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La inscripción de alianzas para las elecciones nacionales de octubre, que deben registrarse a última hora del jueves próximo, el 7 de agosto, no está resultando una tarea menos complicada que la que provocó cortes de luz y postergaciones para las de la provincia de Buenos Aires. Un elemento adicional, en esta ocasión, para los entuertos, es la corrida cambiaria de los últimos días que llevó la cotización del dólar a 1.400 pesos, el “techo” de la banda pactada con el FMI. La disparidad de intereses económicos en juego se manifestará esta vez con mayor nitidez, así como la confusión que crea todo tumulto financiero de importancia. El Gobierno no podrá, por lo pronto, dejar de aceptar contratos de dólar futuro, que los especuladores comprarán con creces, para ganar montañas de dinero después de conocidos los resultados del comicio. Caputo ya tiene compromisos en ‘futuros’ por el equivalente a 5.000 millones de dólares, a precio barato, para los especuladores, para evitar que vayan a comprar los dólares al mercado ‘inmediato’. Es una deuda elevada, que podría aumentar considerablemente de aquí en más. Si, por otro lado, mantiene elevadas las tasas de interés para motivar inversiones financieras y depósitos bancarios en pesos, aumentará la carga de intereses de la deuda pública y reforzará la caída de la actividad económica. El superávit financiero fiscal, que el Gobierno asegura que ha logrado conseguir, se borró de un plumazo con la devaluación del peso y la suba de las tasas de interés; es que le costó más caro comprar los dólares para pagar, de un lado la deuda externa, y del otro los intereses de la deuda local.
El reclutamiento de candidatos, en lo que hace a LLA, aunque no edificante es instructivo. Para resumir el método, se podría decir que los levanta de los bajofondos de la sociedad. Incluso los más ‘sobrios’ del mercado de pases electoral son emigrados del peronismo y del kirchnerismo, que cambiaron la camiseta por el afán de convertirse en personal remunerado del Estado. El ‘reaseguro’ que aspira a conseguir LLA en las dos Cámaras, para sus proyectos de liquidación del derecho laboral y del previsional, pueden terminar en la Justicia incluso antes de apretar el botón de conformidad con esos engendros antiobreros. El canal Información Periodística (IP) tuvo el mal gusto, el domingo último, y también el deber profesional, de presentar a la esposa de un candidato de LLA que se ofrece a mil dólares la hora para financiar la campaña (libertaria, por supuesto). Milei ha establecido lo que Carlos Marx denominó como el gobierno de los desclasados, al servicio de la alta finanza. Entre insultos soeces y este reclutamiento mugriento, la “batalla cultural” de los liberticidas avanza a paso redoblado. Es este escenario el que inspira a analistas ‘distinguidos’ y exjefes de campaña a asegurar que Milei ha captado como nadie “un cambio de época” anidado en “la juventud”. En el mundo en su conjunto, la nueva generación puebla las calles por millones para terminar con el genocidio en Gaza. El sábado 9, en toda Argentina, habrá marchas contra el genocidio, en las que reclamaremos que el Congreso argentino rompa relaciones con el Estado genocida de Israel, dominado por una teocracia rentada y financiado por el imperialismo yanqui-europeo.
En cuanto a las alianzas, Mauricio Macri buscaría resucitar a JxC, o sea, con Larreta y una parte de la UCR y de la CC, para no caer al cuarto o quinto puesto de la tabla, sin adjudicarle la culpa a Russo o Riquelme. Un acuerdo con LLA relegaría, según los comentaristas, a los macristas a la quinta candidatura del frente. Pero la cuestión es el Senado, para el que Bullrich aspira a arrastrar al elenco derechista de los votantes porteños. En tanto maniobras improvisadas, bajo la presión de la crisis, la elección en CABA habría abierto una crisis entre los primos Macri, porque una resurrección de JxC se haría a costa de la camarilla de Jorge Macri.
Improbablemente renovadora sería la versión de que cinco gobernadores (Santa Cruz, Chubut, Santa Fe, Córdoba y Jujuy) harían causa común, con el pretexto de diferenciarse del liberticismo, de un lado, y del kirchnerismo, del otro. En principio, temen que la LLA les arrebate el primer lugar en sus provincias. Pero el bloque que reúna a caudillos del Pro (Ignacio Torres), UCR (Maximiliano Pullaro y Carlos Sadir), peronismo (Córdoba) y un independiente (Claudio Vidal) no se ha constituido como tal, o sea, como un membrete común en esas provincias. En este caso, no sólo perdería el atractivo de presentarse como una lista nacional, sino que evitaría un fracaso si esos gobernadores descubren que no tienen un programa y que no tienen la intención de chocar con Milei y el FMI sobre una base de principios. Juan Schiaretti, que quiere fungir de amalgama de un frente nacional, deberá esperar a que la crisis económica y política avance varios pasos más. Visto de conjunto, la banda de desclasados de LLA quedaría como única fuerza nacional, acompañada por el mendocino Cornejo (UCR), el entrerriano Frigerio (Pro) y el chaqueño Zdero (UCR). Como Milei no es solamente un Mauricio Macri ‘radicalizado’, sino una síntesis de la descomposición política de la democracia, la alternativa de un “retorno” eventual a la ‘normalidad republicana’ está excluida. Un tránsito hacia el fascismo estaría empedrado por numerosas crisis políticas, de un lado, y luchas de masas, del otro, pero condicionado, ante todo, por la tendencia a una guerra mundial, así como a crisis revolucionarias.
El peronismo no irá como fuerza política nacional. En retroceso y dividido, en medida mayor o menor en todo el país, sólo pelea realmente la Provincia de Buenos Aires. No se va a convertir en un Ave Fénix. El derrumbe será aprovechado por la gran burguesía para asociar a la burocracia sindical a la destrucción del derecho laboral y de muchos otros (por ejemplo, el de salud por medio de las obras sociales en desbande). En la clase obrera se encuentra abierta una gran crisis política. Esto es, en cierto modo, inevitable en la época de la concentración máxima del capital y del imperialismo y las guerras imperialistas. No es algo que se pueda remediar, ni que tampoco pueda superarlo una política sindicalista (que acaba en un arribismo sindical), ni por el reformismo en sus múltiples variantes.
Es con esta comprensión política que Política Obrera participa de estas elecciones con el llamado a votar un programa y candidatos socialistas. A impulsar frente a la catástrofe social la organización de una huelga general. Y a intervenir en la guerra imperialista mediante la unidad internacional de los trabajadores.
