palestino ocupado se encuentra sobre importantes reservas de petróleo y gas natural, en la zona C de la Cisjordania ocupada y la costa mediterránea frente a la Franja de Gaza” (Seyed Hossein Mousavian, Al Jazeera, 15/11); “el 29 de octubre, mientras la guerra continuaba sin un alto el fuego a la vista, el gobierno de Netanyahu otorgó 12 licencias a seis empresas, incluidas BP y la italiana ENI, para la exploración de gas natural en la zona de la cuenca mediterránea del país” (ídem).

6 - La Autoridad Palestina es, sin embargo, un cadáver insepulto, Por otro lado, la infiltración del ejército sionista en la red de túneles de Hamás ni siquiera ha comenzado. La tregua ‘humanitaria’ obtenida por la mediación de Qatar, para canjear rehenes palestinos por los secuestrados por Hamás, es un recule del gobierno de Netanyahu y marca una crisis insalvable en el gabinete de guerra.

7 - La tarea de la hora -el apoyo incondicional a las fuerzas palestinas contra el Estado sionista- es apoyar el reclamo del cese del fuego, el ingreso de la ayuda humanitaria a Gaza, por la liberación de todos los presos palestinos, el retiro del ejército sionista de Gaza.

La cuestión estratégica, que es la cuestión nacional palestina y el Estado sionista, ha sido puesta como de la mayor actualidad, como consecuencia de la guerra. Una Palestina única, democrática y laica, supone, por un lado el derecho del pueblo palestino al retorno a sus tierras y el abandono de los privilegios de conquista de la colonización sionista. La unión de estas dos tareas históricas sólo puede resolverla una revolución socialista a la escala del conjunto del Medio Oriente. Un reconocimiento constitucional del pueblo palestino sería, si fuera realizable, una réplica de Sudáfrica, donde la población boer conserva sus privilegios, a los que ha asociado a una nueva elite negra, mientras la población negra sigue esclavizada en la miseria.

Un enorme sector de la izquierda internacional y, en especial, la autodenominada trotskista, ha dejado de plantear el derecho al retorno, el cese de los privilegios de la colonización y la revolución socialista.

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