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La destrucción del sistema sanitario, la hambruna, la falta de agua potable son tan eficaces como los misiles en la limpieza étnica que lleva a cabo Israel contra el pueblo palestino. La polio había sido erradicada en la Franja de Gaza a mediados de los años 80 gracias a intensas campañas de vacunación. En 2022, se estimaba que el 99 por ciento de los niños había recibido su tercera dosis de la vacuna. Esto cayó al 89 por ciento en 2023, según las últimas estimaciones de inmunización de la OMS, y prácticamente desapareció este año.
A mediados de julio, el virus de la poliomielitis fue detectado en varias muestras de aguas residuales, dijo el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus. La presencia del virus se corroboró en Deir al Balah y Khan Younis, dos áreas a las que el ejército de Israel empujó a cientos de miles de palestinos que se habían refugiado en Rafah, para bombardearlos de forma implacable después.
La polio es una enfermedad altamente infecciosa que “invade el sistema nervioso y puede causar parálisis total en cuestión de horas”. Afecta principalmente a los niños menores de cinco años, pero puede infectar a “cualquier persona de cualquier edad que no esté vacunada”. La OMS informa que “una de cada 200 infecciones conduce a una parálisis irreversible (generalmente en las piernas). Entre los que quedan paralizados, el 5-10% muere cuando sus músculos respiratorios se inmovilizan”.
Si bien aún no se han registrado nuevos casos de polio, Tedros advirtió que comenzaría a propagarse si no se tomaban medidas preventivas. "Es solo cuestión de tiempo que llegue a los miles de niños que han quedado desprotegidos", dijo en un comunicado emitido por la OMS el viernes. Las Naciones Unidas y los funcionarios de salud palestinos han alertado sobre el aumento vertiginoso de la hepatitis A, disentería y gastroenteritis en una población sometida a la hambruna y a la falta de agua potable.
La OMS ya había advertido el alto riesgo de un brote de polio en Gaza por las condiciones dramáticas impuestas por nueve meses de invasión sionista: hambruna, falta de agua, destrucción del sistema sanitario.
Prácticamente todos los gazatíes beben -cuando consiguen- agua contaminada y viven en tiendas de campaña donde cientos de personas comparten un solo baño. Los sionistas destruyeron deliberadamente no sólo los hospitales, sino también los sistemas de saneamiento y agua. Ninguna planta de tratamiento de aguas residuales funciona, el caldo de cultivo perfecto para que las enfermedades se propaguen.
La OMS anunció que llevará un millón de vacunas a Gaza en los próximos días para montar una enérgica campaña de vacunación de los niños pequeños. Que ocurra depende de la voluntad de los genocidas, que han impedido sistemáticamente el ingreso de alimentos, medicación y toda ayuda humanitaria. El ejército israelí comenzó a vacunar contra la polio a sus soldados como precaución.