A 50 años de la Revolución de los Claveles

Escribe El Be

Aniversario de la formidable revolución obrera portuguesa.

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El 25 de abril de 1974 se produjo en Portugal un levantamiento de la clase obrera en el marco de una disolución del aparato del Estado. El mismo abrió una etapa donde la cuestión del poder estuvo planteada, con flujos y reflujos, durante un año y medio. Se produjo una confraternización entre obreros y soldados. Los partidos obreros, tributarios de la burguesía, tuvieron un crecimiento espectacular y sirvieron como herramienta para ahogar una revolución proletaria.

Antecedentes

Portugal se encontraba dominada por una dictadura que estaba pronta a cumplir medio siglo en el poder. El nuevo régimen constituía una forma intermedia entre el semibonapartismo y el fascismo que alcanzaría una forma más nítida con la dictadura de Francisco Franco, en España, en 1936/39. Entre el derrocamiento de la monarquía, en 1926, y la consolidación de la dictadura del general Antonio Oliveira Salazar, en 1932, media un período revolucionario. Salazar condujo el gobierno durante más de treinta años, hasta que, en 1968, es sucedido por Marcelo Caetano.

Un motor poderoso de la caída de la dictadura fue el fracaso de las Fuerzas Armadas en la represión de las revoluciones nacionales en las colonias de ultramar. La cuestión colonial se había convertido en una carga insoportable para las finanzas públicas y para la moral y cohesión del Ejército. El lucro colonial sufría el deterioro de la competencia norteamericana y europea. Con 13 años de guerras a cuestas, el reclutamiento militar imponía una carga pesada a la juventud. En 1973, se conforma, al interior del Ejército, el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA). Los brotes de descontento, sin embargo, carecían de un canal de expresión política dentro del régimen, debido a que la burguesía, alineada detrás de la dictadura, no alentó la formación de partidos propios. El vacío fue llenado por los mandos militares inferiores y un sector del alto mando.

Levantamiento militar

En la madrugada del 25 de abril de 1974 irrumpió un levantamiento militar, que se distingue de un golpe estado por una movilización política de las tropas. Liderado por el MFA, derroca al gobierno de Marcelo Caetano, que había sucedido a su muerte a Salazar. Política Obrera sostuvo, a poco de estallar la crisis, que “el golpe en Portugal no ha sido un cuartelazo más, aunque ésta fuera la intención de sus altos mandos. La prensa informa de la agitación existente entre las masas” (Política Obrera, 08/05/74). Efectivamente, los altos mandos buscaban dar un golpe preventivo. Pero, como sostenía de nuevo Política Obrera, “todo indica que [el Ejército] ha llegado demasiado tarde”. Los intentos de limitar el golpe a los cuarteles fracasaron estrepitosamente. Si la dictadura tomó el poder en un contexto de avance de las fuerzas derechistas y fascistas en Europa, el nuevo contexto europeo estaba marcado todavía por el Mayo francés.

Se produjeron ocupaciones de fábricas y se conformaron consejos obreros en más de 4.000 de las grandes empresas del país. Fueron recuperadas las libertades democráticas y demantelados los servicios de espionaje y represión paralela: las radios y periódicos quedaron bajo control de comités sindicales; se disolvieron las fuerzas policiales y los grupos de choque fascistas que adherían al régimen; se encarcelaron represores y torturadores. Los cuarteles también se vieron sacudidos por el proceso asambleario. Los claveles en las bocas de los fusiles dieron nombre a lo que, desde el primer día, se conoció como la "Revolución de los Claveles".

Crisis de poder

Para reunir las condiciones para conformar un gobierno representativo, capaz de controlar la situación, el Ejército convocó a una Asamblea Constituyente. Para eso, los altos mandos del Ejército convocaron al líder socialista Mario Soares y al dirigente Álvaro Cunhal, del Partido Comunista.

Los partidos obreros más importantes, el Comunista y el Socialista, se negaron a intervenir de manera independiente en la crisis de poder y a impulsar los órganos de poder obrero. Procuraron la unidad con la burguesía “democrática” y la formación de un gobierno de frente popular. Sectores de las bases obreras, sin embargo, se pronunciaron en contra. El 8 de mayo se reunieron las direcciones de 44 sindicatos recuperados. El diario La Opinión (10/05/74) explicaba que “entre los acuerdos de la reunión, se destaca la decisión de los sindicatos de mantener su independencia respecto de la administración, por lo que fue rechazada por gran mayoría la propuesta de que los sindicatos estuviesen representados de alguna forma en el futuro gobierno provisional”. Soares señaló entonces que “no se trata de crear un frente popular análogo a los de Francia y España en 1936. Para salvar al país se necesita más bien un 'frente de unidad nacional'” (Le Monde, 04/05/74). Política Obrera explicaba que “la oposición de Soares a la estrategia de los frentes populares con la burguesía, en nombre de la 'unidad nacional', refleja el profundo temor de que la irrupción de las masas desborde el cuadro gubernamental de un equipo PS-PC con escasa participación burguesa”.

El PS y el PC se integraron, sin embargo, al gobierno provisional que encabezaba António de Spínola, con el apoyo del MFA. La operación fue inspirada por Olavo de Carvalho, un coronel clave en el alzamiento militar, que estaba al mando del Comité Especial para el Continente (COPCON). El curso de los acontecimientos pondría de manifiesto su estrecha relación con el partido stalinista. Por otro lado, Spinola, antiguo general salazarista, había anticipado la necesidad de un cambio de régimen cuando aún gobernaba Marcelo Caetano. En septiembre del 74, tiene lugar un golpe de Estado. Mediante la acción directa con huelgas y barricadas, la clase obrera hace fracasar el golpe y derroca al gobierno de Spínola. Se conforma entonces un segundo gobierno provisional, que dará paso enseguida a nuevos cambios de gobierno. El fracaso de la tentativa golpista dio un nuevo impulso a a la revolución portuguesa.

Crisis de dirección

La derecha portuguesa se mantuvo en un estado de conspiración permanente. Quienes eran encarcelados en cada fracasado intento de golpe recobraban rápidamente la libertad por orden oficial. Un cántico coreado repetidamente en las movilizaciones obreras decía “una sola solución, fusilar a la reacción”. La derrota de un nuevo levantamiento derechista el 11 de marzo de 1975 radicalizó aún más la revolución y se conformaron comités independientes de soldados y milicias obreras; se expropiaron tierras y se nacionalizó la banca y grandes empresas. Se conformó un Consejo de la Revolución a cargo de De Carvalho. El 26 de Julio, De Carvalho fue invitado a visitar Cuba, donde participó del acto del aniversario del asalto al Cuartel de Moncada, ocurrido en 1953. Fidel Castro calificó al líder militar de la Revolución de los Claveles, como “un héroe de la revolución portuguesa contra el imperialismo, el fascismo y la reacción”.

El stalinismo combatía rabiosamente las huelgas obreras, con el argumento de “defender la producción”. Esto provocó que grandes sectores de la clase obrera rompieran con el PC. Política Obrera destacaba “la conjunción de la crisis del imperialismo y el stalinismo, ambos enfrentados a un proceso revolucionario”. El 25 de abril de 1975 se llevaron a cabo elecciones para una Asamblea Constituyente, en las cuales el PS obtuvo una abrumadora mayoría, principalmente proveniente de los centros obreros (el PC estuvo muy por detrás y las candidaturas de “trotskistas” y maoístas tuvieron un papel marginal). El PC se lanza entonces a una campaña de provocaciones contra el partido de Mario Soares y ocupa las instalaciones del diario República, perteneciente al PS. El objetivo del stalinismo era doble: por un lado, generar una división en las bases obreras; por otro, presionar a Soares para que disciplinara a las bases radicalizadas que se habían inclinado en masa hacia el PS. Todo esto, claro, bajo el ropaje de una fraseología ultraizquierdista, acusando al PS de no ser más que un agente del partido derechista, el PPD. La acusación del PC era falsa por partida doble: por un lado, porque el PS era tan partidario de pactar con el PPD como el PC; por otro lado, porque el PS se había convertido en un receptáculo de la radicalización de las masas. La ruptura entre los dos grandes partidos izquierdistas provocó la salida del PS del gobierno. Pero pronto fue convocado nuevamente, con mayor peso y representación, en el que era ya el sexto gobierno provisional. El papel preponderante del PS en el gobierno empujó a la vanguardia obrera a desandar el camino que los llevó a apoyar a ese partido, y volcarse hacia el PC y partidos ultraizquierdistas. La crisis de dirección del proletariado (ausencia de un partido revolucionario) se hacía sentir cada vez con más fuerza.

Política Obrera sostenía entones que, tanto el PC como el PS, eran partidos contrarrevolucionarios cuya misión era contener la revolución dentro del orden burgués. Pero agregaba que existe “un poderoso factor de división: el imperialismo yanqui está en contra de un gobierno de contención de tipo frente popular, porque ello debilita la estrategia político-militar de la OTAN (...) y porque le impediría un control rápido e inmediato sobe Angola (...). El partido del imperialismo yanqui es el PPD y sus esfuerzos van dirigidos a modificar la dirección del MFA y a ganar al PS para un gobierno sin el PC”. El 12 de noviembre de 1975, una gran manifestación del sindicato de la construcción rodeó a la Asamblea Constituyente, en el Palacio de São Bento, e impidió que los diputados pudieran salir durante dos días. El 20 de ese mismo mes, el Gobierno se declaró en “huelga” debido a la falta de condiciones para gobernar. El Sexto Gobierno Provisional, encabezado por Vasco Gonçalves, un aliado de De Carvalho, termina por caer. El imperiaismo (con Kissinger y la CIA a la cabeza) amenazaban abiertamente con una intervención militar en Portugal, amparados en que el gobierno provisional mantenía al país dentro de la OTAN. En el país se encontraba actuando como embajador el director de la CIA, Frank Carlucci. Estados Unidos envió el portaaviones Saratoga, dando una clara señal de prepararse para una intervención.

Ante la impasse de la situación, las fuerzas conservadoras del Ejército comenzaron a reagruparse (se formó el “grupo de los nueve”) y a tomar la iniciativa. El 25 de noviembre de 1975 se declaró el estado de emergencia y el ejército comenzó a desmantelar las barricadas y a desarmar a obreros y soldados. El COPCON de De Carvalho, en el cual una parte de la izquierda depositaba sus expectativas, se disolvió sin disparar un solo tiro. El Partido Comunista ordenó replegarse y no presentar resistencia. El 2 de abril se proclamó una nueva constitución burguesa, con una retórica socialista, que retrotraía las expropiaciones y parte importante de las conquistas de la revolución. El 25 de abril de 1976 se realizaron las primeras elecciones legislativas, en las que el PS se alzó en el primer lugar con el 34 % los votos. El 27 de junio se celebraron las elecciones presidenciales y en julio de ese año se estableció el Primer Gobierno Constitucional de Portugal. Su primer presidente fue Mário Soares, el líder del PS, quien no tardó en aplicar un ajuste contra las masas. Coronaba, de esta manera, la labor tenaz de abortar una formidable revolución obrera.

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