Bolsonaro condenado

Escribe El Be

Estados Unidos amenaza con usar su “poder económico y militar” contra Brasil

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Mientras se escribía esta nota, la jueza del Tribunal Supremo Federal (STF) de Brasil, Cármen Lucia, explicaba los fundamentos de su voto por la condena a Bolsonaro y los otros siete acusados por el intento de golpe de Estado con el asalto a los tres poderes el 8 de enero de 2023. Aunque todavía falta el voto de Cristiano Zanin, con el voto de Lucía el TSF ya alcanza el mínimo de los 3/5 necesarios para emitir sentencia. Aunque se descuenta que Zanin votará también contra el expresidente, su voto sigue siendo clave porque con dos votos por la absolución Bolsonaro podría apelar la sentencia, que llevaría el caso al pleno del Tribunal Supremo. Una vez condenado, la siguiente etapa del juicio es el debate sobre la sentencia que le corresponde a cada uno de los acusados, que puede variar entre 12 y 40 años de prisión.

La sentencia a Bolsonaro llega días después de que se convocara, en ocasión del Día de la Independencia de Brasil (7/9), una manifestación de la derecha en favor de la absolución de Bolsonaro y su séquito y por la amnistía general reclamada al Congreso braslieño. Los aliados de Bolsonaro incluso reclaman por nuevas sanciones contra las autoridades de la Corte Suprema y del Gobierno Federal de Brasil a la luz del juicio. La manifestación derechista de este domingo en la Avenida Paulista (São Paulo) contó con 42.000 personas. Una cantidad similar se congregó en Copacabana. Las movilizaciones reflejan un leve aumento de la capacidad de movilización de la derecha en relación a manifestaciones anteriores, aunque no ha logrado recuperar la fuerza que tuvo al inicio del juicio, cuando cerca de 185.000 manifestantes se congregaron en la capital en febrero de 2024 para rechazar el inicio de las investigaciones contra Bolsonaro.

Más notorio que la movilización de la derecha fue la mermada movilización convocada por los sectores de la izquierda oficialista, que tuvo su mayor convocatoria en la Plaza de la República, también en São Paulo, con 8.800 manifestantes. Lo mismo ocurrió en el centro de Río, donde los líderes congregaron a entre 3.000 y 4.000 activistas. El bolsonarismo se mostró así con mayor capacidad de movilización que sus rivales, realizando manifestaciones en 25 capitales estatales y el Distrito Federal. Las movilizaciones de la derecha, sin embargo, son altamente oscilantes. Su convocatoria histórica más baja de los últimos tiempos tuvo lugar en junio de este año, con 12.000 manifestantes. Ha llamado la atención, también, el silencio de las iglesias evangélicas (el 70% de cuyos fieles votaron por Bolsonaro) sobre el juicio en curso.

En la manifestación bolsonarista se desplegaron, además de numerosas banderas israelíes, una gigantesca bandera estadounidense. El gobierno norteamericano aprovechó la ocasión en las redes sociales. “Ayer se conmemoró el 203.º Día de la Independencia de Brasil. Fue un recordatorio de nuestro compromiso de apoyar al pueblo brasileño en su lucha por preservar los valores de la libertad y la justicia”, declaró Darren Beattie, subsecretario de Diplomacia Pública del Departamento de Estado, en X, y añadió que contra el “ministro Alexandre de Moraes y a las personas cuyos abusos de autoridad han socavado estas libertades fundamentales, seguiremos tomando las medidas pertinentes".

Por su parte, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmó el pasado martes que el presidente Donald Trump impuso aranceles y sanciones para proteger la “libertad de expresión” en Brasil y afirmó que Estados Unidos no dudará en “usar su poder económico y militar para defenderla”. El gobierno de Lula respondió emitiendo un comunicado desde el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil condenando el uso de sanciones económicas o amenazas de fuerza. El asesor en política exterior brasileña de Lula, Celso Amorim, afirmó que “no cree” que Estados Unidos vaya a emplear la fuerza militar contra Brasil. Otros analistas políticos advierten que “Nada se dice en vano. Brasil es un país con una serie de recursos estratégicos que, de hecho, podrían convertirse en blanco de disputa. La lucha por la libertad de expresión a favor de Bolsonaro no es más que una especie de retórica para, de hecho, aprovechar otros intereses que Estados Unidos pueda tener en relación con Brasil” (Folha, 10/9).

En el tramo final del juicio sorprendió el pronunciamiento de más de 12 horas de duración del juez Luiz Fux que votó por la completa absolución de Bolsonaro y sus cómplices. El diario O Globo (10/9) titula un artículo afirmando que “El voto de Fux refuerza las nuevas sanciones estadounidenses” y asegura que “desde una perspectiva nacional, la postura de Fux intensificará los esfuerzos para lograr la aprobación del proyecto de ley de amnistía en el Congreso”. Es que el voto y la argumentación de Fux fueron mucho más allá de las esperanzas más optimistas de la defensa de Bolsonaro. El magistrado, nombrado por Dilma Rousseff en 2011, negó la existencia de una “organización criminal” (principal argumento de Moraes para condenar a Bolsonaro), calificó los actos del 8 de enero como vandalismo llevado adelante por “turbas desordenadas” (sin relación con un golpe de Estado), aseguró que el TSF no tenía competencia para juzgar a los acusados y pidió la anulación total del juicio. Para Folha de Sao Paulo (10/9), “lo que importa menos es su único voto entre los cinco que juzgan a los partidarios de Bolsonaro, y más es su aceptación de tesis que podrían ser utilizadas en el futuro por aliados del expresidente para buscar algún tipo de nulidad del proceso”. En su diatriba, Fux comparó los asaltos de 8 de enero de 2023 con manifestaciones y acciones que atribuyó a la izquierda, como los grupos que se conocieron como los "black blocs” en 2013 o las protestas contra el mundial de fútbol en 2014. “El ministro dio soporte legal a lo que hasta ahora era básicamente una tesis de aliados en las redes sociales del expresidente Jair Bolsonaro”, afirma Folha, que agrega que “incluso si Bolsonaro es finalmente condenado, el voto de Fux proporciona motivos para que los abogados de los acusados busquen la nulidad del caso en el futuro”.

La posición de Fux representó un giro respecto de la que adoptó anteriormente en el caso de los acusados por la acción del 8 de enero, en septiembre de 2023. Este giro se había producido hacía ya un tiempo. El propio Bolsonaro había admitido públicamente la expectativa de que Fux representara un “punto de inflexión” en el juicio. Según Folha, “Moraes optó por citar poca doctrina y enumerar una avalancha de pruebas. Fux citó autores de forma convulsiva e inepta, sin determinar jamás qué razonamiento específico de los autores citados liberó a Jair y su banda de la prisión”. Pero lo que más ha llamado la atención del voto de Fux es el llamado neogarantismo del ministro, debido al historial punitivo del juez, siendo considerado “el ministro más punitivo de las últimas décadas”, incluyendo los casos del Mensalão, el Lava Jato e “innumerables casos en los que los acusados eran anónimos”. Ahora, dice O Globo, “al minimizar una conducta tan grave, rompe con su propia tradición”.

Revista EDM