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Luego de que en la Villa 31 hubiera desatado una escalada de contagios de coronavirus en el barrio, superando hoy los 600 casos confirmados, una nueva crisis se desata en la villa 1-11-14 por la falta de agua.
Desde el viernes al mediodía, una gran parte del barrio ha quedado sin suministro de agua corriente. Ni Aysa ni el Gobierno de la Ciudad han dado una explicación al respecto. Los vecinos se pasan información a través de los grupos de WhatsApp en base a los rumores y datos que van recolectando. No hay un comunicado oficial que explique el motivo de la falta de agua ni, mucho menos, que informe a los vecinos del barrio sobre un protocolo de atención para las manzanas afectadas. Tampoco se sabe cuándo se va a solucionar el problema.
Lo que es una constante en la vida cotidiana de las villas de la ciudad, los cortes de agua por varios días, ha potenciado brutalmente la crisis sanitaria en el contexto de la pandemia. La propagación del virus en un barrio sin agua, con hacinamiento, y con más de 250 infectados confirmados, es una masacre social. Recordemos que, durante la crisis por la falta de agua en la Villa 31, el gobierno de la ciudad y Aysa -que depende de Nación-, se tiraron la pelota mutuamente durante semanas, sin aportar ninguna solución.
Ahora, en la villa 1-11-14, la preocupación entre los vecinos es total. La falta de agua no sólo les abre la puerta a los contagios, sino que además deja sin posibilidades de funcionar a los comedores y ollas populares que se han levantado para frenar el hambre y garantizar en muchos casos el sustento a las familias que se encuentran aisladas. El Estado no sólo que no asiste a los comedores, sino que además tampoco asiste a las familias aisladas para que no tengan necesidad de salir.
La propagación del virus en las villas está tomando las dimensiones de una crisis nacional. La “flexibilización” de la cuarentena en la Ciudad a partir de un acuerdo entre el gobierno nacional y el porteño, ha generado una mayor movilidad en todas las villas, que ya se encontraban con una alta actividad de los trabajadores precarizados y comerciantes que no encontraban sustento para mantener la cuarentena. Con esta flexibilización, las patronales encontraron la libertad para volver a activar su producción. Todos los trabajadores y trabajadoras precarizadas se encuentran obligados a aceptar las condiciones de sus patronales, cuando los convocan a trabajar, para no perder sus puestos de trabajo en forma definitiva. Ahora, hasta los empleadores de las trabajadoras domésticas han convocado a trabajar a las vecinas de las villas, aunque se supone que es una actividad que no está habilitada.
De esta manera, los trabajadores de las villas 31 y 1-11-14, que suman más de 800 casos de coronavirus confirmados entre ambas, se encuentran obligados a circular por la ciudad por el despotismo de las patronales, con la complicidad del gobierno. Por este camino, la crisis sanitaria conocerá nuevos picos de crisis. Se estima que los casos detectados en las villas en infinitamente menor de la cantidad de casos realmente existentes. Esto porque no se están haciendo los testeos masivos que los vecinos de los barrios reclaman.
Hay que poner fin a esta masacre social en los barrios. Tenemos que levantar un programa que incluya a los vecinos de los barrios con los trabajadores de los distintos gremios de la ciudad para imponer al Estado la exigencia de un protocolo para frenar los contagios. Formemos comités barriales y de trabajadores de la salud, docentes, etc., en defensa de la vida y la salud de la clase obrera.