Las obras sociales dejan fuera a los monotributistas

Escribe Pablo Busch

En medio del crecimiento del trabajo bajo factura.

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El mínimo crecimiento del empleo registrado en la última medición de septiembre, celebrado por el gobierno, se basa en el crecimiento del monotributo. Según Clarín (11/12), “la cantidad de personas con trabajo registrado creció y en septiembre la suba fue del 0,2%, (22.700 trabajadores más que el mes previo), alentada por la incorporación de 13.800 monotributistas y autónomos y 9.600 trabajadores asalariados del sector privado (0,2%), mientras que el empleo público se mantuvo sin cambios y el de casas particulares cayó 0,2%, según los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA)”. El monotributo o trabajo bajo factura es una de las tantas formas en las cuales el capital encubre la relación de dependencia de los trabajadores, evitando pagar los derechos de convenio (aguinaldo, vacaciones, licencias, etc). La reforma laboral acordada con la burocracia de los sindicatos legalizó esta forma de contratación precaria sin reconocerla como relación de dependencia.

Pero la precariedad de los monotributistas también se ha agravado. El mismo diario informa que los prestadores de salud no aceptan el ingreso de los nuevos monotributistas. “Muy pocas entidades los aceptan porque el aporte que realizan al sistema es la tercera parte del costo del PMO” -se refiere al Programa Mínimo Obligatorio de prestaciones que deben brindar obras sociales y prepagas. La conversión impulsada por el Gobierno de las prestadores de salud en Agentes de Seguro ha sido la oportunidad para blanquear el rechazo de los prestatarios a aceptar el ingreso de los monotributistas. “Según una investigación privada, hoy sólo el 24% de las obras sociales cubre el PMO con los aportes del público. El Registro Nacional de Agentes del Seguro tiene más de 300 entidades y las que aceptan monotributistas son apenas 19”, y todas ellas, marginales. El desplazamiento del acceso a la salud de los monotributistas hacia el sistema de salud pública explica el crecimiento de la atención en hospitales, que ya se encontraban en condiciones de colapso.

Según el último informe elaborado por Prosanity Consulting junto con Ipegsa (Instituto de Política, Economía y Gestión en Salud) y la Universidad del Salvador (USAL), el costo per cápita actualizado al 31 de octubre de este año, sin coseguros, fue de $48.677.76. Es mucho más que lo que pueden aportar los monotributistas de las categorías más bajas.

Las únicas obras sociales que aceptan a los monotributistas son las peores de la nómina o de existencia cuasi fantasmal: Obra Social Asociación Mutual de los Obreros Católicos Padre Federico Grote, Obra Social Programas Médicos Sociedad Argentina de Consultoría Mutual, Obra Social de Operadores Cinematográficos, Obra Social del Personal de Distribuidora Cinematográficas de la R.A., Obra Social para el Personal de la Industria Forestal de Santiago del Estero, Obra Social de Maquinistas de Teatro y Televisión, Obra Social de Trabajadores de Prensa De Buenos Aires, Obra Social de Capataces Estibadores Portuario, Obra Social del Personal de Prensa de Mar Del Plata.

El trabajo bajo factura es la única modalidad de contratación que crece. El capital no sólo logro deshacerse del costo de los derechos laborales asociados a la relación de dependencia, sino que además se deshace del costo de sostener la salud de los trabajadores, que quedan rehenes de obras sociales fantasma o de la salud pública.

La traición de la burocracia sindical hacia los trabajadores monotributistas es triple: primero, deja pasar la mamushka de subcontrataciones y tercerizaciones, que son la base del monotributo en los lugares de trabajo; segundo, actúa abiertamente como empresaria de sus obras sociales, rechazando el ingreso de los monotributistas; tercero, no plantea ninguna solución ni reclamo de conjunto para que los trabajadores accedan a la cobertura de salud.

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