Escriben Katherine Herrera y Nahuel R.
Pongamos nuevamente un movimiento de lucha de pie.
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La propuesta del decano para financiar 18 becarios de finalización doctoral, que fueron rechazados por el CONICET en un proceso de recorte a la investigación básica, ha puesto sobre la mesa la situación crítica de financiamiento que tienen los departamentos docentes. El ajuste en presupuesto universitario ha saturado a los departamentos, que deberán recortar gastos para pagar estos estipendios. ¿Qué pasará con la cursada?
El recorte para este año es monumental: se dará un 0.16% del PBI para Ciencia y Técnica, versus el 0.83 proyectado para este año. Esto se refleja en la cantidad de becas y subsidios que han sido ahogados durante el año 2024. Ahora están amenazados de darse de baja mediante la resolución 10/2025. Bajo la vara de ser “estratégicos”, sólo se mantiene la investigación relacionada al agro, la minería, y “la industria” (que pueda llegar a usufructuarla). Por si esto fuera poco, los salarios se encuentran congelados y con hasta un 60% de pérdida para los docentes y no docentes universitarios (y un 35% para los trabajadores en general). Esta situación prefigura un ataque total a nuestros docentes, que también son investigadores en una proporción importante.
Sumado a esto, los departamentos no han estado recibiendo financiamiento suficiente desde hace mucho tiempo, y este se fue degradando paulatinamente. Por lo tanto, los docentes debieron adaptarse, tomando ellos el rol de financiamiento de los TPs de laboratorio, sobre todo en materias avanzadas. La prórroga del presupuesto 2023 –destruido por la inflación– sólo viene a poner más presión a los docentes en este sentido.
Días atrás se conoció que más de una docena de doctorandos de la Facultad se han quedado sin beca por el ajuste de las becas de finalización de CONICET, que afectó al menos a 166 en todo el país. El monto percibido por la misma, aunque insuficiente, les permitía llevar a cabo trabajos de investigación en el marco de sus estudios doctorales, un primer peldaño en la carrera de investigador científico. Ante esta situación, el decano de Exactas, “Willy” Durán, se ha dedicado a administrar la miseria, pidiendo un aporte solidario de presupuesto a los departamentos docentes para pagar las becas a los doctorandos y reorganizando el presupuesto de la facultad. ¿Cómo harán estos departamentos, entonces, para pagar las licencias, reparación de equipos, entre otros gastos de emergencia? Por otro lado, ¿de dónde obtiene Exactas esos recursos?
Estas situaciones no son nuevas: previamente al gobierno liberticida, las Facultades han salido a la búsqueda de “recursos propios”, lo que ha significado la privatización de cursos y posgrados, los convenios con diversas empresas de capital privado, que financian pisos enteros de investigación en universidades públicas cuyos resultados son propiedad del financista, y hasta el alquiler de predios universitarios, como es el caso del alquiler de Ciudad Universitaria para festivales y conciertos. Es así que el camino de adaptación a la miseria presupuestaria entraña también el desenvolvimiento paulatino del modelo liberticida para la ciencia: desguace y privatización.
De este modo, la motosierra del gobierno a los científicos ha mostrado la crisis profunda de presupuesto que vivimos en nuestra Facultad. El discurso anticientífico que quiere imponer Milei es la fachada de una orientación capitalista que pretende regimentar la ciencia y la investigación argentinas a las necesidades del imperialismo, que actualmente se aventura a la guerra. Cuando en Davos habla de la "decadencia de Occidente" causada por "la ideología woke" busca culpar a los trabajadores (en este caso, científicos y universitarios) por las condiciones en las que el mismo capitalismo los ha puesto. Y así hacernos olvidar que cada peso que nos saca a los científicos es peso que va a la guerra, al mantenimiento de un superávit ficticio y al pago de la deuda.
Al ataque del gobierno liberticida debemos enfrentarlo con un programa propio: triplicación inmediata del presupuesto científico y universitario, aumento salarial para recuperar lo perdido, ampliación del cupo de todas las becas de CONICET y de las universidades nacionales. Discutamos este programa entre estudiantes, docentes, investigadores y trabajadores no docentes para volver a poner en pie un movimiento de lucha que, como el año pasado, tome las calles por todos los reclamos pendientes. Pero también, con una experiencia política transitada: no podemos confiar ni en las burocracias sindicales, ni en los decanos y rectores, que se han sentado a negociar con el gobierno sus prebendas para luego poner paños fríos a la lucha. Unifiquemos esta lucha con la de salud, la de jubilados, la de trabajadores de fábrica, y todo sector víctima de las políticas económicas del gobierno. Luchemos por nuestro presente y nuestro futuro, y que nada nos detenga hasta ganar.