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Por varios motivos, el debate de candidatos a senadores por Salta fue una radiografía de los choques de clase que sacuden a la provincia, y del lugar de cada fuerza política en esa confrontación. La pulseada fue televisada por canal 10. Por lo pronto, hubo dos ausencias significativas: en primer lugar, la de la candidata de Milei, Emilia Orozco, cuya campaña se encuentra virtualmente clausurada; en las elecciones provinciales, LLA había ganado la Capital. Debió retirarse, además, de varios actos en el interior salteño, como resultado de los abucheos y escraches. La otra silla vacía fue la del senador kirchnerista Sergio Leavy, que se presenta por fuera de Fuerza Patria. La pretensión de Leavy de liderar un kirchnerismo “auténtico”, en oposición a Urtubey, quedó desairada por el apoyo férreo de Cristina Kirchner al exgobernador. CFK necesita ganar senadores, para alcanzar una mayoría en las dos Cámaras que vote su salida de la prisión domiciliaria. Leavy, antiguo intendente de Tartagal y actualmente senador, navega sin destino.
Los que sí asistieron fueron Flavia Royón, candidata del gobernador Sáenz; el mencionado Urtubey, un representante de la UCR; otro de un lobby derechista-policial -“Renacer”-; Claudio del Pla por el FITU, el candidato del Nuevo MAS y nuestra compañera Violeta Gil, candidata a senadora por Política Obrera. El debate se desarrolló en tres bloques: Estado, Federalismo y Derechos Humanos, junto a dos preguntas del público relacionadas con la educación y las condiciones laborales en la minería.
En la cuestión del Estado, Royón y Urtubey reiteraron los remanidos lugares comunes acerca del “Estado presente”, lo cual, aunque rutinario, no deja de ser curioso. Royón se encargó de Minería bajo Gustavo Sáenz, luego bajo Massa, a renglón seguido bajo Milei y luego volvió al terruño, con caracterizaciones distintas del Estado, aunque siempre fidelísimas a los pulpos mineros. Todos ocultaron celosamente la bancarrota financiera del Estado cuya ‘presencia’ reclamaban, casi un bochorno intelectual. La bancarrota del Estado fue desarrollada por Violeta. Así lo publicó el diario El Tribuno, decano de la provincia: “el Estado Nacional está siendo quebrado por los agentes patronales y sus gobiernos, porque todos han asumido una deuda pública usuraria e imposible de pagar. En 50 años todos los gobiernos la han pagado serialmente, a costa de la destrucción de las condiciones dignas de los trabajadores en Argentina. Es la consecuencia de los gobiernos capitalistas. Si no hay que preguntarle a Urtubey, que dejó una deuda que hoy Sáenz está pagando con la confiscación de los salarios para los salteños” (El Tribuno, 7/10).
En la cuestión del federalismo, Urtubey aburrió con una perorata sobre derecho constitucional. Pero Violeta Gil denunció a Sáenz y al anterior gobernador como “enemigos jurados del federalismo”, destacando en el caso de Sáenz su colaboración con la motosierra de Milei que “arrasó con los recursos de las provincias”. “Para los gobiernos capitalistas -señaló Violeta- el federalismo es la autonomía para privatizar los recursos del suelo”. Con ello, dejó planteada la cuestión crucial que se debatiría a renglón siguiente.
El punto de la minería ingresó en el debate tangencialmente, a través de la pregunta de un alumno sobre las condiciones laborales en la actividad. Las respuestas revelaron a Flavia Royón como vocera inconmovible del capital minero, con toda su impronta extractivista y antiobrera. Después de que Violeta y Del Pla (FITU) denunciaran las condiciones de trabajo en el litio, Royón dijo desconocerlas y señaló que “quienes deben hacerlo son los sindicatos”. Es una respuesta digna de Espert o Milei. Fingió ignorar que cualquier trabajador que haga un reclamo es despedido,y que la burocracia sindical actúa como agente de la patronal minera. Flavia Royón es una vocera del capital minero: privatizar los yacimientos y estatizar las obras de infraestructura para ellas, que también harán privados, a costa del presupuesto del Estado. Urtubey “alertó” sobre el “cumplimiento de las normas laborales” en la minería, sin decirle a la audiencia que propugna una contrarreforma laboral que abole el derecho al trabajo. Es también el planteo de la burocracia sindical, pilar de la Fuerza Patria. En Salta, la burocracia de la CGT local se ha anotado con varios candidatos a diputado.
Violeta Gil fue la única que planteó la nacionalización de la minería, defendiendo los derechos laborales, la defensa del agua dulce y de riego, y denunciando el vaciamiento de un recurso no renovable, a fuerza de una renta fiscal e impuestos ridículamente bajos. La explotación racional de la minería, por parte del Estado, concluyó, es la tarea de un gobierno de trabajadores.
El cierre del debate puso de manifiesto la ubicación de los diferentes bloques en la crisis política. Royón defendió que las provincias debían “refundar el país” contra el modelo “concentrado y centralista” dictado desde Buenos Aires. O sea que el Estado nacional debería financiar las privatizaciones, por parte de las provincias. El planteo concilia la autonomía de las provincias con la entrega de los recursos naturales de las provincias, en una suerte de federalismo oligárquico.
El cierre fue también un contrapunto de perspectivas entre el FITU, de un lado, y Política Obrera, del otro.
Claudio del Pla caracterizó que el gobierno de Milei se encuentra a la ofensiva, dispuesto a servirse de las elecciones para luego “encarar una reforma laboral y jubilatoria”. El planteo oculta a los trabajadores la oportunidad que la desintegración del gobierno les ofrece para impulsar su derrota por medio de la acción directa. La percepción, sin embargo, de que los gobiernos capitalistas enfrentan obstáculos para gobernar como consecuencia de las contradicciones insalvables de la dominación capitalista, ha sido siempre un estímulo para una acción obrera independiente. Es lo que ha ocurrido en la historia de todas las revoluciones. Es un caso de estudio que Del Pla no advierta el viraje que se ha producido desde el Protocolo de Bullrich a los actuales escraches a los actos de Milei, o de la arrogancia de este sujeto en Davos al pedido de la escupidera a Trump, en Washington, como ocurre a ojos vista.
Violeta Gil, en efecto, expuso la crisis terminal del gobierno liberticida y denunció el intento de rescate -o salvavidas político- que el gran capital y el imperialismo se encuentran urdiendo para después de las elecciones: una megadevaluación poselectoral. Cuando Milei había sido plebiscitado en el segundo turno, en 2023, ahora no será la misma devaluación de un gobierno corrido por las urnas y las movilizaciones en crecimiento. Para que la crisis tenga una salida favorable a los trabajadores, concluyó Violeta, es necesario impulsar un programa socialista y una lucha de conjunto. El debate mostró el círculo parlamentarista que ata al FITU. Violeta también desarrolló una cuestión estratégica en el bloque asignado a los “derechos humanos”. Allí colocó en el centro de la cuestión al genocidio perpetrado en Gaza, denunciando el compromiso activo de Milei con el régimen criminal de Netanyahu y el silencio cómplice de la oposición “nac & pop” de los Urtubey. Violeta asoció la masacre del pueblo palestino al escenario de guerra internacional. Otra vez, El Tribuno recogió su intervención: “Es imposible defender los derechos humanos, si no enfrentamos las guerras imperialistas que tienen como único propósito arrastrarnos a la barbarie. Esto es lo que representan los gobiernos capitalistas. Convocamos a los trabajadores a enfrentar la guerra imperialista y apoyar las guerras nacionales contra los imperialistas para abrir un curso, el único emancipador, capaz de acabar con la barbarie del capitalismo" (El Tribuno, 7/10). Aunque el reglamento del evento obstaculizó el “debate”, la ronda de exposiciones dejó en claro las posiciones de clase de unos y otros. Violeta Gil desarrolló el contenido del slogan: “Votá un programa y candidatos socialistas”.
