Escribe Joaquín Antúnez
El “centrão” continúa con el control del Parlamento y los municipios.
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Las elecciones municipales de Brasil, dividido en 5.569 municipios en la cuales 165 millones de brasileños eligieron entre 463.354 candidatos a intendentes y concejales, pueden ser caracterizadas como una elección que escapó a la polarización nacional observada con el balotaje entre Lula y Bolsonaro en 2022. En gran medida, reflejó las debilidades del Partido de los Trabajadores (PT) y del PL, el sello electoral del ultraderechista inhabilitado para cargos públicos. Los grandes ganadores de esta elección fueron los partidos nucleados en el “centro”, un grupo de partidos que suelen ser un sello al mejor postor sin ningún tipo de raigambre ideológica o política. En las últimas décadas, con la caída del PT desde las municipales del 2016 y la incapacidad del bolsonarismo para tener un peso propio, este sector ha recuperado terreno de manera fenomenal. En el Congreso brasileño funciona como un fiel, apoyando el juicio político a Dilma Rousseff en una oportunidad y la inhabilitación de Bolsonaro, en otra.
El Partido Social Democrático (PSD), al cual pertenece el reelecto alcalde de Río de Janeiro -con apoyo del PT-, Eduardo Paes, se convirtió en el partido que más municipios controlará hasta 2028, con 837 en todo el país; lo siguen el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), con 807, y en tercer lugar el Partido Progresista con 721. Estos partidos se encuentran muy lejos de soñar con una elección presidencial. Sus victorias locales responden a distintos acuerdos con los partidos gobernantes, con las figuras de la oposición o con diversos magnates que buscan incursionar en la política y precisan de alguna firma que los avale. En Brasil existen 35 partidos “legales”.
Retomando el caso de Río, Paes ha sido “bendecido” por Lula ante la imposibilidad de presentar un candidato petista fuerte. Bolsonaro, por su parte, presentó y acompañó a un candidato proveniente de su propio gabinete, el exjefe de la agencia federal de inteligencia Alexandre Ramagem, que alcanzó solo un 30 % de los votos cuando hace apenas dos años Bolsonaro obtuvo un 47,5 %.
El PT ha exhibido una debilidad política inaudita, similar a la crisis de 2016, cuando como consecuencia del golpe contra Dilma Rousseff vio desplomarse una gran cantidad de alcaldías bajo su control. En esta oportunidad, no ha logrado ganar ninguna de las 26 capitales en primera vuelta y disputará la segunda en cuatro de ellas. El Partido Liberal (PL), por su parte, ha conquistado las alcaldías de dos capitales, Maceió (Alagoas) y Rio Branco (Acre), y ha pasado a la segunda vuelta en otras nueve. Ambos partidos se enfrentarán en dos capitales, Cuiabá (Mato Grosso) y en Fortaleza (Ceará). La segunda vuelta tendrá lugar el 27 de octubre.
En San Pablo, se ha producido un triple empate técnico entre un bolsonarista, un lulista y un outsider derechista. Ricardo Nunes, actual mandatario, respaldado por Bolsonaro aunque de manera distante, recibió el 29 % de los votos. En segundo lugar se ubicó Guilherme Boulos, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), la apuesta de Lula para esta elección. Ambos deberán competir en el balotaje. En 2020 la misma contienda acabó con una victoria aplastante de la derecha. La novedad fue Pablo Marcal, el empresario de 40 años, gurú del "emprendedurismo" y otros cuentos de los estafadores piramidales. Asociado por la prensa brasileña a un perfil como el de Milei, Marcal definió su campaña mediante un ataque “al sistema”, donde caben todos los partidos, de derecha a izquierda, y la prensa. Según sus declaraciones, todos ayudan a un “sistema comunista imperante” que sólo existe en su imaginación. Bolsonaro titubeó en apoyarlo públicamente. Marcal se encuentra asociado a todos los clanes narcos paulistas, algo que no ha podido desmentir y que la prensa se ha encargado de divulgar casi cotidianamente. En las horas previas a la elección publicó un certificado falso cedido por uno de los principales regentes de la salud privada de San Pablo, para deslegitimar a Boulos como un consumidor de cocaína sin control. Una acusación similar arrojó contra otro candidato en la TV y la respuesta fue romperle una silla en la espalda en vivo. Quedó fuera de la competencia, pero reunió casi un tercio de los votos. Sumada, la derecha carioca reunió casi el 60 % de las papeletas electorales. La elección paulista involucra a 12 millones de personas. Se trata del centro económico de Brasil. Boulos, que es calificado por sus adversarios como un “extremista de izquierda”, ha aceitado su vínculo con diversos círculos empresariales. El apoyo de Lula en esta elección estuvo seguido por la elección de su vice, la exalcaldesa y senadora Marta Suplicy, una histórica del PT que votó a favor de la destitución de Dilma en el Parlamento.
El resultado de este domingo ha sido caracterizado giro político al “centro y la centro-derecha”, como también se dijo en 2020. En un cuadro de polarización política tan acentuado y crisis de gobierno sucesivas, la clase obrera no ha tenido una representación propia ni ha intervenido en este terreno con sus propias reivindicaciones. Esta amalgama de victorias para las siglas del “centro” no significa ninguna salida a la crisis planteada.