El viernes negro de Milei y Caputo adelanta el desenlace de la crisis política

Escribe Marcelo Ramal

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La venta de 1100 millones de reservas del Banco Central, en tan sólo 72 horas, terminó de hundir a lo que algunos llamaron el “plan Durar” o el “plan Aguantar” de Caputo y de Milei. Se referían a afrontar la fuga de capitales en curso con una venta de dólares a 1480-1500 pesos -la banda superior de la cotización pactada con el FMI- hasta las elecciones de octubre. Con ese remate de reservas, y si se remontaba la cuesta de la derrota electoral en Buenos Aires, los liberticidas esperaban frenar la salida de capitales y acceder a algún rescate financiero y político para sobrellevar los próximos dos años de gobierno.

Pero la estampida de estas horas hizo trizas ese “aguante”. Con el ritmo de la corrida de estas horas, el gobierno agotaría las reservas disponibles en menos de diez días. La propia corrida acelera la conducta de los especuladores, porque el remate de dólares pone en tela de juicio a la cancelación de los vencimientos de deuda, que suman 9000 millones desde ahora hasta enero de 2026. El decano de los economistas liberales, y defensor de Milei, Juan Carlos de Pablo, dio su veredicto respecto de si las reservas podrán cubrir la corrida y los vencimientos inmediatos: “sólo Dios lo sabe”, sentenció. En la noche del jueves, Luis Caputo declaró que se respondería a la demanda de divisas vendiendo “hasta el último dólar”. Con ello, confesaba ante un streamer la gigantesca estafa que representa la llamada “banda superior” de la cotización: al vender a un precio fijo de 1480-1500 pesos, el gobierno “libertario” premia a los especuladores con un seguro de cambio con rédito inmediato, el cual se agrega a las ventas cuantiosas de dólar futuro -todo financiado con una deuda que le será endosada a jubilados, maestros y universidades. El derrumbe del gobierno de Milei es, en sí mismo, otro peldaño de una enorme confiscación social.

Todo un régimen

La crisis de estas horas supera con creces la dimensión de una corrida cambiaria, que el gobierno quiere atribuir a una “incertidumbre electoral”. Lo que se ha venido abajo es el conjunto del régimen económico pergeñado por Caputo y por Milei. Y, naturalmente, las mentiras que lo embellecieron durante estos dos años. La estampida cambiaria deja en ridículo a las afirmaciones de Milei en relación a que no existían “los pesos suficientes” para sostener una corrida, ello porque el gobierno habría frenado la emisión. En verdad, Milei multiplicó por cuatro a la emisión de moneda -naturalmente, no para salarios o jubilaciones, sino para remunerar los intereses extraordinarios de las colocaciones de deuda pública. La capitalización de esos intereses “hacia adelante” fue fabricando una bomba de tiempo que el gobierno encubrió bajo el mote de ”base monetaria ampliada”, donde se incluían los intereses devengados por las “LECAPS” ("letras capitalizables”).

Por las mismas razones, la otra gran mentira de los liberticidas es la existencia de un “superávit fiscal”. Los vencimientos de LECAPS, equivalentes a 42 billones de pesos, quintuplican al superávit de caja “informado” por el Tesoro.

Es el agotamiento de esta operación especulativa el que ha volcado a la inmensa masa monetaria fabricada por estos “austríacos” a la compra de dólares. La tentativa de retener a los especuladores en colocaciones en pesos, elevando la tasa de interés, acentuó la parálisis industrial y comercial -pero no ha servido para frenar la corrida. Ya no hay tasa de interés o renta capaz de superar a la expectativa de una megadevaluación. El retiro de colocaciones en pesos no sólo abarca a los títulos de deuda: los bancos están sufriendo un “rescate” de plazos fijos, lo que les obliga a liquidar las letras del Tesoro en su poder para responder a los retiros. Detrás de la corrida cambiaria, asoma un principio de corrida bancaria. La devaluación en marcha, por otra parte, hace pedazos la capacidad del Tesoro para comprar los dólares necesarios para afrontar los vencimientos de deuda.

Bessent y Trump

En las últimas horas, hasta el propio Milei debió echar mano de la versión de que se estaría tramitando un préstamo- puente bancado directamente por el Tesoro norteamericano. Es la confesión de que los demás recursos -incluyendo el reciente socorro financiero del FMI- se han agotado. Milei espera ser recompensado, en especie, por su alineamiento incondicional con Trump, Netanhayu y la OTAN. Pero es improbable, por un lado, que el Tesoro yanqui arroje 5 o 10.000 milllones de dólares al agujero negro de un régimen en derrumbe, o, al menos, que lo haga sin exigir un replanteo más o menos drástico.

Los popes económicos de la gran burguesía han salido a reclamar abiertamente una devaluación . Sin decirlo tan explícitamente, varios de ellos sostienen que esa devaluación debería ir acompañada del retorno integral del cepo, para frenar la sangría hasta próximo aviso. El propio Caputo en las últimas horas, estableció restricciones a las operaciones de divisas por parte de directivos o accionistas de entidades bancarias.

Pero la devaluación y el cepo, a veinticinco días de las elecciones, implicaría una crisis probablemente terminal para la camarilla de los Milei y los Caputo. El libertarianismo en liquidación sería forzado al super intervencionismo cambiario y financiero. La desautorización política que ese cimbronazo económico implicaría para los liberticidas es un golpe definitivo a sus posibilidades electorales. Las elecciones de medio término tendrán lugar en un escenario que ninguno de sus protagonistas previó ni, mucho menos, ha preparado con un programa de salida.

Es necesario explicar y clarificar ante los trabajadores el escenario por delante. La tentativa de rescatar al capital y a la deuda pública con una contrarrevolución social se ha venido abajo miserablemente. Abrámosle paso a una salida obrera y socialista.

Revista EDM