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A la cita de las CTA, dirigidas por Hugo Yasky (CTERA) y Hugo “Cachorro” Godoy (ATE), del 5 de diciembre, se sumaron sindicatos ligados a la CGT como el SMATA, Aceiteros, La Bancaria, APOPS, entre otros. La columna de la marcha tenía una bandera con la consigna del kirchnerismo, “La Patria no se vende”, y salvo excepciones, fue un desfile de dirigentes sindicales o de las organizaciones sociales no sindicales. Por su parte, el FITU se convocó en el Obelisco con una columna que pasó desapercibida. La convocatoria reunió una columna de jubilados que hace meses vienen enfrentando al gobierno de Milei y son reprimidos por la policía de Jorge Macri y Patricia Bullrich por sus reivindicaciones.
Según Página/12 (6/12), la movilización “estuvo precedida de tres meses de reuniones entre agrupaciones del campo nacional y popular que, aunque comparten su oposición al gobierno de Milei, enfrentan evidentes dificultades para encontrar cómo darle pelea”. En política, la dificultad de las fuerzas en presencia para “dar pelea”, es colaboración. Las reuniones, entre pseudopeleas, entre los libertarios y los kirchneristas, son comida cotidiana. En estos tres meses, crecieron los despidos de forma geométrica, se implementaron los tarifazos en los servicios, el transporte y los alimentos. La jornada del 5 de diciembre no se propuso ni por un momento confrontar con el Gobierno de Milei ni a los consecutivos ataques a los y las trabajadoras.
Las ausencias que más resonaron fueron las de Pablo Moyano y los sindicatos del transporte enrolado en la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) que venían peleando hace semanas atrás por las paritarias. La AGTSyP movilizó con la mutual a pesar de haber ingresado recientemente a la CATT. Ningún Sindicato movilizó más allá de su aparato, en el caso del SMATA eran 30 contando a los que tocaban los bombos.
Ambas CTA están mayormente nutridas por los sindicatos estatales de docentes y empleados públicos. Entre la docencia la convocatoria no existió, el horario de la movilización coincidía con las actividades escolares. Por su parte, la Asociación Trabajadores del Estado había definido un paro de 24 horas para garantizar la participación, pero el paro no tuvo trascendencia en los edificios. Los organismos que más lograron movilizar fueron aquellos que realizaron actividades previas denunciando el examen SEP (Sistema de Evaluación Pública) al que serán sometidos los y las trabajadoras estatales. La jornada nacional de lucha de los movimientos sociales y los sindicatos no se convirtió en un polo de reagrupación de los y las trabajadoras.