Escribe Patricia Lambruschini
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El pasado jueves 14 se llevó adelante el paro nacional de docentes y no docentes en las universidades nacionales y los colegios preuniversitarios del país. La medida fue impulsada por el conjunto de las federaciones del sector, nucleadas en el “Frente Sindical de las Universidades Nacionales” (CONADU, CONADU-Histórica, FEDUN, FAGDUT, UDA, CTERA, FATUN), y tuvo como reclamos principales el aumento salarial y presupuestario, frente al recorte sin precedentes impulsado por el gobierno de Javier Milei.
El miércoles 13, el Ministerio que dirige Sandra Petovello intentó desactivar la medida, otorgando un incremento del presupuesto destinado a los gastos de funcionamiento, que no representan más del 10 o 15 % del presupuesto universitario (el grueso se destina al pago de salarios). Además, el 70 % anunciado en realidad convalida el recorte, ya que la inflación acumulada desde 2023 supera el 250 %. No alcanzará siquiera para cubrir los aumentos de tarifas promovidos por el propio Gobierno. Sobre el llamado a paritarias, no hubo noticias.
Según declararon algunos voceros del “Frente Sindical”, el paro tuvo un acatamiento importante en todo el territorio nacional. En distintos lugares, asumió un carácter activo y fue acompañado con movilizaciones, impulsadas en general por las asociaciones de base de CONADU-Histórica. Por ejemplo: en Tucumán, ADIUNT convocó a marchar al Rectorado y a Plaza Independencia; en Entre Ríos, SITRADU realizó a una conferencia de prensa y volanteo el viernes 15; en Buenos Aires, AGD llamó a una concentración frente al Palacio Pizzurno el día 15.
En algunas universidades, es difícil establecer el alcance real de la medida de fuerza, o porque las clases todavía no comenzaron, o porque las autoridades directamente decidieron cerrar los establecimientos, como fue el caso de la UBA. Las gestiones están actuando de un modo similar a los gobernadores: mientras se adaptan de hecho a la asfixia de Milei, haciendo toda clase de recortes puertas adentro, están en una puja por los fondos con el Gobierno, interesados sobre todo por las partidas “discrecionales” o “sin discriminar”, por donde transitan sus propios negocios (La Nación, 15/3). El Gobierno, por su lado, amenaza con investigar las “cajas negras” y utiliza perversamente ese argumento para justificar los recortes y deslegitimar el reclamo presupuestario de los trabajadores de la educación superior.
Luego de un largo debate, el congreso de CONADU-Histórica del viernes 15/3 resolvió por mayoría proponer la realización de un nuevo paro de 48 horas en la próxima reunión con el resto de las federaciones, que tendrá lugar recién a comienzos de abril. Pero la situación apremiante planteada para la universidad pública exige organizarse desde ahora. El comienzo de las clases no puede darse bajo la apariencia de una “normalidad” que no es tal. La avanzada brutal del gobierno no puede derrotarse con medidas aisladas; es necesario un planteo de conjunto dirigido a poner en pie un movimiento masivo y una huelga activa a nivel nacional en defensa de la educación pública y la ciencia. El inicio del ciclo lectivo debe ser aprovechado para impulsar asambleas; debates entre docentes, estudiantes y no-docentes; reuniones autoconvocadas; clases públicas; acciones de lucha y difusión de los reclamos que apunten en esa dirección.
14 de marzo: paro nacional de docentes universitarios Por Patricia Lambruschini, 08/03/2024.