Tiempo de lectura: 3 minutos
Las elecciones del 26 se octubre se realizarán en el marco de un agotamiento completo del régimen político y el derrumbe de su política económica. La “ayuda” de Estados Unidos ha profundizado e internacionalizado la crisis. Ante la perspectiva de una derrota electoral, el gobierno de Milei ha pegado un viraje de última hora para replegarse sobre sí mismo y sobre la camarilla de Santiago Caputo. Se trata de uno de los últimos episodios de una crisis terminal. Las preocupaciones por el estado de esta crisis están siendo discutidas a cielo abierto en todo el país.
Quienes se han ocupado de bajarle el precio a esta elección fueron los candidatos del Frente de Izquierda – Unidad. Una crisis de régimen y el derrumbe de un gobierno no serían el terreno propicio para darle valor al regreso de uno o dos diputados al Congreso. El FIT-U ha puesto sus mejores esfuerzos dedicados a ningunear el escenario catastrófico que rodea a esta elección. En su discurso de cierre de campaña, frente a la embajada de Estados Unidos, Myriam Bregman (PTS – FIT-U) aseguró que sufrieron durante esta campaña “mucha presión, mucha extorsión” para convertir la elección en un balotaje. Bregman se ocupó de responder desde el escenario “¿Qué balotaje? ¿De qué hablan? Estamos votando la conformación de Congreso Nacional”. Bregman ha insistido en diferentes medios que “la izquierda está para incomodar”.
Gabriel Solano (PO – FIT-U) se ocupó de desarrollar el mismo concepto. En una entrevista radial (Norita Stream) Solano aseguró que “hay que animarse a votar al Frente de Izquierda porque esta elección no es un plebiscito. Tampoco es la elección presidencial. Es una elección de diputados y senadores”. En el mismo programa explicó que “en una elección parlamentaria no hay un ganador y un perdedor. Pueden ganar varios. Por ejemplo, si el Frente de Izquierda finalmente conquista dos diputados nacionales (o sea Solano, el número dos) en la Ciudad de Buenos Aires, indudablemente somos grandes ganadores”.
Llamativamente, fue la periodista del programa la que tuvo que introducir la cuestión de la crisis de régimen en que se da esta elección, preguntando a Solano qué gobernabilidad va a tener el gobierno de Milei si le va mal en las elecciones y si Estados Unidos o Provincias Unidas serán capaces de garantizarle esa gobernabilidad o, en cambio, “puede estar en un problema muy muy serio”. La respuesta de Solano fue tan elusiva, que la periodista tuvo que interrumpirlo e insistir otra vez acerca de si el gobierno tendrá gobernabilidad. Solano se limitó a responder “ojalá que no la tenga”. Oj-Alá es una invocación a Dios.
La campaña del FIT-U no sólo no estuvo a disposición de una clarificación de la crisis, sino que estuvo orientada ostensiblemente a ocultar su envergadura y sus perspectivas. Nicolás Del Caño (PTS – FIT-U) cerró su intervención en la embajada con el llamamiento “vamos con todo al 26 de octubre. Podemos ser la tercera fuerza” (25 puntos abajo del segundo).
El acto de cierre de campaña se hizo frente a la embajada de Estados Unidos con la compresión, según sus propios protagonistas, de que la característica más importante de esta elección es el carácter colonial en que ha caído la Argentina. El MST explicó que la decisión de hacer el acto en ese lugar fue para denunciar “la pérdida de soberanía nacional”. Del Caño sostuvo que "somos la única fuerza que peleará por no ser una estrella más de la bandera yanqui". Solano, con la moderación que lo caracteriza en autoelogios, señaló que hacer el acto en la embajada “fue un acierto político enorme” porque “si íbamos a la Casa Rosada no nos encontrábamos con quien manda en Argentina; nos encontrábamos con un chirolita. Argentina ha sido intervenida por el imperialismo norteamericano. Este es el dato más importante de esta elección”. El FIT-U, sin embargo, se ha empeñado desde el inicio de los tiempos en presentar cada elección nacional disociada de la situación mundial y, principalmente, de la guerra mundial en curso. La maniobra de última hora del FIT-U representa un nacionalismo electoralista, no un internacionalismo de ‘combate’.
En su acto de cierre, diferentes fuerzas del FIT-U reforzaron su campaña identitaria: género, nacionalismo, indigenismo, etc.: todo lo que colisione con la unidad internacional de la clase obrera. Myriam Bregman subrayó que, en las cabezas de listas, “sólo el FIT-U tiene mayoría de mujeres”. (Falso. Política Obrera las tiene en todas sus listas). Y agregó que “Fuerza Patria y LLA son las dos fuerzas con menos mujeres encabezando las listas”.
Para concluir, señaló que el FIT-U es “la única con posibilidades de que feministas ingresen al Congreso de la Nación”. La campaña del FIT-U fue identitaria, en la expectativa de arañar un voto más. En este ideologismo posmoderno puso a su rastra al aparato del Partido Obrero.
En otra de las entrevistas (Comunistas), atento al planteo desarrollado por Solano, el periodista preguntó al final: “Cuál sería un buen resultado en la Ciudad de Buenos Aires [para el FIT-U]? ¿Meter cuántos diputados?”. La respuesta de Solano fue que el FIT-U renueva una banca y “si pudiéramos meter dos, es un aumento del 100 %”. El periodista, atento, llegó a la conclusión de que “que entren dos significa que entres vos”. El ciento por ciento es Solano, que recoge el caudal electoral que los sondeos atribuyen a Bregman.
