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El domingo pasado se realizó en Rumania la primera vuelta de las elecciones presidenciales. El nacionalista Calin Georgescu -un candidato que se presentó a las elecciones sin partido- se impuso en la primera vuelta con el 23 por ciento de los votos, seguido de la conservadora Elena Lasconi, con quien disputará el balotaje el 8 de diciembre. Rumania también llevará a cabo elecciones parlamentarias el próximo 1 de diciembre.
Otra consecuencia de estos comicios es que el primer ministro del país, Marcel Ciolacu, renunció como líder del Partido Social Demócrata (PSD) tras quedar fuera de las presidenciales, en las que Ciolacu quedó tercero con el 19,5% de los votos. El PSD gobierna actualmente en una gran coalición con el partido liberal-conservador PNL. Ciolacu felicitó a sus dos rivales que concurrirán a la segunda vuelta y afirmó que su partido acepta el resultado, donde la diferencia de votos con Elena Lasconi resultó de sólo dos puntos porcentuales.
Durante su campaña, Georgescu se había expresado en contra de la OTAN y el mayor alcance que obtuvo para su propaganda, fue por medio de las redes sociales, entre ellas TikTok (donde acumuló 1,6 millones de “me gusta”). Su discurso en Facebook ha sido demagógico, afirmando enfrentar las “injusticias, por los humillados”, y arrojando también un guiño clerical -como fundamentalista cristiano-ortodoxo que es- refiriéndose a que el “voto es una oración por la nación”. Georgescu está bajo investigación penal, desde 2022, por glorificar el movimiento de legionarios profascista, cristiano-ortodoxo y antisemita, del período de entreguerras y llamó héroe al dictador rumano y aliado de Hitler, Ion Antonescu. Estas son las novenas elecciones del jefe de Estado desde la caída del régimen dictatorial del stalinista Ceausescu, por medio de una enorme rebelión popular (1989).
Lo de Georgescu como dato electoral no es novedoso ya que se puede tomar, por caso, la emergencia en su momento del cómico Beppe Grillo y su M5E, en Italia, o de Milei, como expresiones de un fenómeno ´anticasta´, en el marco de un desplome de los partidos tradicionales de sus respectivos países, como un subproducto de los efectos de la crisis capitalista sobre sus fuerzas políticas.
Según su sitio web, Georgescu tiene un doctorado en pedología -una rama de la ciencia del suelo- y ocupó diferentes cargos en el Ministerio de Medio Ambiente de Rumania en la década de 1990. Entre 1999 y 2012, fue representante de Rumania en el comité nacional del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Por su parte, una vez conocidos los resultados definitivos de los comicios, Lasconi dijo que buscará conformar alianzas para ganar el balotaje e impulsará una campaña centrada en que Rumania siga integrada a la Unión Europea (UE) y a la OTAN. Un total de 13 candidatos buscaban la presidencia de la Nación.
Fue también, a través de las redes sociales, que Georgescu se refirió elogiosamente a la Rusia de Putin, como un modelo a seguir. Esto podría ser un indicio de a dónde podría inclinarse el fiel de la balanza para Rumania (en caso de que Georgescu obtuviera la presidencia), con respecto a la guerra mundial y su rol como un posible aliado más, para el bando de las oligarquías periféricas de Putin.
En ese sentido, el escenario político rumano, no está aislado del resto de Europa oriental. Hace una semana la mandataria de Moldavia, Maia Sandu, obtuvo su reelección para un segundo mandato y ante esos resultados, la presidenta de Georgia, Salome Zurabishvili, luego de felicitarla, señaló que las elecciones moldavas "son la mejor prueba" del "robo" en los comicios celebrados recientemente en su país, donde ha denunciado la "injerencia rusa" y un fraude para beneficiar al partido gubernamental. En el caso de Georgia, la comisión electoral confirmó la victoria del gubernamental Sueño Georgiano, mientras que Zurabishvili rechazó los resultados, cuestionados también por la UE y Estados Unidos. En última instancia, las elecciones en Rumania, Moldavia y Georgia, son demostrativas del desarrollo de expresiones o movimientos "democráticos" a favor de la OTAN y otros "antieuropeos" prorrusos, en el marco de la guerra mundial, al mismo tiempo que es representativo del callejón sin salida que implican para los proletarios de todo el mundo, las variantes de la “victoria militar de Rusia”, como también de “la democracia”. Los escenarios electorales en Europa oriental y en el resto del mundo, son piezas en un tablero en el que la tendencia de la guerra mundial tiende a profundizarse, y por lo tanto las crisis económicas, los ‘ajustes’ y las crisis políticas.