Pongamos ‘nocaut’ al gobierno con un voto obrero y socialista

Nota de tapa de Política Obrera N° 127 edición impresa.

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De tanto anunciar que le pondrían “el último clavo al cajón” de los ‘kukas’ (‘nunca más’), los liberticidas de Milei han construido su propio féretro.

El escándalo de las coimas a las droguerías se extiende como una mancha de aceite sobre todo el gobierno -desde el mismo Milei (estafa Libra), al ministerio de Salud (fentanilo adulterado) y los discapacitados; al ministerio de Seguridad de Bullrich; de Bullich a Pettovello y el PAMI (que ha repartido coimas a diestra y siniestra).

El gobierno liberticida (destructor de derechos políticos y sociales) no es más que una gigantesca plataforma de negociados con los mismos fondos públicos que Milei le ha confiscado a trabajadores y jubilados.

En un discurso de campaña, a Milei se le escapó una ‘pifiada’: dijo que el “curro” liderado por su hermana le “fue arrebatado a los Kukas”; los “libertos” sólo elevaron la comisión de la coima -del 5 al 8 %, según los audios-.

Cristina Kirchner aprovechó mal esta crisis de corrupción. Dijo que Milei no puede decir que no sabía lo que pasaba a su lado con otra K (Karina). Es lo que sostuvo, sin embargo, para ella en los juicios de Vialidad y los que vienen ahora.

La serie de estafas que saltaron desde el comienzo de año han gangrenado al gobierno: la mayor parte de las grandes patronales ya no confía en que los Milei y los Caputo tengan la autoridad para imponer las ‘reformas’ antiobreras que esperaban de ellos. Temen que se los acuse de coimeros, como ocurre con “los cuadernos de Centeno”.

Un diario ‘libertario’, La Nación del domingo pasado, asegura que si no fuera por la inminencia de las elecciones “el gobierno ya habría caído”. Es como decir que eso es lo que ocurrirá si el gobierno las pierde.

Mientras esperan el resultado de las elecciones, esas grandes patronales están organizando, preventivamente, un recambio. Son los gobernadores de “Provincias Unidas” (peronistas, radicales y macristas), mientras esperan para entrar Kicillof, el salteño Sáenz y algunos más. Para acomodarse a la nueva partitura patronal, estos oficialistas contumaces han comenzado a jugar a la ‘oposición’.

Ojo al piojo: la vicegobernadora del santafesino Pullaro, Gisela Scaglia, reclamó la “reforma laboral”, alegando que las patronales ya no pueden con las “cargas sociales”.

Pero el gobierno ‘libertario’ no sólo se pudre por la cabeza. Ha estatizado el sistema bancario para poder hacer frente a las renovaciones de deuda pública.

El “default” flota en el ambiente; mediante la compra de dólar futuro al precio actual, los especuladores especulan con una megadevaluación, en especial si el gobierno es derrotado en las urnas. El gran capital comienza a apostar a favor de que eso ocurra.

Mientras tanto, en San Nicolás, la capital del pulpo Techint, se respira una pueblada, para acompañar a la huelga indefinida contra los despidos y la miseria salarial en las contratistas (“comunidad Tenaris”). Hasta el octogenario burócrata Naldo Brunelli ha reconocido que “los obreros no tienen ya nada que perder”.

La crisis política y financiera que amenaza voltear al gobierno se combina con el telón de fondo de una gran bronca popular, que el peronismo y la burocracia sindical no canalizan, sino que obstruyen.

Este entrelazamiento caracteriza a las situaciones revolucionarias.

El 7 de septiembre llamamos a votar por Política Obrera, o sea, por un programa y candidatos socialistas. Es la única expresión consciente de esta situación y de las tareas que le plantean a la clase obrera.

La Legislatura será otro ámbito de agitación para impulsar las reivindicaciones de los trabajadores e impulsar una huelga general.

Revista EDM