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En Mendoza, una adolescente de 14 años sacó un arma de fuego en el colegio al que concurre y realizó varios disparos, sin herir a nadie y luego de más de cinco horas dentro del establecimiento en esas condiciones, se entregó a la policía local.
Los medios de comunicación difundieron la noticia señalando que la joven estaría buscando a una docente que “la trataba mal” y a un “compañero” con el que habría tenido diversos conflictos, lo que rápidamente se ha denominado como que la joven sufría de “bullying”; que significa el hostigamiento sostenido en el tiempo en el marco escolar de un grupo de estudiantes sobre determinados individuos.
Sea una cosa o la otra, en ambos aspectos el debate busca poner en el ojo de la tormenta la función docente. Por un lado, abriendo la perspectiva del maltrato docente, en los tiempos en donde a la docencia se la denuncia por “adoctrinar” pero también, en caso de situaciones de bullying, se interroga acerca de los docentes y su deficiencia de no haber notado nada.
Por donde se recorra el suceso, el trabajador docente está cuestionado. ¿Por qué? Porque, como hemos venido poniendo de relieve en nuestra prensa, la docencia está en el corazón social, cultural de la sociedad en la que vivimos y, en tal sentido, está en el centro de las tensiones sociales y de los problemas de la vida cotidiana irresolutos.
En el mes de junio de 2025 se informaba que “de cada 10 nuevos desempleados en el país, 4 son de Mendoza”. El diario sitio Andino menciona que "si uno compara el último trimestre del año pasado con el primero de este año, hay una pérdida de 11.000 puestos de trabajo" y que la pérdida de empleo tiene un ritmo constante desde hace más de ocho años. La joven que portaba el arma está dentro de la población femenina que se ve particularmente afectada por la pérdida de fuentes laborales y/o el pluriempleo. En tal sentido, menciona el diario que “las mujeres son las que más se ven condicionadas y perjudicadas” porque “están expuestas al trabajo más precario”. Además de su condición de mujer, es joven y esto, que debería significar las garantías para un pleno desarrollo de fuerzas y energías vitales, por el contrario, encuentra que “dejan de estudiar y así atrasan su terminalidad educativa” porque deben salir a buscar ingresos diversos produciendo que la “inserción al mundo laboral sea más precaria".
La educación en la provincia de Mendoza no ofrece una perspectiva diversa a lo que establecen los marcos de políticas educativas consensuadas en el Consejo Federal de Educación, en los cuales se postula a la escuela como el establecimiento para asumir los problemas de la comunidad educativa. Los lineamientos políticos impulsan a la escuela a asumir todas las problemáticas vivenciales de los niños, niñas y adolescentes encuadradas como corresponsabilidad, con otros agentes que pueden ser organismos públicos que, carecen de personal o directamente están vaciados.
Con el discurso sobre la comunidad y la búsqueda de la participación de los sujetos que la constituyen, se coloca a la institución escolar en el centro de la vinculación social y comunitaria que no deja de ser un modo de buscar mitigar los efectos de la desigualdad territorial que se personifica en las aulas. Los malos tratos entre los estudiantes son una expresión, una manifestación, una fachada por donde se canalizan los múltiples maltratos que reciben niños y jóvenes del entorno en el que viven. Malos tratos de vivir sin perspectivas de futuro, de emancipación, del mal trato de carecer de una educación capaz de elevarlos cultural, científica y emocionalmente. En definitiva, es expresión de los malos tratos que surgen de un régimen social que se mantiene desarrollando ganancias para los grandes capitales a costa de un sostenido desempleo en la población trabajadora y que reduce toda perspectiva de la juventud.
Las políticas educativas apuntan a que las escuelas asuman un papel protagónico como mediadora entre las grandes líneas de política educativa y la realidad concreta de su localidad, estimulando que cada institución elabore las respuestas para abordar los problemas específicos de su contexto. La escuela es colocada como un establecimiento de contención social, preanunciando un incremento de la brutalidad en esos ámbitos, siempre y cuando los problemas de la comunidad escolar no se mejoren, ni se reviertan.
La Argentina, en el proceso de las acciones del gobierno liberticida (aniquilador de libertades y derechos), se puede encaminar a una profundización de la disgregación de los lazos despertando reacciones en el espacio en común que comparten las diversas generaciones expresadas en los docentes (adultos) y los estudiantes (jóvenes). El choque intergeneracional, en el ámbito educativo, bajo el capitalismo en descomposición se expresa como vínculo opresivo y hostil. La presión sobre el desempeño docente, junto a las modificaciones que sufre la función, va minando las relaciones estimulando la mecanización de los vínculos. Sin perspectivas para el desarrollo de la vida, los jóvenes, pareciera que nada tienen que perder.
La docencia y los estudiantes deberán asumir el lugar central que ocupan en la sociedad para promover un programa de defensa de la vida, de la educación, de la enseñanza y el aprendizaje. Las agresiones que viene recibiendo la educación desde hace décadas, deberá ser afrontada mediante la consolidación de una perspectiva que promueva el incremento del presupuesto educativo, el aumento de salario, la formación docente y la promoción de un plan de reorganización de la sociedad para proyectar un futuro en los jóvenes.
