Tiempo de lectura: 4 minutos
Israel atacó el martes la sede de los dirigentes de Hamas en Doha, la capital de Qatar, mientras la dirección de la organización palestina estaba reunida discutiendo la última propuesta estadounidense de alto el fuego en la Franja de Gaza. Después se iba a sumar toda la comisión negociadora en ese lugar.
El ataque en Doha sigue el modelo de lo que Trump hizo con Irán, cuando propuso un diálogo sobre los desarrollos nucleares y en realidad se proponían matar a los negociadores iraníes.
El bombardeo de edificios residenciales en la capital qatarí es una nueva demostración de que para el régimen sionista y para Donald Trump no existen líneas rojas. Medios israelíes informaron que el ataque involucró a 15 aviones de combate israelíes, que dispararon 10 municiones contra un solo objetivo. La oficina de Hamás se estableció en Qatar a pedido de Estados Unidos para facilitar las conversaciones de paz.
Los medios de comunicación israelíes afirmaron que el ataque tenía como objetivo la oficina del principal negociador de Hamás en las conversaciones de alto el fuego en curso, Khalil al-Hayya, además de otros miembros del equipo negociador. Si bien no fueron alcanzados, cinco militantes de menor rango, y el hijo de Khalil al-Hayya fueron asesinados. Un miembro de la Fuerza de Seguridad Interna de Qatar también murió y otros resultaron heridos, según informó el Ministerio del Interior qatarí.
La agresión criminal se produce mientras se negociaban las condiciones de Trump para un alto el fuego y después de que el norteamericano profirió amenazas mortíferas si los palestinos no lo acataban.
El primer ministro qatarí, el jeque Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, arremetió contra Netanyahu por «arrastrar a la región a un lugar en el que, lamentablemente, no se puede reparar». Cuando se le preguntó en una conferencia de prensa si continuarían las conversaciones para el alto el fuego, respondió que, tras el ataque, “no creo que haya nada válido” en las conversaciones actuales.
Los bombardeos a Doha generaron una catarata de repudios. Los israelíes tienen como práctica habitual los asesinatos selectivos en el extranjero: El mes pasado, mató a 12 altos funcionarios del gobierno yemení, entre ellos el primer ministro, Ahmad al-Rahawi.
Desde el 7 de octubre, Israel ha asesinado a varios líderes de Hamás en el exilio en toda la región, entre ellos el anterior jefe del politburó de Hamás, Ismail Haniyeh, en Teherán, y el alto miembro del politburó de Hamás, Saleh Aruri, en Beirut.
Israel también ha asesinado a varios altos mandos de las Brigadas Al-Qassam, entre ellos su antiguo comandante, Muhammad al-Deif. Hace dos semanas, Hamás confirmó la muerte del sucesor de Deif, Muhammad Sinwar, hermano del jefe de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, que fue asesinado accidentalmente en octubre de 2024 durante un combate en Rafah.
Pero este es el primer bombardeo a Qatar, uno de los aliados más sólidos de Estados Unidos, que alberga la mayor base militar norteamericana en la región y a miles de soldados yankys. Qatar, además, es un mediador clave en las negociaciones por el alto el fuego.
Desafiante, Netanyahu se apresuró a reivindicar los asesinatos. Mintió que la decisión se tomó en represalia a un tiroteo en Jerusalén que causó la muerte a seis personas -reivindicado por las Brigadas Qassam, el ala militar de Hamas- y por un ataque contra las fuerzas israelíes en Gaza, en el que murieron cuatro soldados.
Los especialistas coinciden en que la operación debe haberse preparado con mucha antelación. “La temeridad desquiciada del ataque sorprendió a todo el mundo”, opinó Cinzia Bianco, investigadora del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores en Doha.
Aunque muchos medios opinaron que el bombardeo a su mejor aliado entre los árabes dejó en falsa escuadra a Trump, este admitió que había sido informado previamente por Israel. La declaración añadía que, aunque la operación no promovía los objetivos israelíes ni estadounidenses, golpear a Hamás siempre era «loable».
Trump escribió en redes sociales que les aseguró a los cataríes que algo así no volvería a suceder en su territorio. "Creo que este desafortunado incidente podría servir como una oportunidad para la paz", agregó.
La Casa Blanca dijo que advirtió a Qatar del ataque «inminente», pero el canciller qatarí retrucó que ese aviso de la “agresión criminal” les llegó justo cuando «se oían las explosiones». El jeque al-Thani dijo que se había llegado “a un momento decisivo en el que toda la región debe responder a estas acciones tan bárbaras”. Y acusó al gobierno israelí de intentar «sabotear cualquier intento de crear oportunidades para la paz».
Hamas aseguró que sus jefes estaban con vida y afirmó que el objetivo sionista era “descarrilar las conversaciones sobre el intercambio de prisioneros y las negociaciones de alto el fuego”. Lo mismo dijo el New York Times: el ataque “corre el riesgo de desbaratar los esfuerzos diplomáticos por lograr un alto el fuego”.
Simultáneamente, Israel emitió el martes una orden de evacuación general para la ciudad de Gaza. Para ejecutarla esta semana convocó a otros 40.000 reservistas.
La orden obliga a casi un millón de palestinos a decidir si arriesgan su vida permaneciendo en su ciudad o huyen hacia el sur, a zonas que también están en ruinas y superpobladas. Muchos han decidido que no se marcharán. La Defensa Civil Palestina ha declarado que, si la invasión de la ciudad se lleva a cabo tal y como se ha anunciado, se espera que el número de víctimas diarias ascienda a unos 300 palestinos.
Naciones Unidas pronosticó una «catástrofe» para la población civil e informó que seguirían operando en la ciudad para proporcionar ayuda a quienes se quedaran.
Frenar el genocidio palestino es cosa de vida o muerte no solo para los palestinos, también para los explotados de todo el mundo.
