Escribe Melisa Campero
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Durante la semana pasada los medios locales y nacionales difundieron el acuerdo firmado entre el padre del presidente Javier Milei, Norberto "Beto" Milei, y el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase)-Vía Campesina.
El acuerdo fue presentado como una “cesión” de 2.800 hectáreas de una totalidad de 5.800 hectáreas por parte de la empresa La Ponderosa, ubicada en el paraje Pampa Atún, en el departamento Mitre, propiedad de Norberto Milei, a una comunidad indígena, nucleada en el Mocase Vía Campesina.
Según el diario La Nación, “el acuerdo contó con la participación y mediación de la Mesa de Diálogo y Tierra del gobierno local, y se firmó en una escribanía de Añatuya con la presencia de Norberto Milei, presidente de la firma La Ponderosa SA, referentes del Mocase y habitantes de la zona”.
Sin embargo, durante décadas, estas tierras habían sido reivindicadas como propias por la Comunidad Indígena Sentimiento de Mi Tierra, del Pueblo Originario Sanavirón. Dicha comunidad fue reconocida por el Estado a través del Relevamiento Territorial de Comunidades Indígenas y se le otorgó personería jurídica propia y una carpeta técnica en la cual se detalla información sobre la presencia de antepasados de estas familias en esas tierras, incluso desde antes de la conformación del Estado argentino.
Pese al reconocimiento del Estado como Comunidad Indígena, el Mocase VC, aceptó firmar un acuerdo de cesión, que consagra el reconocimiento de derechos sobre este bien a Norberto Milei, un terrateniente usurpador y presupone que, como cesionarios, no son titulares de un derecho real.
En un contexto nacional de bancarrota económica y de vaciamiento de organismos estatales de apoyo al sector, como el INAFCI, Pro-Huerta, INTI, INTA, junto a los despidos de sus trabajadores, el Mocase VC aprovecha este acuerdo para enviar un mensaje a otros empresarios agropecuarios, alentando “el diálogo como medio para resolver conflictos”.
En sintonía con este mensaje conciliador, el líder del Frente Grande, y la UTEP, Juan Grabois, felicitó al presidente Javier Milei por su apertura a los movimiento sociales. Años atrás, ya había manifestado que era posible una suerte de “convivencia” entre el agronegocio y la agricultura familiar agroecológica. En el mismo encuentro el empresario agroindustrial, Gustavo Grobocopatel, sostenía que “una de las cosas del modelo del siglo XXI es la integración entre los agronegocios sojeros con la agricultura familiar agroecológica”.
En Santiago del Estero, los conflictos por la tierra no han cesado. La experiencia sojera en mano de terratenientes ha tenido consecuencias devastadoras en los territorios y comunidades, incrementando los desmontes, el monocultivo, fumigaciones.