Frank García Hernández: “Cincuenta años después el caso Cartier ha regresado”

Escribe El Be

A 50 años del asesinato de Rubén Cartier, intendente peronista de La Plata.

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El 14 de julio de 1975, Rubén Cartier, intendente de La Plata electo dos años antes dentro de la lista del peronismo, fue asesinado en la calle a manos de bandas paramilitares de la derecha peronista. Su asesinato se encuentra impune y un largo manto de silencio se tendió sobre su muerte durante décadas. Entrevistamos a Frank García Hernández, historiador y militante de Comunistas de Cuba, quien se encuentra escribiendo un libro sobre este crimen político.

PO: ¿Quién fue Rubén Cartier y en qué contexto llegó a la intendencia de La Plata?

FGH: Lo primero que es necesario tener en cuenta es que la figura política de Rubén Cartier destaca por tres motivos: primero, haber sido el intendente electo en La Plata en marzo de 1973 por el Frente Justicialista de Liberación; segundo, que Cartier llega a la intendencia con un abierto discurso de izquierda peronista y tercero que es asesinado por la ultraderecha -14 de julio de 1975-. Estos tres aspectos: intendente peronista de La Plata, electo en el convulso 1973 alineado con el discurso del socialismo nacional y asesinado por la ultraderecha, es lo que sintetiza a Cartier, lo que le da su peso en la historia, pero que, paradójicamente, es también lo que provocó su silenciamiento.

Obviamente, existe un Rubén Cartier previo a marzo de 1973. Ese Rubén Cartier es un peronista nato: dirigente fundador de la Confederación General Universitaria, profesor de historia y geografía en la Universidad Nacional de La Plata proscrito tras el golpe militar antiperonista de 1955 y que, aún bajo la dictadura, continúa una fuerte labor militante y funda en 1966 una escuela sindical a la que da el nombre de 1º de Mayo. Atención con esto, porque paradójicamente el 1º de Mayo no es precisamente la fecha favorita de los peronistas.

Cartier se había ido construyendo una imagen de profesor impoluto, consecuente con sus ideas, que continúa su trabajo de magisterio en la enseñanza secundaria en Magdalena y Los Hornos. Ante el vandorismo -tendencia derechista peronista que plantea el peronismo sin Perón-, Cartier junto a un grupo de colaboradores fundará el Bloque Leales a Perón. Es decir, si bien no era un alto cuadro del peronismo platense, ya para cuando se define la fórmula de intendente, Cartier ha ganado su puesto.

¿Por qué escoger a Cartier como candidato a intendente y no una figura de mayor relieve? Por dos motivos: Cartier no pertenecía a ninguna corriente interna del peronismo y la designación de fórmulas del FREJULI estuvo dada por fuertes polémicas. Recuérdese que para lograr la fórmula a gobernador de Buenos Aires -lo cual sucedió en un congreso realizado en Avellaneda- la derecha sindicalista impuso su candidato a vicegobernador, el funesto Victorio Calabró, literalmente a golpes. En cambio, Cartier era de todos y al mismo tiempo de nadie. Cartier representaba el equilibro entre todas las tendencias internas, salvo la derecha sindicalista. El segundo aspecto es la adhesión de Cartier al socialismo nacional. Ya para 1973, como aparece en las entrevistas que le realizan y según se recoge en testimonios, Cartier hace explícita su adhesión al socialismo nacional, es decir, el discurso de Montoneros. Esto llega al punto de que, cuando se lanza la candidatura de Cartier en La Plata, la única bandera era de Montoneros -acto al cual no asistió Calabró, quien abiertamente admiraba a Franco-. Entre las primeras entrevistas que ofrece tras el triunfo electoral Cartier afirma: “estamos con la revolución permanente”. Sus escoltas, como lo han testimoniado y se puede constatar en fotos, eran mayormente militantes montoneros. En su discurso de toma de posesión Cartier insiste una y otra vez en que su gestión se hará “en el marco de la construcción del socialismo nacional”, llama a crear “una comuna verdaderamente revolucionaria que rompa con el reformismo”, incluso a enfrentar, y lo dice con estas palabras: “el sistema capitalista burgués”. Cartier incluso recomienda a su sobrino leer a Marx, Engels y Lenin y varios familiares cercanos testimonian que el socialismo nacional era una constante en su discurso. De hecho, uno de sus escoltas, el montonero Raúl della Casagranda, testimonia que adhirió al peronismo tras escuchar a Cartier en la campaña de intendencia cuando hablaba una y otra vez del socialismo nacional. Esto no quedará solo en el discurso. Cartier intenta establecer lazos directos con el gobierno cubano e invita al embajador soviético a colocar la flor nacional de su país en el Jardín de la Paz que hasta el momento no estaba representada y, para ello, iza una bandera de la URSS de un metro de ancho por dos de largo. Cuando la burguesía comienza a hostigarlo, aplicando tácticas de desabastecimiento, acaparando alimentos, Cartier tras descubrir los galpones donde el sector privado guarda sus mercancías, las decomisa. Además, Cartier municipaliza el Mercado del Abasto -cárnico- aumentando salarios y duplicando el empleo.

Pero todo esto sucede dentro de un momento terrible para Argentina. Mientras las mayorías peronistas creen que con la victoria de Cámpora se comenzará a construir una variante de socialismo -el socialismo nacional-, en realidad Perón no tiene ninguna intención de hacerlo. Perón en el poder afirma cada vez más que su vaga idea de socialismo nacional es puro reformismo, comparándolo con lo que él llama “las monarquías socialistas europeas”, es decir, los gobiernos socialdemócratas escandinavos -donde el más radical era el sueco Olof Palme-.

Nótese que las fórmulas a gobernadores y, en el caso de Cartier, a intendente, estaban compuestas de la siguiente manera: a gobernador la izquierda, a vice un derechista. De esa manera, cuando van cayendo los gobernadores que estaban dentro de la izquierda peronista, son sustituidos por ultraderechistas. En Misiones será peor: el gobernador y vicegobernador son asesinados en un acto terrorista que será presentado como accidente aéreo. De esa manera, Oscar Bidegain, quien gana la gobernación de la provincia de Buenos Aires -cuyas hijas eran montoneras-, cuando es destituido por Perón en enero de 1974, lo sustituye Victorio Calabró. Ahí, a partir de enero de 1974, Cartier comienza a quedarse solo. Ha perdido su gran columna: su amigo Oscar Bidegain ha sido destituido y asume un enemigo abierto. Calabró era no solo un ultraderechista, sino también un mafioso: cuando Bidegaín gana la gobernación le envía un pistolero y lo amenaza advirtiéndole que, si no le da el control del hipódromo, la policía provincial y el Banco Provincia no lo va a dejar gobernar. Ese era Victorio Calabró: mafioso y fascista.

Aunque Cartier ni Montoneros tendrán un enfrentamiento, ya cuando esta organización pasa a la clandestinidad comienza un distanciamiento, digamos, respetuoso. A pesar de ello, algunos testimonios de militantes montoneros confirman que Cartier, en la medida de sus escasos recursos -Calabró le recorta burdamente el presupuesto, sobre todo el de 1975- los seguiría apoyando logísticamente.

PO: ¿Cuál era la situación política del país al momento del atentado contra Cartier?

FGH: Cartier es asesinado el 14 de julio de 1975: solo había pasado una semana del Rodrigazo. Ese mismo mes, en La Plata, la ultraderechista Concentración Nacionalista Universitaria ha asesinado impunemente a seis jóvenes de izquierda: cuatro militantes peronistas y dos de la Organización Comunista Poder Obrero. Ninguno estaba armado.

La CNU había nacido en los años sesenta prácticamente como una secta de tintes entre fascistoides y ultraconservadores. Su fundador, Carlos Alberto Disandro, predicaba el sedevacantismo, esto es la corriente conservadora que desconocía al Segundo Concilio Vaticano de la cual parte de la doctrina social de la Iglesia Católica. Para los sedevacantistas a partir de ese concilio no ha habido ningún papa legítimo, argumentan que la sede papal está vacante. Disandro daba conferencias contra lo que se llamó la sinarquía: una teoría conspiranoide donde supuestamente los judíos y masones controlaban el mundo, tanto Estados Unidos como la URSS, incluso la ONU. Vale decir que la CNU, que se asumía peronista, desató días antes del asesinato de Cartier un juicio político contra Menem dentro del justicialismo acusándolo, precisamente, de llevar adelante una conspiración sinárquica.

Desgraciadamente, lo que hubiera podido ser una secta desquiciada tomó un matiz violento cuando Disandro llamó a enfrentar al marxismo por las armas. De esa manera, la CNU pasó de ser una simple secta anticomunista a un grupo armado. Esa fue la principal diferencia con la Triple A: la CNU nace primero como organización política centrada en tomar las universidades con sus militantes. Aunque la CNU y la Triple A actuaron en conjunto, finalmente terminarían enfrentadas: la CNU terminó siendo el brazo armado de Calabró y, como Calabró se enfrentaba a María Estela Martínez, era imposible que la Triple A siguiera actuando con el grupo de Disandro. Vale decir que hasta último momento la CNU se presentaba siempre como una organización política: actuaba en la legalidad bajo la protección de Calabró.

¿Por qué asesinan a Cartier? Básicamente Cartier paga su enfrentamiento al golpista Calabró. Sí: el gobernador de Buenos Aires, Victorio Calabró, estaba conspirando abiertamente con los militares. Se pronunciaba contra el gobierno de María Estela Martínez de Perón no por izquierda, sino por derecha. Llega al punto de que cuando la presidenta pide la intervención de la provincia -lo cual implicaba la destitución de Calabró- personalmente Videla amenaza a la mandataria, diciéndole que si interviene la provincia los militares le pedirán la renuncia. En consecuencia, Calabró está enfrentado a Cartier. Ya el 1 de junio -es decir, un mes y dos semanas antes del asesinato del intendente- un asesor de Cartier -Manuel Villena- es baleado cuando se traslada de La Plata a Magdalena. El automóvil recibe catorce impactos de bala. Cabe destacar que el clima es de tanta inestabilidad que ya entonces Cartier sabe que su vida corre peligro y como también conoce de dónde viene la amenaza toma mayores recaudos: por las noches, junto a su compañera Norys Landa y su hija de meses María Eva Claudia se refugian precisamente en Magdalena, donde reciben la custodia de un familiar y sus amigos. Es decir, evidentemente los asesinos de Cartier conocieron que Cartier iba a Magdalena y pensaron que Villena era el intendente. El 30 de junio -dos semanas antes del atentado- Cartier brinda una rueda de prensa donde, junto a un grupo de diputados, se posiciona en defensa del gobierno constitucional. Esto se debe ver como, más que un apoyo al gobierno, una postura antigolpista y contra Calabró. Meses atrás, el entonces gobernador de La Rioja, Carlos Saúl Menem, había visitado La Plata reuniéndose públicamente con Cartier y no con Calabró. A partir de ahí Cartier, unido a Menem y otros gobernadores, irá conformando un grupo político antigolpista. Por eso se insiste en Cartier como un “verticalista”, que era como se daba en llamar a quienes desde el peronismo apoyaban a María Estela Martínez. En cambio, Cartier, como otros de su momento, más que dar el apoyo a la presidenta estaba desafiando a los golpistas. En el caso de Cartier esto le costará la vida. Por si fuera poco, dos días antes del atentado se valora la idea de intervenir la provincia de Buenos Aires y colocar a Cartier como interventor. Evidentemente esto se filtró a Calabró y fue la sentencia de muerte de Cartier. El 14 en la mañana Menem se comunica con Cartier. El gobernador de La Rioja está en Buenos Aires capital. Menem y Cartier se deben ver en el Hotel República. Tendrán una reunión política, pero no pública. Cartier nunca llegará. Alrededor de las 21:00 Cartier será asesinado en Mitre esquina Supisiche. El automóvil donde viajaba Cartier será interceptado por un comando de la CNU integrado básicamente por Carlos, El Indio, Castillo y José, Pipi, Pomares. Lo acribillan. Cartier muere y con él su secretario de Transporte, Manuel Balverde. Cincuenta años después se conoce que Montoneros iba escoltando a Cartier. Sucedió que otro comando de la CNU logra interceptar al automóvil de Montoneros, dejando a Cartier sin escolta.

PO: ¿Hubo alguna respuesta popular contra el atentado? ¿Hubo algún pronunciamiento de la dirigencia peronista?

FGH: Todas las organizaciones y tendencias peronistas emitieron comunicados de repudio ante el asesinato de Cartier. Algunas muy honestas, como el de la JP -quien entonces era básicamente una organización de Montoneros-, otras tan falsas como la emitida por la CNU, quien señaló que el crimen había sido cometido por “elementos sinárquicos”. Menem estuvo en las honras fúnebres. Calabró no fue, argumentando que estaba agripado.

Por su parte, el Partido Comunista emitió un comunicado señalando que al atentado lo habían realizado grupos fascistas. El PCR -maoístas- dijo que al atentado lo habían realizado “elementos golpistas”. El PST -el entonces partido de Nahuel Moreno- señaló que “el crimen se había cometido dentro de una ola de atentados fascistas que ya este mes había costado la vida a una decena de militantes”. Política Obrera, aunque no mencionó el atentado, en el número siguiente al 14 de julio dedicó un artículo a analizar las luchas obreras del sector metalúrgico en Berisso-La Plata-Ensenada. Vale decir que Calabró provenía del sindicalismo peronista y era un alto representante de la Unión Obrera Metalúrgica.

PO: ¿Qué pasó con la investigación del atentado que terminó con su vida y qué pasó con los autores materiales?

FGH: El autor intelectual del crimen fue Victorio Calabró, quien está vivo y será procesado judicialmente, y quien ordena el asesinato de Cartier. Esto lo testimonió un exmilitante de la CNU, quien sirvió como fuente para que el periodista Daniel Cecchini escribiera el libro La CNU. El terrorismo de Estado antes del golpe. Es muy importante el título que le dio Cecchini al libro: el accionar de la CNU era terrorismo de Estado. No fue un grupo armado autónomo que actuaba solo: la CNU cumplía órdenes de Victorio Calabró. En el caso de Cartier fue Calabró su autor intelectual. Ordenó personalmente asesinarlo. El asesinato fue cometido, entre otros, por Pipi Pomares, quien trabajó en la municipalidad cuando Julio Alak era intendente, y El Indio Castillo, quien fue asesor del PJ en el senado bonaerense.

La investigación fue cerrada en los primeros meses de la dictadura militar. Pero antes de esto, la complicidad del gobernador Calabró es evidente. La policía bonaerense hizo un trabajo pésimo. Los asesinos se movieron en una peculiar camioneta Chevrolet del año, color crema y roja, muy fácil de identificar, pero no la encontraron. Las pesquisas fueron cerradas casi de inmediato.

Casi cincuenta años después, El Indio Castillo terminó siendo condenado a cadena perpetua por otros asesinatos que cometió la CNU. Pomares está en prisión domiciliaria esperando sentencia también por otros crímenes cometidos cuando él era un matón de la CNU. Pero sobre ellos, y sobre Calabró, tendrá que caer la justicia por haber asesinado a Rubén Cartier.

PO: Este año, a 50 años de su asesinato, se realizó el primer homenaje a Cartier en La Plata. ¿Atribuís el silencio a todos los colores políticos que gobernaron durante todo este tiempo?

FGH: Evidentemente el silencio estuvo dado por la incomodidad del tema. Pomares y Castillo siguieron ocupando cargos dentro del peronismo bonaerense. De hecho, es muy poco conocida la CNU.

Me detengo en el libro que realizó la municipalidad sobre Cartier logrando convocar reconocidas firmas. Es un libro que tiene la valía de ser el primer título dedicado exclusivamente a Cartier, sin embargo, dicho texto es un perfecto ejemplo de cómo cuando el silencio no puede continuar ocultando una verdad, entonces se echa mano de otro recurso: la verdad a medias desde un discurso oficial. Es un libro donde maravillosamente se logra hablar de la CNU sin decir que la CNU asesinó a Cartier. Todo el primer capítulo está dedicado a la CNU. De repente, hay un párrafo, al final del capítulo donde se habla de Cartier y su asesinato, pero no se dice quién lo cometió. Es como jugar a un rompecabezas político o historiográfico: hay un capítulo dedicado a la CNU y dentro de él un párrafo hablando sobre el asesinato de Cartier, pero sin ensamblarlo. Incluso, se cita un testimonio en el cual supuestamente Cartier no solo tuviera malas relaciones con Bidegain, sino que tuviera buenas relaciones con Calabró. Sin embargo, se obvia un valioso testimonio: la compañera de Cartier, Norys Landa, siempre dijo que el asesino de su esposo fue El Indio Castillo por órdenes de Calabró. El segundo capítulo, dedicado al mandato de Cartier, cuando se refiere al asesinato también obvia quién lo hizo, ni siquiera se dice que, según Cecchini, lo asesinó la CNU -algo que incluso se puede encontrar en varios artículos académicos: era solo citarlos, pero no se hizo-. Todo lo contrario, hasta vergonzosamente se pone el rumor de que fue “por polleras”. Decir eso, aunque se cite como un rumor, mientras se obvian testimonios que sindican a la CNU como quien cometió el asesinato es desde colaboracionista hasta una falta de respeto tanto a Cartier como a la familia. No en vano, cuando en el acto que hizo la municipalidad la hija de Cartier tomó la palabra para acusar a la CNU, Calabró y Castillo, el rostro de Alak se transfiguró completamente. Los silencios y omisiones en la historiografía no ocurren por casualidad, sino que existen con una explícita intención política.

Sin embargo, ya se levantó la polvareda. Cincuenta años después el caso Cartier ha regresado. No solo fue la municipalidad, sino también el PJ provincial quien realizó un acto político homenajeando a Cartier y el historiador Guillermo Clarke publicando un detallado artículo en Página 12; fue también Cecchini sindicando de hipócrita a Alak. Pero no se va a detener esta oleada de recordación. Ya su hija Claudia colocó una placa en el monumento a las víctimas del terrorismo de Estado del cementerio municipal platense donde denuncia que fue asesinado por la CNU. A pesar de todo, es destacable la labor investigativa de los historiadores que hicieron el libro. Aunque el texto fue afectado por intereses políticos, sería injusto dejar de reconocer que es el primer libro sobre Cartier y aporta no pocos datos sobre el intendente que asesinó la CNU.

En Rubén Cartier se aplica perfectamente la consigna Memoria Verdad Justicia. Memoria porque era y es urgente recordar quién fue Rubén Cartier. Verdad porque hay que denunciar quiénes fueron los asesinos de Rubén Cartier, sus cómplices y posteriores encubridores. Justicia porque sobre ellos, los asesinos, los autores intelectuales, tiene que caer la vergüenza y la fuerza de la ley con todo su peso. Como dijo María Eva Claudia Cartier en el acto de la municipalidad delante del mismo Alak: “Negar que los asesinos de mi padre fueron la CNU y El Indio Castillo, cometido por órdenes de Calabró, es negar que fueron 30 000 los desaparecidos”.

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