Escribe Olga Cristóbal
Codere, a la Secretaría de la Niñez, una vejación.
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Desde hace un par de semanas, la vicepresidenta Victoria Villarruel, adoratriz de la dictadura que quemó miles de libros; una fundación ignota que ni siquiera está legalmente inscripta pero dirigida por un defensor de la paidofilia; una columnista de Infobae conocida por su beatificación del clero y sus campañas contra las mujeres, las disidencias sexuales y el aborto; y otros sectores ultraderechistas, montaron una campaña cavernícola, antidemocrática y plagada de mentiras contra Identidades Bonaerenses, un programa de lectura del Ministerio de Educación de la provincia de Buenos Aires. Las acusaciones liberticidas son previsibles: degenerados, degradantes, inmorales, que violan (sic) un derecho a educar, el cual sería privativo de las familias y no de la escuela.
“¡Dejen de sexualizar a nuestros chicos, saquen de las aulas a los que promueven estas agendas nefastas y respeten la inocencia de los niños! ¡¡Con los chicos NO!!”, aulló en sus redes Villarruel, que reunió en el Senado a esta fauna variopinta mientras su bloque trataba de cerrarle el paso a una ley que limita tímidamente las apuestas on line mientras uno de cada cuatro chicos apuesta cotidianamente desde sus celulares.
La campaña, que tuvo infinidad de repetidoras entre los trolls del gobierno y medios amigos, incluye un par de denuncias penales contra el ministro Alberto Sileoni por corrupción de menores y difusión de pornografía.
La colección de Identidades Bonaerenses contiene más de cien libros de narrativa, novela gráfica y poesía; fue lanzada en 2023 y se distribuyó en bibliotecas de escuelas medias y de educación superior que dictan las carreras de Formación Docente Inicial, Bibliotecología y Bibliotecario de instituciones educativas; centros de información y bibliotecas populares del sistema educativo bonaerense y bibliotecas populares.
Identidades Bonaerenses es un programa de lecturas optativas para el segundo ciclo. No son textos de lectura obligatoria y están destinados a chicos de más de 15 años. Quienes piden que sea abolido defienden bajar la edad de imputabilidad de 16 a 13 años y predican que las niñas y adolescentes embarazadas deben ser sometidas a la maternidad, esa sí obligatoria.
La furia se centró en varios libros escritos por mujeres, especialmente Cometierra y La china Iron, de dos prestigiosas autoras, Dolores Reyes y Gabriela Cabezón Cámara, respectivamente. Otra obra objetada es Piedra, papel o tijera, de Inés Garland, novela que en 2014 ganó el Premio Alemán de literatura juvenil que se entrega cada año en la Feria de Frankfurt. Por esta novela Cabezón Cámara fue finalista del International Booker Prize -el Nobel inglés-. Además, la autora ganó en estos días el Sor Juana, que premia el trabajo literario de mujeres en idioma español, por Las niñas del naranjel”.
Lo que enloqueció a sus detractores es que los textos contienen algunas escenas eróticas aunque, como bien señala Hinde Pomeraniec en otra nota de Infobae, no son “el asunto dominante de los libros” y “suceden entre pares y sin violencia”.
Inmediatamente, comenzó a circular una solicitada en redes sociales titulada “En defensa del derecho a leer”, que cosechó miles de firmas.
Es una campaña a imagen y semejanza de la de los republicanos en Estados Unidos, que limpió la bibliotecas escolares de todo lo que juzgaron inmoral.
Frente a esto, casi un centenar de escritores y escritoras se darán cita el sábado 23 en el teatro El Picadero para una lectura colectiva de la novela Cometierra, de Dolores Reyes, a modo de desagravio. Estarán, entre otros, Claudia Piñeiro, Patricia Kolesnicov, Juan Sasturain, Guillermo Martínez, Martín Kohan, Hinde Pomeraniec, Félix Bruzzone, Fabián Casas, Cristian Alarcón y la propia Reyes.
La avanzada de los liberticidas es sobre la cultura pero también contra la infancia y la juventud, su derecho a leer y su derecho a tener educación sexual. Los números del Ministerio Público Tutelar porteño indican que el 80% de los chicos y chicas de entre 12 y 14 años que denunciaron abusos sexuales lo hicieron luego de tener una clase de ESI.
El gobierno de Milei es el que nombró a un CEO de Codere, una empresa de apuestas como nuevo Secretario de Niñez. Y que en medio de una epidemia de apuestas online en la adolescencia, autorizó que los mayores de 13 años puedan operar en el mercado de capitales.
Son los defensores de la dictadura de Videla, que quemó miles de libros. Por ejemplo, un millón y medio de libros y revistas del legendario Centro Editor de América Latina en un baldío de Sarandí. 80.000 de la Biblioteca Vigil, en Rosario. Defensores de los asesinos de la Triple A que, durante el gobierno de Isabel Perón, la amiga de Villarruel, entraron a Eudeba y se llevaron 25.000 libros.
Es el gobierno del perverso presidente que dice con una sonrisa cómplice en los labios que “el Estado es un pedófilo en un jardín de infantes con niños encadenados y cubiertos de vaselina'”.
Así quiere a los niños y a los adolescentes. Encadenados a la superstición, a la violencia, a la ignorancia, a la maternidad compulsiva, a la ludopatía, al afán de un lucro inalcanzable, brutos y hambrientos. No lo logrará.