Luchar contra la guerra imperialista en Palestina

Intervención de Norberto Malaj (Política Obrera y autor del libro “Marxismo y sionismo”) en la mesa "Trotsky y los trotskismos frente a la cuestión judía y palestina" durante el III Evento León Trotsky | Buenos Aires 2024.

Tiempo de lectura: 10 minutos

Intervención de Norberto Malaj (militante de Política Obrera y autor del libro “Marxismo y sionismo”) en la mesa "Trotsky y los trotskismos frente a la cuestión judía y palestina", junto con Rafael Santos (PO), Laura Marrone (IS), Julián Luciano (NMAS), Raúl Gómez (MST) y Guillermo Iturbide (PTS).

Buenas tardes. Quiero comenzar haciendo una observación crítica por el tema de la convocatoria. Es indudable que esta mesa debería haberse convocado bajo el principio de la defensa incondicional de la causa palestina, la primera y fundamental causa de carácter antiimperialista y democrática actual en el planeta. De ninguna manera puede equipararse hoy la situación o la importancia de la cuestión palestina con la cuestión judía. No es que desprecio la importancia del antisemitismo, siempre presente como una vía de escape, o mejor dicho de excrecencia del capitalismo en descomposición. Menos que menos en un país que ha sufrido uno de los atentados antisemitas más importantes de la posguerra, el atentado contra la AMIA.

La cuestión judía en el presente se superpone y está atravesada por un hecho central: el llamado Estado judío es en actualidad una de las principales punta de lanza de las ofensivas de carácter fascista a escala mundial. El Estado sionista no solamente cumple esa función, en nombre del combate al antisemitismo ataca a los que luchan en defensa del pueblo palestino, incluidos importantes sectores judíos donde se han manifestado contra la acción criminal y genocida del Estado sionista.

Debe señalarse que el libertario seguidor de los Lubavitch en nuestro país, Zelensky —declarado él mismo como judío en Ucrania—, y el carnicero Netanyahu, todos ellos están sostenidos en fuerzas protofascistas que cobijan o se apoyan en confesos sectores antisemitas. No se puede dejar de señalar el compromiso del Estado sionista con los evangelistas de los Estados Unidos, entre ellos quienes asaltaron el Capitolio en enero de 2021.

Quiere decir que la cuestión palestina es la cuestión de las cuestiones. De ninguna manera puede opacarse la causa palestina en nombre de que sus direcciones actuales están embanderadas con un fundamentalismo que, por supuesto, no compartimos, incluso con banderas de carácter teocrático reaccionario.

Pero el punto de partida de la defensa de la causa palestina significa colocarse en el campo de esta causa. No puede ser que en nombre de la crítica a esas direcciones se obstaculice la defensa de esta causa.

Quiero hacer un llamado de atención sobre la conducta que tuvieron ciertas organizaciones, no solamente del campo de la izquierda, incluso organizaciones que se reclaman trotskistas, que pusieron un signo igual entre la acción supuestamente terrorista de Hamás con el terrorismo de estado del régimen sionista.

La opresión nacional da lugar, y pasó siempre frente a todas las grandes causas nacionales, a acciones terroristas de los pueblos oprimidos. Las defendemos como tales como un derecho de un pueblo oprimido contra la nación opresora. Así ocurrió en Argelia, en Vietnam, y en todos lados.

Hay que destacar que la negación de la causa palestina, por lo menos hasta los años 70, fue una norma prácticamente en buena parte de la izquierda, incluidos los ´trotskistas´ del llamado Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional.

La Nakba y el Apartheid en Sudáfrica fueron los primeros movimientos que rebelaron tempranamente, la estafa de los llamados “30 gloriosos años de la posguerra.

En verdad tras la II guerra, junto a la limpieza étnica de Palestina, se repitieron al por mayor acciones criminales contra los pueblos oprimidos. Un destacado historiador marxista, Isaac Deutscher, reivindicaba el Estado sionista porque supuestamente se asentaba en los famosos kibutz, supuestas colonias colectivas, que en realidad sirvieron a la colonización de la burguesía sionista de Palestina. Detrás de esa supuesta conducta izquierdista sirvieron a la expulsión del pueblo palestino de sus tierras.

El sionismo resultó un movimiento reaccionario desde sus mismos inicios. Israel nunca fue un vergel democrático, se asentó siempre en una política criminal contra el pueblo palestino y de gendarme al servicio del imperialismo sobre toda la región. Un estado que vivió en guerras intermitentes cada tantos años, que se encuentra entre los más militarizados del planeta, y que en forma creciente, en las últimas décadas, ha pasado al control de los colonos sionistas que se han lanzado a la ocupación de la Cisjordania. Junto a estos colonos ha levantado cabeza una semi-teocracia fundamentalista de carácter filo-fascista, partidaria de la expulsión total de los palestinos de toda su tierra, incluida la minoría palestina que habita el estado sionista, como ciudadanos de cuarta.

Es falso que el estado sionista vino a reparar el dolor del pueblo judío frente a la Shoá. Israel nunca se transformó en la ´patria´ del pueblo judío. Éste en su inmensa mayoría vive en lo que los sionistas llaman la diáspora. El sionismo resultó en este aspecto un fracaso estrepitoso. La tan mentada ´tierra prometida´ resultó una cuña del imperialismo mundial para someter a todo el Medio Oriente. Israel, a pesar de la derechización —y en muchos aspectos fascistización del país—, está plagado aun así de contradicciones insalvables. Desde hace tiempo el estado sionista vive en un estado larvado de guerra civil, opacada transitoriamente por la guerra presente. Una mayoría judía laica (aún bajo las fauces del sionismo) choca en forma creciente con los colonos sionistas ultra-religiosos —eximidos encima del servicio militar. Hasta el presente, viven muchísimos más judíos fuera de Israel que en el propio estado sionista. La mayor concentración de judíos no está en Tel Aviv o Jerusalén, sino el New York. Le siguen Londres, París o Buenos Aires. Las famosas ´aliás´, la ida voluntaria de los judíos a Israel desde occidente, fue un completo fracaso.

En verdad, las principales inmigraciones hacia Israel partieron de procesos de carácter artificial, deliberadamente instigadas por el sionismo, de ninguna manera nacidas de forma voluntaria por las masas judías. Los judíos que emigraron de los países occidentales en alta proporción volvieron a sus países de origen. Hubo periodos en los cuales el retorno fue mayor que la inmigración.

Israel recibió tres grandes olas de inmigración. La primera fue la de los sobrevivientes de la Shoá, que los estados capitalistas, desde los europeos a Estados Unidos, no quisieron aceptar. La segunda fue la ola más terrible. Fue precipitada con métodos violentos por el sionismo, desatando Israel atentados sobre sinagogas del mundo árabe que los sionistas hicieron pasar como antisemitas. En esos países vivían casi 800.000 judíos que lo hacían armoniosamente con los árabes y fueron llevados a Israel de forma forzada. Por supuesto las oligarquías de estos países se sirvieron de esa política para desprenderse de muchos judíos que se destacaban como militantes y dirigentes de las izquierdas locales, donde jugaron importantes tareas como organizadores del movimiento obrero, al igual que ocurrió en la mayoría de los países donde habitaban los judíos. La última gran inmigración fue la rusa, la que arrastró a casi un millón de judíos a Israel en medio de la descomposición fenomenal de la URSS. Los religiosos de Israel se ´taparon la nariz´ frente a estos judíos que despreciaban, quienes apenas se consideraban a sí mismos como judíos. Por supuesto el estado sionista se encargó luego de ´asimilarlos´. En síntesis, ninguna de todas estas inmigraciones fue voluntaria.

El movimiento obrero internacional y el marxismo deben atender hoy centralmente la tarea de la defensa de la causa palestina y de todos los pueblos del Medio Oriente contra el estado sionista, en primer lugar en defensa de la resistencia del guetto de Gaza, de Cisjordania y de las masas del sur del Líbano. Hamas o Hezsbolá deben ser reconocidas como fuerzas beligerantes.

Es absolutamente vergonzoso que haya gente que incluso en el campo de izquierda identifique a estas organizaciones como terroristas.

Terroristas llamaron siempre los imperialistas a las acciones de los pueblos oprimidos. Así ocurrió con el pueblo vasco, con Irlanda y tantos otros países. La acción de Hamas o la acción de Hezbollah son las acciones de resistencia de un pueblo oprimido.

Sin comprometernos con sus ideologías, las cuales criticamos, nos colocamos, sin embargo, en forma incondicional en el campo de estas acciones.

La acción en particular del 7 de octubre, realizada por una organización ideológicamente reaccionaria, tuvo sin embargo un alcance revolucionario.

¿Por qué motivo? Porque venció la supuesta invencibilidad del Estado sionista y porque de alguna manera puso en cuestión el predominio del Estado de Israel sobre los pueblos oprimidos y en particular el pueblo de Palestina.

Para ir cerrando, ¿cuál es el objetivo de toda esta ofensiva de Israel, respaldada por el imperialismo mundial? Es indudable que no estamos en presencia simplemente de un ataque al pueblo palestino, ni siquiera al pueblo del Líbano. El objetivo de toda esta ofensiva es Irán y la reconfiguración total del Medio Oriente. Es la antesala de un movimiento de cuño imperialista dirigido a llevar la guerra mundial, que hoy tiene su epicentro en Ucrania y Palestina, contra China y Rusia.

Es decir, el imperialismo mundial está en una ofensiva de carácter histórico, como no se ha vivido desde la Segunda Guerra Mundial. Hay que defender incondicionalmente la causa palestina. Eso significa no solamente el derecho al retorno de los millones de palestinos que han sido expulsados de sus tierras.

El futuro de Palestina y de alguna manera el futuro de todo el Medio Oriente tiene que ver con el establecimiento no solo de una república laica, democrática en Palestina, sino con la instalación de un régimen de repúblicas obreras a escala de todo el Medio Oriente, desde el Magreb hasta el Kurdistán.

Para concluir, es indudable que los sionistas están buscando una especie de´ solución final´ a la cuestión palestina, a la que hay que oponerle una acción histórica del movimiento obrero internacional. Los objetivos de estas movilizaciones deben llevar al desmantelamiento de la formación estatal sionista. La persistencia de Israel como estado colonialista y ocupante es incompatible con cualquier armonía pacífica en la región. Hay que luchar por una república única, laica, en Palestina, bajo la dirección de los árabes palestinos; en la cual podrán vivir todos los judíos que quieran hacerlo en mancomunados con el pueblo palestino mayoritario en esas tierras.

Nada más, compañeros.

SEGUNDA PARTE DE SU INTERVENCIÓN

Voy a reiterar lo que señalé inicialmente: no está en debate hoy una cuestión judía como en el pasado. Hoy el problema central en debate es la cuestión palestina. Traer a colación las viejas discusiones sobre la cuestión judía es absolutamente ocioso frente a la guerra de exterminio del Estado sionista contra el pueblo palestino.

Quienes cuestionan los métodos ´incivilizados´ del pueblo oprimido de Palestina, como ocurrió con la acción del 7 de octubre del año pasado, expresan una posición de cretinismo pacifista. Igualan los métodos ´terroristas´ de Hamás, porque así los llamaron, con el terrorismo genocida del estado opresor sionista y del imperialismo mundial. Los métodos que aplican los movimientos nacionales son los métodos a los que los obligan las naciones opresoras. Así pasó siempre en la historia. Y los marxistas y Trotsky ni duda cabe que se ubicaron en el campo de quienes llevaron a cabo esas acciones políticas, incluidas las terroristas, aún aquellas que pudieron resultar contraproducentes. La responsabilidad por esos actos, en última instancia, es también de los opresores, no de los movimientos nacionales.

Una compañera hizo una observación acá que no deberíamos dejar pasar porque tiene que ver con este debate: “¿es requisito para el triunfo de la causa palestina que haya una organización comunista?”. Está mal formulado el problema. La situación que tenemos hoy es la siguiente: hay un movimiento nacional que esta acaudillado por una dirección políticamente ajena a la revolución proletaria, eso está totalmente claro, pero que sin embargo es la fuerza política que dirige a las masas oprimidas de Palestina. Hamas es un movimiento nacional que comenzó a levantar cabeza cuando la OLP después de los famosos acuerdos de Oslo capituló en toda la línea frente al Estado de Israel. De paso sea dicho, es falso que el problema sea que algunos

reconocen el Estado de Israel y otro no. Hay sectores de Hamás que han reconocido históricamente el Estado de Israel. El motivo por el cual levantó cabeza Hamás es porque fueron los que organizaron los movimientos sociales que permitieron resistir al pueblo palestino frente a la acción de la Autoridad Palestina, vulgares ´judenrats´ colaboracionistas del estado sionista como lo eran esos capataces judíos que actuaban en los guettos al servicio del nazismo. Por lo tanto, el problema, una vez más, es en qué campo nos colocamos. Solamente puede prosperar una postura socialista, una perspectiva de emancipación nacional en términos de una revolución proletaria internacional si nos colocamos en el campo de la resistencia nacional. Si partimos de esta premisa, podrá haber una dirección revolucionaria. Lo otro, es ideologismo inoportuno, es decir no contribuye al desarrollo de la lucha del pueblo palestino.

Cierro con esto: se planteó acá un problema que es importantísimo. “¿Cuáles son los vasos comunicantes de la Guerra de Ucrania y la lucha palestina o la lucha más de conjunto de Medio Oriente?”. Es indiscutible que hay vasos comunicantes fundamentales. El campo ucraniano está bajo el dominio pleno de la OTAN, y el campo de Israel tiene detrás exactamente los mismos interesas, son las fuerzas imperialistas las que buscan rediseñar el Medio oriente y rediseñar toda la zona aledaña a Rusia con el objetivo de colonizarla. Por supuesto que la posición de Putin no es la de la revolución proletaria, está a años luz de eso. Sin embargo, no es lo mismo el imperialismo mundial que los gobiernos de los ex Estados obreros como el de China o el de Rusia en el enfrentamiento con el imperialismo. Sin tomar ninguna posición ni a favor del gobierno chino ni a favor del gobierno ruso, es indudable que hay una ofensiva del imperialismo mundial que va en primer lugar contra Irán, pero que se perfila claramente contra China y contra Rusia.

Una última cuestión. Es indudable que no se puede hablar en iguales términos del movimiento obrero israelí y del movimiento obrero palestino. El movimiento obrero israelí lamentablemente está bajo el dominio del sionismo, está dominado por las posiciones de la burguesía sionista; en este sentido es cómplice incluso de la colonización antipalestina. Nosotros tenemos que ubicarnos fundamentalmente en el campo de la defensa del movimiento obrero y las masas populares palestinas. El movimiento obrero israelí tendrá que reaccionar, solo sobre la base de una acción internacional de los pueblos árabes, del pueblo palestino y de los pueblos del mundo. Hoy, de un modo general, el pueblo israelí está no solamente derechizado sino que deja correr las políticas criminales de su gobierno; más allá que como dijimos Israel vive virtualmente una estado de pre-guerra civil. Antes del 7 de octubre, durante todo el año 2023 Israel estuvo surcado por enfrentamientos violentísimos entre un amplio sector de la vida civil contra el gobierno de Netanyahu. Los diarios, la prensa internacional, calificaron ese movimiento como un enfrentamiento nacional como no vivió el Estado de Israel desde su fundación.

LEER MÁS:

Mirá todas las intervenciones de Política Obrera en el III Evento León Trotsky | Buenos Aires 2024

Suscribite al canal de WhatsApp de Política Obrera