Escribe Joaquín Antúnez
Conversamos con Cesar, vecino de Villa Azul y miembro de la Asamblea de vecinos.
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¿Cómo se viene desarrollando la vida dentro del barrio?
Desde el domingo que vinieron a poner las vallas empezó a generarse un revuelo y una organización entre los vecinos, porque nadie nos decía que hacia la policía cerrando el barrio. No había ninguna explicación. Ahí armamos un grupo de WhatsApp para poder comunicarnos, donde iban llegando mensajes avisando que había casos de abuso policial. A muchos vecinos no los querían dejar pasar a su casa ni salir a sus trabajos. Entonces decidimos organizarnos para poder estar todos unidos los vecinos.
¿Pudieron hacer asambleas?
El lunes mismo nos juntamos aproximadamente 50 familias, que fue el primer grupo que se organizó para ver tres problemas vitales. El primero, que se estaban desabastecidos los comercios del barrio y no se los dejaba salir a conseguir mercadería para ingresar al barrio. El segundo, que no queremos a la policía dentro del barrio, sino que necesitamos testeos masivos y al personal de salud. El tercero, que el Estado garantice las provisiones necesarias para todas las familias del barrio.
¿El Estado está abasteciendo a los vecinos?
Los municipios están entregando bolsones que son insuficientes, en el lado de Avellaneda nos trajeron un bolsón el lunes y recién otro el viernes, lo que hace imposible sostener una alimentación digna. No se entrega prácticamente carne, nos dieron un pollo por familia para toda una semana y todavía no sabemos cuándo va a llegar más. Así se hace imposible.
Después tenés una particularidad a cada lado del barrio: en Avellaneda, la comida la trae directamente el municipio, pero en la zona de Quilmes el municipio se la entrega a los punteros y ellos reparten luego a dedo.
¿Tomaron medidas ante esta situación?
El miércoles a la noche hicimos un cacerolazo, primero, en solidaridad con los vecinos que viven en la parte de Quilmes, porque ellos son los que peor están. No tienen ningún tipo de urbanización, viven muy precariamente y por eso no es casualidad que allí estén la mayor cantidad de casos confirmados. Después para exigir las provisiones y nuevamente los testeos masivos.
Además, comenzamos una campaña llamando a la solidaridad a todas las organizaciones sociales y políticas para acercar donaciones y eso lo manejamos directamente los vecinos. Nosotros tenemos la cuenta de 380 familias, así que las donaciones que llegan intentamos hacer el reparto más equilibrado posible, sobre todo, de verduras y frutas que es lo que menos llega.
Para colmo el municipio intenta que no hagamos este reparto, nos han venido a amenazar que las familias que reciben cosas de afuera no van a recibir más bolsones. Los vecinos respondimos evitando que se lleven esta mercadería, hay miedo, pero también hay mucha necesidad. La mayoría vive al día, hasta pusieron un cajero acá en el barrio, pero no va nadie, no hay un peso.
¿Existe alguna garantía sobre el cobro de los jornales perdidos por el aislamiento?
Bueno, a esos vecinos les prometieron un certificado desde el municipio. Pero la verdad no hay ninguna garantía. Del barrio no dejan salir a nadie, incluso al personal de salud, varias vecinas son enfermeras del Hospital del Wilde o de la salita y no están dejándolos salir. Tampoco los convocaron para realizar algún tipo de asistencia sanitaria.
¿Se realizan testeos?
Eso sale en los medios, pero es mentira. Pasan por las casas haciendo preguntas, y solo si tenés síntomas o fiebre te llevan para hacer el hisopado. Y este virus lo que tiene es que hay contagiados sin síntomas, entonces es imposible saber si algún vecino está enfermo. Entonces necesitamos los testeos masivos, de verdad.