Venezuela

González Urrutia, el Guaidó 2.0

Escribe Jacyn

Los fraudes del régimen de Maduro han fortalecido a la derecha latinoamericana.

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Finalmente, Nicolás Maduro juró por un nuevo mandato presidencial ante sus acólitos y un puñado de apoyos, entre los que se cuentan los gobiernos de Cuba y Nicaragua y los exembajadores kirchneristas Alicia Castro y Carlos Raimundi. En cambio, no tuvo lugar el anunciado ingreso a territorio venezolano de Edmundo González Urrutia, proclamado ganador de las elecciones del 28 de julio pasado por todas las fuerzas opositoras, que debía ir acompañado de una comitiva de expresidentes. En su lugar, la “Plataforma Unitaria” emitió un comunicado tachando de ilegítima la asunción de Maduro y anunciando “una nueva fase en la lucha por la democracia y la libertad de Venezuela”. La oposición dice haberse impuesto a la candidatura de Maduro con 7,5 millones de votos y acusa al gobierno de fraude. En respuesta, el gobierno de Maduro ha emitido una orden de captura contra González Urrutia. Éste, por su parte, ya había anticipado, de algún modo, su repliegue. Se ha acuñado la etiqueta de Guaidó 2.0, en alusión al fracaso de instalar un presidente en el exilio, que fue reconocido por alrededor de cincuenta países.

En la víspera, la verdadera líder de la oposición, Corina Machado, salió de 133 días de clandestinidad y encabezó un acto en Caracas cuya convocatoria, coinciden todos los comentarios, estuvo muy por debajo de las expectativas. El chavismo lo festejó como un triunfo propio. La cúpula misma del gobierno -Maduro y el número dos del régimen, Diosdado Cabelllo- dio rienda suelta a su euforia en la TV pública venezolana. Por su parte, Machado protagonizó un extraño episodio, no esclarecido aún, donde ella asegura haber sido detenida y enseguida liberada por grupos parapoliciales que responden al oficialismo. El gobierno respondió difundiendo un video donde se la ve tranquila y dando explicaciones sobre una supuesta persecución en el vehículo que la trasladaba, pero sin dar cuenta de ningún secuestro, como aseguró después.

Dos factores parecen haber determinado el fracaso de la oposición. El primero de ellos fue que no se produjo el giro que esperaba por parte de las fuerzas armadas venezolanas, transformadas en una de las columnas fundamentales del régimen, en el marco de un acentuado repliegue político de las masas y del proletariado venezolano. Los militares ocupan cargos fundamentales en la economía del país. A ellos se fueron dirigidas las exhortaciones de la víspera, incluso del gobierno argentino, quien a través de Guillermo Francos pidió “la intervención de las fuerzas armadas” venezolanas “en favor” de la oposición.

Pero no es este el único factor de estabilidad del régimen de Maduro, que afronta una crisis social sin precedentes. El segundo factor es Chevron. La petrolera estadounidense explica la cuarta parte de sus exportaciones de petróleo. Venezuela abastece con más de 300 mil barriles diarios de petróleo crudo a los Estados Unidos, apenas por detrás de Canadá y México y por delante de Arabia Saudita. Continuó haciéndolo luego de las denuncias de fraude contra Maduro, a lo largo de todo el último semestre. Biden estableció un acuerdo con Maduro que levantaba las sanciones contra Venezuela impuestas por Trump a cambio de elecciones ´limpias´ en 2024. El régimen fraguó los resultados, a pesar de lo cual las petroleras continuaron haciendo negocios en el país caribeño.

“Biden retiró en abril una licencia general para que las compañías petroleras operaran en Venezuela, pero las alentó en privado a solicitar licencias individuales que permitieron que la actividad continuara casi sin problemas. Desde las elecciones, los funcionarios de Biden han dado señales de que no obligarán a las compañías petroleras que hacen negocios en Venezuela a retirarse”, señala The Wall Street Journal (citado en Clarín, 10/1). Por su parte, Trump, que no ha vacilado en proclamar sus pretensiones anexionistas sobre México y Canadá, el canal de Panamá e incluso Groenlandia, perteneciente al reino de Dinamarca, ha sido llamativamente ´moderado´, al menos hasta ahora, con el régimen venezolano.

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