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Este lunes 27 de enero, cuando aún las llamas de los incendios en California no se han extinguido, ha hecho su aparición otro foco, uno que los bomberos no pueden enfrentar. Nos referimos a las caídas en las bolsas apuntaladas por las empresas tecnológicas oriundas de Silicon Valley, seguidas por un montón de empresas que hacen a los distintos servicios y herramientas necesarios para suplir el negocio, desarrollo y aplicación de la inteligencia artificial (IA). Este escenario arrastró a las principales bolsas del mundo de las cuales las empresas argentinas no fueron excepción.
Las acciones de Nvidia -que superó a Apple y se convirtió en la empresa más grande del mundo por su cotización bursátil gracias al boom de la IA a fines del año pasado- se desplomaron un 16/17 por ciento, eliminando más de 600.000 millones de dólares de valor de mercado, una pérdida récord para cualquier empresa. Microsoft y otras empresas conocidas del rubro cayeron, pero como señalamos antes también muchas empresas importantes que hacen a todo el ecosistema: ASML, fabricante de máquinas de fotolitografía para la industria de semiconductores, y hasta hoy tercera compañía por capitalización de Europa, se desploma un 9% en los primeros compases de la sesión, dejando en el camino más de 25.000 millones de euros. Siemens Energy, que suministra hardware eléctrico para infraestructura de inteligencia artificial, se desplomó un 20 por ciento. Schneider Electric, un fabricante francés de productos de energía eléctrica que ha invertido mucho en servicios para centros de datos, cayó un 9,5 por ciento. Es decir las empresas que fabrican los “picos y palas” de la revolución de la IA fueron afectadas recordando a las caídas como el fabricante de hardware Cisco en la explosión de la burbuja dotcom de fines del siglo pasado.
Pero, ¿cuál fue el detonante de esta caída? Deepseek, una “startup” china presentó un modelo (LLM) Deepseek R1, de código abierto (“cualquiera” puede revisarlo e incluso instalarlo y correrlo por su cuenta), que “empata” e incluso en algunas mediciones supera a los resultados del líder del mercado, OpenAI. En estas últimas semanas, la aplicación comenzó a ser más y más popular llegando a superar al chatbot de OpenAI en el top de descargas gratuitas en el Apple store. Y lo más importante de todo: lo habrían logrado con una fracción ínfima del capital invertido por sus competidores norteamericanos y sin poder acceder a los chips más avanzados debido a las restricciones en la guerra de los chips.
Desde 2022, Estados Unidos aplica un bloqueo a las exportaciones de ciertos semiconductores especialmente sofisticados. El objetivo es evitar el acceso de Pekín a tecnología de punta que pudiera utilizar para su desarrollo tecnológico/militar, pero el resultado parece haber sido el opuesto: ante las restricciones, las empresas chinas han tenido que ingeniárselas para poder resolver los problemas y mejorar los modelos para reducir la necesidad de estos chips más potentes.
Esto ha sacudido a la industria por el impacto que tiene en los planes de inversión y el nivel de gasto que tienen las grandes tecnológicas que pugnan por dominar el mercado en esta carrera. Provocó que los inversores reconsideren los grandes retornos que esperan de las vertiginosas valoraciones de fabricantes de chips como Nvidia.
La inversión en IA por parte de empresas tecnológicas estadounidenses de gran capitalización alcanzó los 224.000 millones de dólares el año pasado, según UBS. Estas empresas debían invertir casi 300.000 millones de dólares en gastos de capital este año, según estimaciones de Visible Alpha. Los analistas esperan que el miércoles, cuando informen sus resultados, Meta y Microsoft informen sobre inversiones para 2024 por un total de 94.000 millones de dólares.
En Davos se discutió la competencia entre EE.UU. China y Europa en el terreno de la IA.
Uljan Sharka, consejero delegado de iGenius, una compañía italiana del sector, cree que un elemento fundamental es la potencia computacional. “Si analizamos los elementos habilitadores fundamentales se suelen destacar los datos, los talentos y la potencia computacional. Los primeros son más o menos abiertos a todos, en el segundo hay muy buenas universidades no solo en EE.UU. sino también en Europa y en China. La potencia computacional en realidad es el único elemento que diferencia un ecosistema de otro”.
Para hacer frente a esta necesidad de más potencia, el poderío norteamericano estaría en su capacidad para inyectar capital. “Los cimientos de la fuerza de EE.UU. residen en su mercado de capitales”, dijo el viernes Larry Fink, presidente de BlackRock.
Mientras las “elites” discutían en la finca suiza, Donald Trump hacía un anuncio junto a las principales figuras de OpenAI, Softbank y Oracle, de su plan Stargate, una inversión de 500 mil millones de dólares en infraestructura para IA. Nota de color: Elon Musk salió a criticar el plan por flojo de papeles, ya que aseguran que los que van a poner la guita realmente no tienen esa suma. En lo que es el segundo indicio de crisis entre “las fuerzas del cielo” norteamericana y su principal accionista.
Stargate is a great name but the $500b is a ridiculous number and no one should take it seriously unless SoftBank is going to sell all of their BABA and ARM.
— Gavin Baker (@GavinSBaker) January 22, 2025
SoftBank has $38b in cash, $142b in debt and generates $3ish billion in FCF per BBG. They own $143b in ARM and $18b in…
Este abaratamiento de la necesidad de hardware para tener un modelo de punta sería beneficioso para las empresas en general a la hora de aplicar la IA en sus negocios. Todo sería color de rosas si no fuese porque las empresas afectadas son las que tiran del carro en el SP500.
Después del golpe sufrido tras la falla de Crowdstrike y las caídas producto de la huida al Yen japonés del año pasado, queda de manifiesto la fragilidad de esta especulación en la bolsa de las “7 magnificas” y la contradicción que engendra la penetración cada vez mayor de estas empresas en el proceso productivo en general.