Escribe Violeta Gil
Entrevista a Juan Carlos García.
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Emilio Lamas fue sacerdote en los años ´90 en la parroquia de Rosario de Lerma, una localidad ubicada casi 40 kilómetros de la Ciudad de Salta. En 2018, Juan Carlos García y Carla Morales Ríos lo denunciaron penalmente por el cargo de abuso sexual. Hace unas semanas, Juan Carlos era notificado de que la defensa del cura había planteado la prescripción de la causa, luego de años de lucha para conseguir justicia. Hablamos con él.
Juan: Emilio Lamas fue el cura párroco de la parroquia de Nuestra Señora Virgen del Rosario, en los años 90, después que murió el padre Néstor Ojeda. Emilio Lamas llegó al pueblo de Rosario de Lerma como un sacerdote joven, carismático, innovador, cambiando la estructura tradicional, y eso impactó en la población que veía un cura que salía, hacia deportes, que era como la gente común. Conquistó a la gente y era muy querido. Entonces ¿quién te iba a creer de sus delitos cometidos? En los años 90 era difícil denunciar al sacerdote o a la iglesia porque estaban idolatrados. Emilio Lamas se mostraba una cosa ante la iglesia y en su vida privada tenía una perversidad y maldad que dañó mi vida. Este Emilio Lamas es el que me destruyó, que me hirió y por eso hoy en día lucho para que se sepa la verdad.
Juan: Me animé a denunciarlo desde el momento que tuve un brote psicológico. Lloraba para desahogar, gritaba por la terrible situación. Hablé con una amiga que me dijo: "Tenés que denunciarlo". Le respondí que era muy difícil porque habían pasado muchos años y los curas siempre están protegidos. Ella me convenció de que no siempre es así. Primero lo denuncié ante la iglesia para el juicio eclesiástico, que quedaba bajo secreto pontificio. En el 2017 hice la denuncia civil ante la justicia, que no hizo nada hasta octubre del 2018, cuando decidí hacerla pública. Semana después, la justicia citó a declarar a Lamas. A la siguiente semana, la iglesia le quita el estado clerical. Todo fue rápido porque se hizo mediático a nivel nacional.
Juan: Fue increíble, para Salta, ya que en dos semanas tomó estado público, me hicieron los controles en el Centro de Investigaciones Fiscales y, al mes, el peritaje psicológico. A fines del 2018 se hizo la inspección ocular en la iglesia del paraje Alfarcito, lugar donde sucedieron las violaciones. En una conferencia que hicimos en Rosario de Lerma, la madre de Carla Morales se acercó a la misma a denunciar que su hija también había sido abusada por Lamas. Fue así como Carla volvió a Salta y avanzamos con la denuncia. Todo avanzaba, la fecha del juicio, los testimonios, los peritajes, todo iba marchando para el juicio. La repercusión fue muy buena, pero al mismo tiempo fue muy triste porque tuve que exponer mi cara y eso me costó mucho. Fue un castigo que los vecinos me cuestionaran por qué nos lo denuncié en ese momento, otros me decían que lo hacía por plata. Amigos se alejaron, perdí el trabajo, quebré económicamente y fui muy golpeado. Agradezco al Partido Obrero de Rosario de Lerma y a las Mujeres Organizadas que estuvieron en las marchas, aun cuando el pueblo no me acompañe. Tuve mucho apoyo de los medios de todo el país y de periodistas como Silvia Noviasky y Diego Rojas. Eso me motivaba para seguir la lucha. Es un proceso muy duro para las víctimas, por eso es que cuento esta experiencia para que a nadie le pase. Para enfrentar esta realidad hay que poner la cara y eso es un paso muy difícil, pero hay otras formas de luchar sin poner la cara. Admiro a Carla que se puso a la par a dar esta difícil lucha para ir hacia adelante. Sentirme acompañado me puso firme en esta pelea. He conocido muchos sobrevivientes de abusos eclesiástico de otras provincias. Esto me llevó a fundar la Red de Abusos Eclesiástico en Salta. Para los sobrevivientes es difícil denunciar, pero si nos organizamos con las demás víctimas quizás el golpe sea menos duro.
Juan: Lo que entiendo del abogado, la prescripción significa que la causa tiene muchos años, 27 años, y que ya pasó el tiempo. Prescribir la causa es hacer caer la lucha y todo lo que conquistamos con la pelea. Por eso nos enciende para defender lo que conquistamos. Ellos dicen que me quedo callado. Esto no es así. En los años 90 hice la denuncia ante la jueza de menores, Bustos Ralle. Esta jueza se reunió conmigo el año pasado, cuando esto se hizo mediático, y me dijo que ya se estaba por jubilar diciendo "yo esto lo pasé al juez Garbarino", exculpándose. Esta jueza intentó culpar a mi viejo diciendo que él no quiso denunciar. Mi viejo era un hombre laburador que casi no estaba en casa porque se iba Olacapato a trabajar en el ferrocarril o cuando había tapadas por la nieve. Mi vieja era una analfabeta, miedosa, una mujer de campo que cuidaba ovejas. Nadie conocía el contexto de mi familia. Mi padre tomaba alcohol, se enojaba, golpeaba a mi madre y éramos siete hermanos. Fueron tiempos difíciles para mis padres aun así enseñamos a nuestros hermanos a amarlos. Es difícil la vida. Que ahora la causa caiga después de muchas luchas, del dolor, de caer en el alcohol por las heridas y la violación que sufrí por parte de este sacerdote y que siempre fue impune, es mantener esa impunidad. Vuelven a encubrirlo con esa soberbia que siempre tuvo cuando me decía: "quien te va a creer a vos". Pero esta impunidad me lleva a estar más firme para seguir la lucha y exigir justicia. Queremos juicio. El tiempo de las víctimas hay que respetarlas. Voy a recurrir a todas las formas jurídicas para que no caiga la causa, como el Amicus Curiae y normas contra la prescripción. Hemos presentado adhesiones de distintas organizaciones. Queremos que se llegue a juicios para que no haya más víctimas. Estoy seguro de que hay muchas otras personas que aún no se animan a hablar. La causa no tiene que caer, yo denuncié, pido justicia, el cura cometió un gran delito contra mi vida cuando era adolescentes, fuimos cinco víctimas en Rosario de Lerma. Hemos expuestos nuestras vidas y la justicia no tiene derecho a no tomar en cuenta lo que estamos pidiendo, que no prescriba la causa. Si nuestra causa avanza, muchos otros se animarán a denunciar.
Juan: Que acompañen si ven a un joven que pide justicia por haber sido violado, eso quería en mis tiempos. Que escuchen y nos den tiempo. Estoy estancado en aquellos años, aunque trato de ser fuerte y de ser feliz. Quiero este juicio, que Emilio Lamas vea a este hombre que va a sostener la mirada firme y que ya no soy el adolescente a quien el violo. Pido justicia y que la comunidad nos acompañe en esta lucha para que cada niño víctima se anime a denunciar. Hemos iniciado una lucha muy importante, espero que podamos seguirla para que terminen los abusos. Sueño con que salgamos a las calles en mi pueblo para lograr justicia y comenzar una nueva etapa.