Escribe Aldana González
Maduro alerta sobre un plan para atacar la embajada de Estados Unidos en Caracas: acusa operación “bandera falsa” de la oposición mientras Trump amenaza con una invasión terrestre en el continente.
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El gobierno venezolano denunció en los últimos días la existencia de un plan extremista que tendría como objetivo colocar explosivos en el complejo de la embajada de Estados Unidos en Caracas. El Ejecutivo calificó la acción como una operación de “bandera falsa” organizada por sectores de la oposición para responsabilizar al gobierno de Maduro y generar la excusa para una invasión.
La embajada de Estados Unidos, que se encuentra cerrada desde 2019 -cuando se rompieron las relaciones diplomáticas- sigue albergando un equipo de seguridad y mantenimiento.
Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional y encargado del diálogo con Estados Unidos, afirmó que la amenaza fue comunicada a Washington por tres canales distintos.
Rodríguez aseguró que grupos de derecha disfrazados de seguidores de Maduro planearían colocar explosivos letales en la embajada.
El gobierno venezolano declaró que reforzó las medidas de seguridad alrededor del recinto, e informó a una embajada europea que actuaría como enlace diplomático. Posteriormente, Maduro aseguró que los responsables se encuentran en territorio estadounidense.
La semana pasada Trump había afirmado que su Administración estaba evaluando “muy seriamente” un plan para atacar a las redes de narcotráfico en suelo venezolano, blandiendo una amenaza de invasión en el continente que, de concretarse, sería la primera en 35 años.
Washington mantiene desplegada una poderosa flota frente a las costas venezolanas: tiene tres buques preparados para invasiones terrestres, con helicópteros de ataque y 4.500 marineros e infantes de marina. A eso se suman tres destructores y el crucero USS Lake Erie, con 300 misiles que pueden acabar con los radares rusos y chinos en Venezuela, y una base flotante, el MV Ocean Trader. Hay un submarino nuclear, que según testigos está probando sus misiles en el mar, y diez F-35B apostados en Puerto Rico. Según el Pentágono, tienen como misión cortar las rutas del narcotráfico marítimo. Sin embargo, los propios informes de la DEA dan cuenta del nulo papel del narcotráfico en Venezuela.
Desde que comenzó la operación, Estados Unidos afirma haber destruido al menos cuatro barcazas civiles en el Caribe y asesinado a 17 personas -desarmadas según se puede ver en los videos- parangonado la desproporción de la fuerza que ostenta Netanyahu en Gaza.
Sin embargo, todavía no disparó ni una bala contra el ejército venezolano y los vuelos de migrantes deportados siguen llegando de Estados Unidos. Trump está cómodo con la performance del conflicto en el Caribe mientras despliega a su Guardia Nacional, en Estados Unidos, sobre las ciudades gobernadas por los demócratas. En una reunión, que congregó a centenares de oficiales de la cúpula de las Fuerzas Armadas, centró su participación en la represión interna, violando las propias leyes norteamericanas. Una escalada contra Venezuela es lo que aboga la oposición representada por Maria Corina Machado, una amiga de Marcos Rubio, el jefe del Departamento de Estado de Trump.
Según el Military Times, funcionarios yanquis declararon que “El Pentágono puede usar este enfoque hiperconcentrado en el hemisferio occidental para contrarrestar mejor la actividad maligna de China en América Latina”.
Dentro del gobierno de Trump la orientación no es unívoca. El lobby petrolero apoya una salida negociada que le permita seguir refinando el petróleo de la principal reserva de yacimientos convencionales del mundo. De hecho Trump le permitió hasta ahora a Chevron esquivar las sanciones, de la mano de Richard Grenell, pagándole a Venezuela con crudo. Una agresión militar contra Venezuela enfrentaría una dura oposición de parte de México, Brasil y Colombia.
Como otras medidas trumpistas contra China, las sanciones a Venezuela también tienen consecuencias contradictorias. Las exportaciones de petróleo de Venezuela alcanzaron en septiembre su punto más alto desde 2020, con un promedio de 1,09 millones de barriles por día. El repunte confirma la paulatina recuperación de la industria tras años de sanciones. Mientras China concentra el 84% de las compras, consolidando su rol como principal destino del crudo venezolano, Chevron mantiene envíos limitados hacia Estados Unidos con un volumen de 108.000 barriles diarios, menos de la mitad de lo que supo extraer.
De acuerdo a entrevistas realizadas por el New York Times, las fuerzas opositoras encabezadas por la política ultraderechista María Corina Machado están coordinando abiertamente con el gobierno de Trump los planes posteriores a un eventual golpe de Estado. El asesor de Machado, Pedro Urruchurtu, se jactó ante el Times de un plan de transición de “100 horas” que involucra a “aliados internacionales, especialmente Estados Unidos”.
En una entrevista con Machado, que el hijo de Trump hizo pública hace unos meses, pregonaron la misma perspectiva.
El enfrentamiento ocurre en medio de la crisis política y económica crónica que atraviesa Venezuela.
La vicepresidenta Delcy Rodríguez anunció que Maduro firmó un decreto de “conmoción externa”, previsto en la Constitución, que otorga poderes especiales al Poder Ejecutivo -una redundancia en el caso de Maduro- en caso de agresión extranjera. El instrumento legal, con vigencia inicial de 90 días, permite movilizar a toda la Fuerza Armada, militarizar servicios públicos e industrias estratégicas, tomar control del sector de hidrocarburos y activar a la milicia civil.
Maduro cuenta con cierto apoyo de Rusia para su pertrechamiento militar. Sin embargo, la mayoría de los venezolanos tiene dificultades para realizar una acción tan básica frente a un escenario bélico -como acaparar alimentos- debido a la carestía. El costo para el Tesoro es inconmensurable, en un país altamente dolarizado, cuya moneda (el bolívar) se desvaloriza sin pausa
Las jornadas de entrenamiento de las milicias civiles han sido televisadas. Se han ejecutado en las zonas de Petare y Coche; o en La Guaira y Guarenas, en las cercanías de Caracas. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana ha recorrido las autopistas de Caracas con su armamento más pesado. Se ha afirmado que los entrenamientos incluirán a todos los Consejos Comunales del país. Se adiestra a civiles en orden cerrado, desmontaje de armas, prácticas de tiro, ejercicios físicos y trabajo teórico (El País, 06/10).
El alistamiento de las milicias no pasa, de momento, mucho más allá de los partidos y las organizaciones sociales vinculadas con el oficialismo y el empleo público.
La disminución de la capacidad de movilización del Gobierno es muy evidente. Sobre todo cuando la preocupación de la población se centra en la continua devaluación del bolívar.
“En Venezuela no se recluta gente. Hemos hecho llamados”, explica, parco, Rubén, activista de la urbanización Las Palmas, quien no quiso dar su apellido. “Convocas a 100 personas, se registran 15. Los vamos anotando” (Idem).
El escenario de guerra como alternativa a Maduro no seduce a nadie, sobre todo después del trato inhumano que el régimen fascista de Donald Trump tuvo y tiene para con los exiliados venezolanos, muchos de los cuales fueron enviados a las cárceles de Bukele en El Salvador sin haber cometido ningún otro delito que el de ser latinos.
Ecuador, Paraguay, la Argentina y la República Dominicana se han sumado a calificar como terrorista al Cartel de los Soles, un invento de Trump. Trinidad y Tobago ofreció su territorio para combatir al tráfico de drogas de origen supuestamente venezolano. Panamá y Perú están considerando unirse a la campaña. Guyana, que ocupa Esequibo, territorio usurpado Venezuela, no solamente se comprometió a ayudar a Estados Unidos –es la zona de mayor penetración petrolera de capitales norteamericanos.
Brasil, mientras tanto, redobla los ejercicios militares en la frontera con Venezuela. Ha llevado a a cabo el mayor ejercicio militar de la historia del país, del 3 al 9 de octubre. El objetivo de la operación es mantener la “estabilidad regional”. Brasil se prepara para la coexistencia con un escenario bélico. Más peligrosa es la situación de Colombia, donde la ultraderecha se ha puesto a la ofensiva para ganar las elecciones de 2026. Las provocaciones de Trump responden al propósito de ultraderechizar el escenario continental; los bolsonaristas se preparan para las elecciones de 2027.
En la Argentina, las tropas yanquis siguen ingresando al territorio para la realización de ejercicios conjuntos, sin autorización del Congreso.
Rana Foroohar, editora del Financial Times, acaba de señalar que Trump se encuentra operando un viraje hacia la estrategia de “América para los americanos”, la doctrina Monroe que sustentó el pasaje de Estados Unidos al estadio imperialista. La provocación contra Venezuela es parte de un gran diseño estratégico contra la independencia de los Estados de América Latina.
