Cata Guagnini, veinte años

Escribe Juan Ferro

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Un día como hoy, hace 20 años, fallecía Catalina Guagnini, una luchadora de toda la vida. Cata fue la fundadora del primer Centro de Estudiantes de la Plata.

En su juventud estuvo en lo que, en su momento, se conoció como “La junta de la Victoria”, una organización de mujeres dirigida por el Partido Comunista contra el nazismo y en las comisiones de apoyo a los republicanos contra Franco. Fue dirigente fundadora de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, a partir de la desaparición de dos de sus tres hijos, Luis y Diego. Esas pérdidas, lejos de quebrarla, incentivaron su voluntad de lucha; rápidamente se transformó en una enorme militante social y política. Durante los años de plomo de la dictadura, sería en una de las líderes del movimiento de derechos humanos. Fue docente durante décadas. La echaron, como inspectora de escuelas por su rebeldía.

Cata se inició políticamente en el Partido Comunista, con el cual rompió durante la dictadura, cuando se incorporó a Política Obrera. Fue parte del Comité Nacional del Partido Obrero.

En 1983, integró, junto a Gregorio Flores, la fórmula presidencial del Partido Obrero como vicepresidenta. Recorrió el país defendiendo las ideas del trotskismo. En 1989, bajo el alfonsinismo, fue detenida junto a Jorge Altamira, Juan Carlos Capurro, Christian Rath y Pablo Rieznik, entre otros dirigentes del PO, acusados de alentar los saqueos a supermercados Una gran campaña popular la arrancó de la cárcel junto a sus compañeros,

Sólo la debilidad física la alejó de las enormes responsabilidades políticas que tenía en “Detenidos desaparecidos”. La recuerdo como una amiga entrañable. Pasamos muchas vacaciones juntos en su vieja casa de Miramar. Durante siete meses, pasé a buscarla por su casa de Boedo para visitar juntos en la cárcel de Devoto a Enrique Gorriarán Merlo, quien estaba encerrado en una celda de aislamiento por el ataque al cuartel de La Tablada. Cata, además de cursar bromas, discutía con vehemencia las posiciones políticas de Gorriarán hasta que se terminaba el tiempo de la visita. No se retiraba sin antes hacerle entrega de nuestro periódico.

Cata fue una gran madre: Con los años se transformó en una gran organizadora de la lucha por los desaparecidos. Una vez me dijo bajo un viejo árbol de alcornoque que había en Miramar: “Juan, una buena razón para vivir es también una buena razón para morir”. Así se fue, creyendo en lo que hacía, y así la recordaremos siempre.

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