Escribe Olga Cristóbal
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El Ejército sionista lanzó una ofensiva en Cisjordania, la mayor desde la Intifada de 2005, que se cobró por lo menos 20 muertos en solo dos días. Entre ellos, niños y adolescentes. La llamada “operación antiterrorista” incluyó bombardeos, la participación de cientos de soldados y el ingreso de convoyes blindados en las ciudades de Jenin, Nablus, Tubas, Tulkarem y en dos campos de refugiados. Los acompañaban excavadoras y topadoras para destruir viviendas y circuitos de agua potable y de regadío.
En la ciudad de Jenín, los blindados bloquearon los accesos a los hospitales y a las ambulancias, que llegaron horas después por caminos secundarios. Hay decenas de heridos, informó la Media Luna Roja Palestina, entre ellos un médicos y dos asistentes sanitarios. El ejército tiene tomada por tercer día la ciudad.
Los sionistas se jactaron de haber matado a siete combatientes palestinos, entre ellos a un líder de la Jihad Islámica, Mohammed Jaber, conocido como Abu Shujaa. "Este uso innecesario y desproporcionado de la fuerza y el aumento de las ejecuciones sumarias y dirigidas a determinados objetivos es alarmante", denunció desde Ginebra la portavoz de la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, Ravina Shamdasani.
Casi la mitad de la ciudad de Tulkarem está sin agua y en el campo de Nur Shams no había agua en absoluto, señaló un empleado municipal, Hakim Abu Safiyeh. “La destrucción es enorme”, agregó. Los sionistas interrogaron a los pobladores -algunos niños- en las casas que habían bombardeado.
Con una franqueza brutal, el ministro de Exteriores sionista, Israel Katz, desplegó el programa del gobierno sionista. Habló de “guerra” y pidió actuar igual que en Gaza, “incluida la evacuación temporal de los residentes palestinos y cualquier medida que sea necesaria”. “Debemos abordar la amenaza del mismo modo que abordamos la infraestructura terrorista en Gaza”, ha escrito en X este defensor explícito de la expulsión y la limpieza étnica de los palestinos.
Katz promueve la expulsión de los palestinos de Gaza y Cisjordania, lo que entiende un impedimento eficaz para la constitución de un Estado palestino.
Pero no son solo los ultraderechistas religiosos. En julio, cuando el máximo tribunal de la ONU determinó por primera vez que la ocupación israelí de Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental, era ilegal, dijo que Israel debería detener toda actividad de asentamientos y retirarse de Cisjordania lo antes posible. Israel rechazó la decisión y dijo: "El pueblo judío no es ocupante de su propia tierra".
Desde el 7 de octubre, al menos 637 palestinos fueron asesinados por militares o colonos israelíes en Cisjordania. La violencia venía en aumento, pero en los últimos 10 meses la ONU documentó alrededor de 1.270 ataques de colonos. “La movilización de los colonos como reservistas ha difuminado además la frontera entre civiles y militares”. De acuerdo con la organización israelí de derechos humanos B'Tselem, durante el mismo período los palestinos fueron obligados a abandonar por lo menos 18 aldeas (EP 29/8).
Mientras tanto, las autoridades israelíes legalizaron la construcción de cinco nuevos asentamientos y declararon propiedad del Estado una superficie récord de territorio.
Aparte de las confiscaciones de tierras autorizadas por el Estado, los fascistas han establecido rápidamente puestos de avanzada. En uno de al-Qanoub, al norte de Hebrón, imágenes de satélite mostraban nuevas caravanas y carreteras. Al mismo tiempo, las comunidades palestinas fueron expulsadas de sus tierras.
La semana pasada, el jefe de inteligencia interna de Israel, Ronen Bar, escribió a los ministros advirtiendo que extremistas judíos en Cisjordania estaban llevando a cabo actos de “terror” contra los palestinos y causando “daños indescriptibles” (BBC 30-8). Los colonos actúan con el aval del gobierno de Benjamin Netanhayu: el grupo israelí de derechos civiles Yesh Din reveló que entre 2005 y 2023, solo el 3 % de las investigaciones oficiales sobre la violencia de los colonos terminaron en una condena.
Actualmente se estima que tres millones de palestinos viven en Cisjordania -excluyendo Jerusalén Oriental anexada por Israel- junto con alrededor de medio millón de colonos judíos que habitan más de 130 asentamientos. El ministro de Finanzas, a cargo de los territorios ocupados, Bezalel Smotrich, prometió duplicar la presencia de colonos.
Smotrich habilitó una inversión masiva de fondos estatales en asentamientos, que financiaron nuevas carreteras y otras obras de infraestructura. Smotrich ha dicho que está “moralmente justificado” matar de hambre a los gazatíes y celebró la violación y otras torturas a prisioneros palestinos llamando “nuestros mejores héroes” a los soldados que las perpetraron.
Mientras tanto, la masacre de Israel no da tregua en Gaza a pesar de que se firmó una pausa de tres días en ciertos sectores de la Franja para permitir la vacunación de 640.000 niños contra la poliomelitis. Esta grave enfermedad infecciosa había sido eliminada de Gaza hace un cuarto de siglo pero renació porque fue imposible vacunar este años bajo los bombardeos y porque los palestinos han sido sometidos a la hambruna y a vivir sin agua potable, entre la basura y las aguas servidas que corren por las calles.