Por una lucha unificada por los reclamos de los trabajadores desocupados y precarizados

Escribe Eva Gutiérrez

Tiempo de lectura: 4 minutos

El impacto de la pandemia en nuestro país ha desnudado la profunda crisis social que hace décadas arrastran las villas miseria y los barrios más pobres de la Capital y el Gran Buenos Aires. La crisis sanitaria se ha potenciado al extremo, pero de ninguna manera se trata de una novedad. Los problemas de salud por las condiciones de vida en barrios hacinados y con viviendas precarias han pegado un salto dramático con la irrupción del coronavirus.

Gobiernos de todos los colores han pasado por el Estado nacional y por el porteño, sin que ninguno resuelva los problemas habitacionales que se agravan cada año. La falta de comedores y recursos para una alimentación adecuada durante décadas es abono para el desarrollo de todo tipo de enfermedades físicas. Los constantes cortes de agua colocaron permanentemente a la población de estos barrios a las puertas contagios e infecciones. El desarrollo vertiginoso del coronavirus en las villas de la Capital y el conurbano le está mostrando al país entero la situación explosiva de los barrios que muchos funcionarios preferían ocultar.

Colapso oficial

A esta altura, debe estar claro para todos que las políticas oficiales han fracasado. El colapso del sistema sanitario, junto con el elevado porcentaje de personal de la salud contagiado por coronavirus, como así también la irrefrenable multiplicación de los contagios en las villas, son todas pruebas de ello.

La política de convertir la Villa Azul en un ghetto, ante la incapacidad del Estado para contener la propagación del virus con medidas sanitarias, revelan más que nada el colapso moral y político de la política oficial.

Ante la falta de recursos por parte del Estado, fueron los propios vecinos de los barrios quienes, aun exponiendo su salud y su vida, se han colocado a la cabeza de combatir el hambre y la miseria.

Por todo el país se levantaron ollas populares a partir de la solidaridad entre los propios trabajadores ocupados y desocupados. Desde esas ollas vienen combatiendo el hambre y organizando a los vecinos de los barrios por todo tipo de reclamos -del agua a la violencia de género, de la desinfección de pasillos y viviendas a la falta de elementos de higiene y de mercadería, etc.

Las organizaciones que intervenimos en los barrios, que organizamos a los desocupados y trabajadores precarizados, a las mujeres que paran la olla, a los jóvenes que enfrentan la precarización, debemos sacar las conclusiones de esta situación y ponernos a la altura de las circunstancias. La cooptación del Estado a través del Ministerio de Desarrollo Social ha manifestado todos sus límites en el momento actual. Es necesaria una intervención que levante todos los reclamos necesarios para defender la vida de los que viven de su trabajo y que se encuentran en la primera línea de exposición ante el coronavirus. Las divisiones que impone el gobierno entre las organizaciones para evitar una intervención de conjunto deben ser superadas con una acción unitaria de todos los barrios por nuestros reclamos elementales. Es la vida misma lo que está en juego.

Desde esta perspectiva, saludamos la carta abierta firmada por varias organizaciones (FOL, Darío Santillán, Aníbal Verón, Izquierda Latinoamericana Socialista, entre otras) llamando a todas las organizaciones que trabajamos en los barrios a unificar la lucha por los reclamos que día a día llevamos al Estado en forma separada y sin obtener respuestas. Miles de compañeros quedaron sin trabajo ni ingreso, a lo que se suma la falta de mercadería en los barrios y el sostenimiento de merenderos y comedores. Son alrededor de 350.000 compañeros los que efectivamente cobran un plan social, de $8.500 congelados en medio de un brutal encarecimiento, con una desocupación ronda el 20% y la pobreza, un 40%.

A fines del año pasado realizamos acampes y movilizaciones por estos reclamos. La Emergencia Alimentaria que fue aprobada por el Congreso en diciembre no sólo no significó ninguna asignación de recursos de ningún tipo para los desocupados, sino que además fue justificativo para directamente cortarnos las entregas de mercadería y retrasarlas en otros casos.

Ya en cuarentena, el Ministerio de Desarrollo Social detuvo las compras debido a las denuncias por sobreprecios. Se removió a todos los funcionarios y, durante ese mes, también se cortó la entrega de mercadería para los comedores y merenderos. Ahora, con las nuevas autoridades, las entregas siguen retrasadas o, en algunos casos, directamente no llegan.

Lo concreto es que el gobierno, como dicen los compañeros en su carta, no atiende las necesidades de los desocupados y los sectores más empobrecidos, como sí cumplen con los grandes empresarios a quienes les ha entregado las ATP para el pago con subsidios del 50% de los salarios, liberando a las patronales de hacer también los aportes correspondientes.

En momentos en que el gobierno se apresta a firmar acuerdos con los bonistas de la deuda y el FMI, para rescatar al capital, este llamado a un reclamo unificado y una acción común abre la posibilidad de construir un polo único de lucha del movimiento de desocupados.

Desde la Tendencia del Polo Obrero venimos sacando artículos y materiales con el mismo planteo. De la misma manera, las organizaciones agrupadas en el Encuentro Socialista Antiimperialista (Tendencia Guevarista, MTR Histórico, MTR 12 de Abril, PCT, MTL Rebelde) han realizado un llamado a unificar y coordinar las luchas. Creemos que es hora de concretar todos los llamados en un plan de acción único que permita reagrupar a los trabajadores ocupados y desocupados del país para imponer un programa que reorganice todos los recursos para ponerlos a disposición de la población que está siendo golpeada por la pandemia. Queremos aportar, para que se sume a lo ya presentado, un pliego de reclamos sanitarios fundamentales contra el Covid 19 y el dengue, que están haciendo estragos con la salud y las vidas, principalmente de aquellos que viven hacinados en villas y barrios sin servicios elementales ni viviendas dignas. Reclamamos los testeos para aislar a los contagiados evitando la expansión del contagio, bajo el control de las organizaciones barriales y vecinos.

Declarar de utilidad pública los hoteles y edificios vacíos para el alojamiento para la población afectada. Fin del acaparamiento inmobiliario en las grandes ciudades. Centralización de todo el sistema de salud. Inmediata contratación de trabajadores de salud, trabajadores sociales y voluntarios, con salarios y convenio para todas las tareas de diagnósticos, relevamiento, higiene y saneamiento de los barrios. Reconversión de las villas y asentamientos en barrios con la construcción de viviendas. Asistencia alimentaria incondicional a toda la población en los barrios, bajo control de las organizaciones sociales y barriales. Entrega de barbijos, elementos de limpieza y sanitarios. Desconocimiento de la deuda externa.

Es necesario movilizar a la fuerza de todos los luchadores por este programa, unificando a los trabajadores desocupados y ocupados para coordinar movilizaciones y cortes en la perspectiva de una salida de los trabajadores.

Suscribite al canal de WhatsApp de Política Obrera