El hambreamiento del pueblo palestino, la destrucción de Gaza y Cisjordania

Escribe Olga Cristóbal

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“El peor escenario posible de hambruna se está produciendo actualmente en la Franja de Gaza”, afirmó el martes el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la principal autoridad internacional en crisis alimentarias en una nueva alerta, en la que predijo «muertes generalizadas» si no se toman medidas inmediatas (Eunomia 30/7).

En el informe se afirma que se ha superado el umbral de desnutrición aguda y que los palestinos están en plena hambruna en Gaza y en toda las zonas de la franja costera. Gran parte de los más de dos millones de habitantes vive ahora hacinado en campamentos de refugiados porque el ejército de Israel ha declarado amplias áreas como 'zona de exclusión militar'.

Hace casi un año que el Programa Mundial de Alimentos (PMA) había advertido que si las restricciones israelíes seguían impidiendo que la ONU distribuyera alimentos sería inevitable «un sufrimiento humano catastrófico» entre los dos millones de habitantes de la Franja.

Las muertes generalizadas ya ocurren. Nick Maynard, un cirujano voluntario que presta servicio en el hospital Nasser de Yan Yunis, describió los efectos de la desnutrición en sus pacientes: “La crisis se ha vuelto catastrófica. Todos los días veo cómo los pacientes se deterioran y mueren, no por sus heridas, sino porque están demasiado desnutridos para sobrevivir a la cirugía. Las intervenciones quirúrgicas que realizamos se deshacen, los pacientes contraen infecciones terribles y luego mueren. Esto ocurre una y otra vez, y es desgarrador verlo. En una semana en mi hospital murieron cuatro bebés por inanición” (FT 23/7). Sus madres estaban demasiado débiles para producir leche y el hospital no tenía suficiente leche artificial para alimentarlos.

La estrategia israelí consistió primero en impedir todo ingreso de ayuda. Cuando la presión internacional la obligó a reabrirlo, excluyó a la ONU y a las ONG de la distribución de alimentos en favor de una Fundación fantasma, presidida por un pastor evangélico que predica el derecho de Israel a ocupar todo el territorio y la custodia armada de mercenarios yankys. En realidad fue un paso más en el exterminio: a una hambruna que alcanza niveles medievales se agrega el asesinato a mansalva de quienes se acercan a buscar una miserable caja de harina. Los testimonios de viudas y huérfanos son desgarradores y cuentan todos la misma historia: “Mi marido no quería pasar por la humillación de aceptarles comida pero los niños lloraban, llevaban tres día sin comer casi nada, así que fue antes del amanecer. Nos devolvieron el cadáver, destrozado por las balas” (Drop Sites News 30/7).

Hace un mes, la jurista Francesca Albanese, relatora de DD.HH. de la ONU, llamó a conformar una gran flotilla global de barcos que rompiera el asedio ilegal e ingresara de facto la ayuda humanitaria. Israel puede asaltar un barco aislado, como ocurrió la semana pasada con Handalá. Pero no una flota multinacional, arguyó.

El domingo, mientras millones de personas se movilizaban en todo el mundo denunciando la masacre y la complicidad de sus gobiernos con el genocidio, aviones militares de Jordania y Emiratos Árabes Unidos lanzaron 25 toneladas de ayuda humanitaria sobre la Franja. Alemania -el segundo proveedor de armas a Israel- y Francia anunciaron sus propias misiones de lanzamiento aéreo. "Puede que esta labor solo represente una pequeña contribución humanitaria, pero transmite un mensaje importante: 'Estamos aquí, estamos en la región, estamos ayudando'", señaló el canciller alemán, Friedrich Merz. Las ONG repudiaron la medida. "Lanzar ayuda humanitaria desde el aire es una iniciativa sin sentido con sabor a cinismo", dijo Jean Guy Vataux, coordinador de Médicos Sin Fronteras para la región.

Marvin Fürderer, experto en ayuda de emergencia de la organización humanitaria alemana Welthungerhilfe, calificó a los "lanzamientos aéreos simbólicos e ineficaces" porque las cargas no llegan a quienes lo necesitan sino a quienes aún pueden movilizarse entre escombros.

El lunes, dos prestigiosos grupos israelíes de derechos humanos -B'Tselem (Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados) y Médicos por los Derechos Humanos,Israel- publicaron informes en los que acusaban a Israel de estar cometiendo un genocidio contra los palestinos en Gaza. Ambas ONG pidieron la intervención internacional para frenarlo.

B'Tselem, integrada por judíos y palestinos que viven en Israel, tituló su documento “Nuestro genocidio”. Dicen que genocidio “no es solo matar en masa, sino la destrucción total: borrar ciudades enteras, desplazar a la fuerza a la población, matarla de hambre, todo lo que ha hecho Israel. Desde el principio, los funcionarios del Gobierno y los mandos militares declararon explícitamente que estas acciones, esta política, eran exactamente lo que pretendían hacer: matar de hambre, eliminar, arrasar Gaza”.

El informe afirma que el gobierno israelí explotó el ataque del 7 de octubre y los temores existenciales que desencadenó «para impulsar una agenda de supremacía judía, destrucción y expulsión. Las vidas de todos los palestinos, desde el río hasta el mar, se han convertido en prescindibles, y la situación no hace más que empeorar. Se está disparando a personas que intentan conseguir comida y los niños mueren de hambre. No podremos decir: «No lo sabíamos»».

B'Tselem advirtió de que el genocidio no se limita a Gaza: «El mismo régimen, el mismo ejército y los mismos líderes y generales están aplicando prácticas de violencia extrema en Cisjordania, Jerusalén Este y dentro de Israel. Israel ya está replicando algunos de sus métodos destructivos en Cisjordania, por ahora a menor escala, y existe una grave y creciente preocupación de que el genocidio se extienda a otras zonas bajo control israelí».

El informe de Médicos por los Derechos Humanos-Israel, Genocidio en Gaza, documenta el ataque israelí como un desmantelamiento deliberado, acumulativo y continuo del sistema sanitario del enclave y de la capacidad de supervivencia de la población, y concluye que su significado es genocidio.

Afirma que «el bombardeo de hospitales, la destrucción de equipos médicos y el agotamiento de los medicamentos por parte de Israel han hecho prácticamente imposible la atención médica, tanto inmediata como a largo plazo. El sistema se ha derrumbado bajo el peso de los implacables ataques y el bloqueo...

«No se trata de una crisis temporal. Es una estrategia para eliminar las condiciones necesarias para la vida. Incluso si Israel detuviera hoy la ofensiva, la destrucción que ha infligido garantiza que las muertes evitables —por inanición, infección y enfermedades crónicas— continuarán durante años. No se trata de daños colaterales. No es un efecto secundario de la guerra. Es la creación sistemática de condiciones inviables. Es la negación de la supervivencia. Es un genocidio».

Los expertos israelíes en el Holocausto y el genocidio Daniel Blatman, Omar Bartov, Shmuel Lederman, Amos Goldberg y Raz Segal, el jurista Itamar Raz y los historiadores Lee Mordechai y Adam Raz, entre otros, han llegado a la misma conclusión (WSWS, 31/7).

Aunque la mayoría de los judíos israelíes, según las encuestas, apoyan la limpieza étnica en Gaza y Cisjordania, son ostensibles indicios de resquebrajamiento.

En abril, cientos de reservistas y oficiales retirados de la fuerza aérea firmaron una carta abierta pidiendo a Netanyahu un acuerdo para la liberación de los rehenes. Según Standing Together -una ONG judío-palestina- alrededor de 140.000 profesionales han firmado cartas similares.

A finales de mayo, 1.200 académicos y administradores universitarios israelíes publicaron una carta abierta en la que protestaban por los «crímenes de guerra e incluso crímenes contra la humanidad» cometidos por el ejército israelí en Gaza. La carta hacía un llamamiento a «todo el pueblo de esta tierra, palestinos y judíos», declarando: «Por el bien de las vidas de los inocentes y la seguridad de todo el pueblo de esta tierra, palestinos y judíos; por el regreso de los rehenes; si no pedimos el cese inmediato de la guerra, la historia no nos perdonará».

La semana pasada, varios cientos de personas se reunieron en la plaza Habima de Tel Aviv, con fotos de niños demacrados de Gaza y sacos de harina, para protestar contra el Gobierno de Netanyahu. Alon-Lee Green, codirector de Standing Together, que organizó el acto, declaró a Haaretz: «No podemos creer que tengamos que manifestarnos contra el hambre de niños y personas inocentes». Los israelíes estaban empezando a darse cuenta de lo que estaba pasando. «Están comprendiendo que esta es la realidad, que no se trata de una campaña [falsa] como dicen algunos periodistas o políticos. Hay hambre».

Añadió que el colapso del alto el fuego en marzo fue un punto de inflexión. «La gente se preguntaba: «¿Por qué volvemos a Gaza? ¿Por qué enviamos a nuestros hijos a matar y a morir?»... Lo que estamos haciendo ahora mismo en Gaza es una política de aniquilación».

Aunque el ejército israelí no publica cifras sobre los objetores que se niegan a cumplir el servicio militar, Yesh Gvul, un grupo pacifista, dijo a la CNN que cada año, el 20 % de los jóvenes convocados se niegan a hacerlo. Esto incluye tanto a los «refuseniks» como a los «grey refuseniks», personas que alegan motivos mentales o de salud para eludir el servicio militar y evitar una pena de prisión.

Max Kresch, de Soldiers for Hostages, un grupo de reservistas que se organiza contra la guerra, afirma que más de 240 soldados han declarado públicamente su negativa a participar en los ataques contra Gaza. Muchos más lo están haciendo en las redes sociales.

En marzo hubo informes no confirmados de que hasta el 50 % de los reservistas, tras continuas rondas de servicio militar, se negaban a presentarse a sus puestos. En mayo, 1200 oficiales, tanto reservistas como en servicio activo, escribieron una carta abierta en la que pedían al Gobierno y al jefe del Estado Mayor del Ejército que pusieran fin a los combates en Gaza.

El lunes, el Jerusalem Post informó, citando a la cadena pública Kan, que cuatro soldados se habían negado a participar en nuevos combates en Gaza. Tres de ellos fueron juzgados por un tribunal militar y condenados a penas de entre 7 y 12 días. El cuarto aún no ha sido juzgado.

Los cuatro habían participado en múltiples rondas de combates en Gaza y habían perdido amigos en la guerra. Uno de ellos resultó herido en la frontera de Gaza en 2024 y, tras su recuperación, regresó a combatir voluntariamente. Aunque su negativa a combatir se debía a una «profunda crisis interna», los soldados afirmaron que fueron encarcelados inmediatamente en lugar de recibir tratamiento. El artículo señalaba que no era la primera vez que ocurría algo así.

En este contexto, Netanyahu “está considerando una visita recíproca a Buenos Aires para reunirse con el presidente argentino Javier Milei a finales de agosto”, según ha informado un funcionario argentino a The Times of Israel.

“Un obstáculo clave para concretar el viaje es la preocupación por sobrevolar el espacio aéreo de países como Brasil y Chile, que son miembros de la Corte Penal Internacional, que ha dictado órdenes de detención contra Netanyahu y el ex ministro de Defensa Yoav Gallant por presuntos crímenes de guerra en Gaza”, dice el Times of Israel.

El otro obstáculo debe ser que nos tomemos las calles para impedir que suceda.

Revista EDM