Escribe Marcelo Ramal
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Los trabajadores de las tercerizadas de Ternium, en San Nicolás, ingresan en su segunda semana de huelga indefinida, por el salario y las condiciones de trabajo. La lucha envuelve a la principal planta industrial del país, donde el 40 por ciento –unos 7000 compañeros- trabajan para las 50 contratistas que se desempeñan a su interior. Como ocurre en otras siderúrgicas, los trabajadores de estas tercerizadas se encuentran incorporados al convenio metalúrgico, pero con una condición salarial y laboral inferior a la del trabajador efectivo.
En el último año, cuando la paritaria de la rama siderúrgica sufrió dilaciones en perjuicio del salario, los compañeros de las contratistas fueron los más perjudicados. A ello, se añade la precariedad de sus condiciones de trabajo, que ha sido causa de accidentes mortales. En este cuadro, y a través de asambleas masivas, los compañeros resolvieron ir a la huelga por un aumento de salarios de entre el 38 y 53 por ciento según la categoría.
A comienzos de esta semana, la patronal de Techint pidió la intervención del Ministerio de Trabajo nacional, el cual decretó de inmediato una nueva conciliación obligatoria –la cartera provincial de Trabajo ya había dictado una sin resultados. Los trabajadores entendieron a esta injerencia oficial como una maniobra contra la huelga y obligaron a la UOM a desconocer la conciliación. La reacción de la patronal fue impedir el ingreso de 220 compañeros de dos contratistas durante dos días. Pero la huelga persistió, y este jueves, Rocca habilitó los ingresos de estos trabajadores, que continuaron parando mientras se desarrollaba una nueva instancia de negociación con la UOM. En el ínterin, Rocca amenazaba con el cierre del alto horno y una interrupción productiva prolongada. El conflicto ha envuelto a la ciudad, donde el Concejo Deliberante aprobó una resolución calificando como “extorsiva” la “actitud patronal”, pero sin pronunciarse a favor del reclamo de los obreros.
El conflicto de Ternium tiene lugar en medio de un escenario crítico en todo el Cordón industrial desde San Lorenzo y Villa hasta Campana. La crisis se concentra en la siderurgia: en Villa Constitución, Acindar ha redoblado las suspensiones, con 200 nuevos compañeros parados que recibirán el 75 por ciento del salario. En Campana, Siderca argumenta reducciones de producción para empujar a retiros “voluntarios”. Más allá de la siderurgia, en el sur santafecino Celulosa y Vasalli –maquinaria agrícola- enfrentan crisis terminales.
Las patronales del acero se amparan en el derrumbe del mercado interno –industria, obra pública, construcción priva. Pero las acerías están controladas por firmas internacionalizadas. Acindar pertenece a Arcelor Mittal; en cuanto al grupo Techint, que controla Ternium y Siderca, actúa en diez países del mundo. Las “espaldas” para aguantar la crisis son infinitamente superiores a la de los trabajadores. Techint y Acindar se escudan en el derrumbe del mercado interno para suspender, despedir y liquidar el derecho del trabajo al interior de sus fábricas. Pero Techint es un férreo sostenedor de Milei-Caputo, y tiene a “su” hombre al frente del Ministerio de Trabajo.
La crisis industrial es el acicate para acentuar la precarización e inseguridad laboral. Pero lo que ha estallado en Ternium, precisamente, es la rebelión de los precarizados. En momentos en que el gobierno y las patronales apuestan a convertir al conjunto de la clase obrera en una masa sin derechos, los que han salido a luchar son quienes ya perdieron muchas de esas conquistas. En la principal fábrica de la Argentina, los obreros de las tercerizadas denuncian que la condición laboral y salarial que Milei-Caputo han diseñado para el conjunto de la clase obrera es intolerable.
La huelga de Ternium es también una sonora bofetada a la burocracia de la UOM y a todas las burocracias, que han mirado para otro lado frente al progreso galopante de la subcontratación en la gran industria, a cambio de mantener algunas –cada vez menos- prerrogativas para los trabajadores de planta. La determinación y masividad del conflicto de Ternium obligó a la UOM a intervenir –Brunelli, el vitalicio secretario de la UOM San Nicolás, lo calificó como el “mayor conflicto de la historia” de la planta. Pero lo que la burocracia no quiere es una victoria de los tercerizados, porque alentaría una lucha general en un gremio largamente postergado en sus reclamos. Por eso mismo, ha parcelado el conflicto entre las tercerizadas y los trabajadores de planta, y a su vez, entre las diferentes plantas.
La victoria de los compañeros de las tercerizadas exige una lucha común de todas las plantas y la preparación de la huelga general siderúrgica por los reclamos salariales y de condiciones de trabajo que están planteados. En esa perspectiva, está planteada la lucha por el mejor convenio por igual trabajo para todos, y la igualdad para “arriba” de las escalas salariales.
Estamos ante un conflicto de carácter político, que choca con la médula del gobierno liberticida -la liquidación del derecho laboral. El estallido de una huelga en la mayor concentración de trabajadores tercerizados de Argentina es un síntoma poderoso de la declinación del gobierno. Pero a diferencia de otros síntomas, como la crisis financiera o la corrupción, en Ternium el que le tira el baldón de tierra a Caputo y a Milei es la clase obrera.
