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La contienda electoral legislativa del pasado domingo 26 de octubre en Argentina consolidó un indiscutible triunfo para el oficialismo de La Libertad Avanza (LLA), liderado por Javier Milei. Esta victoria, extendida a lo largo de 15 provincias y marcada por una significativa remontada en la provincia de Buenos Aires, debe ser entendida más allá del resultado inmediato, bajo la pesada y asfixiante injerencia de factores externos, particularmente el chantaje político-económico ejercido por el imperialismo norteamericano. La presencia de figuras como Donald Trump y su secretario del Tesoro, Scott Bessent, convirtió la elección en un referéndum condicionado: el voto a Milei fue presentado como la única vía de "salvataje" frente a la amenaza explícita del retiro del apoyo económico estadounidense, lo que desataría una devaluación y un caos inflacionario inminente.
Es fundamental, sin embargo, dimensionar esta victoria a la luz de un dato estructural: las elecciones legislativas de 2025 registraron la participación electoral más baja desde 1983, con solo el 67,85 % del padrón nacional. Este nivel fue significativamente mayor al de las últimas legislativas de 2021 (71 % de participación) y contrasta también con la participación en las ejecutivas de 2023.
En este contexto nacional, la provincia de Santa Fe se erigió en un punto neurálgico. La victoria de LLA en la provincia, donde el candidato Agustín Pellegrini triunfó impulsado por el sello nacional sin casi figuración pública, fue el resultado de un voto contra el armado de Fuerza Patria, que entrelazó a su derecha y a su izquierda y, simultáneamente, de un rechazo al oficialismo provincial (Pullaro y Scaglia), cuyo bloque Provincias Unidas quedó en un distante tercer lugar.
Este descontento se conecta directamente con la política de ajuste provincial. Aunque el ministro de Economía provincial, Pablo Olivares, se jacta de que Santa Fe es una de las provincias con menor nivel de deuda del país -con un stock que disminuyó del 15.4 % de los recursos en 2023 a solo el 7.4 % en 2024-, este alivio fiscal se construyó a costa de los trabajadores. Es decir, el gobierno de Pullaro y Scaglia ha logrado sanear las cuentas gracias al ajuste salarial y de derechos de los empleados públicos. La implementación de medidas como el polémico "presentismo" -impulsado por el ministro de Educación, José Goity-, que los gremios docentes denuncian como un mecanismo de ajuste y de ataque a sus derechos, reforzó la idea de que "Pullaro es Milei". Al rechazar las políticas del pullarismo, el electorado santafesino emitió un voto de castigo que, potencialmente, se dirige contra el plan de ajuste nacional en su versión provincial. Paradójicamente, la administración provincial ahora se sirve de esta baja deuda para solicitar autorización nacional para un endeudamiento externo por 1.150 millones de dólares (con organismos como la Corporación Andina de Fomento, CAF), con el objetivo de financiar obra pública y "mejorar la logística en las zonas de puertos que va a permitir ser más eficiente en la producción".
En cuanto al peronismo, la crítica elección de Caren Tepp por Fuerza Patria en Santa Fe fue el reflejo de una corriente política que genera un profundo y creciente desencanto. El escaso entusiasmo y la nula participación de las masas en la campaña peronista (y en general en la mayoría de las campañas) revelan la fuerte ausencia del peronismo como un fenómeno político vivo. La lista de Tepp postuló la consigna de "frenar a Milei, empezar lo que viene" en un contexto donde gran parte del electorado asocia su malestar con dos décadas de gobiernos kirchneristas.
Ante la falta de una alternativa, el electorado se refugió en la abstención o en LLA, a pesar de conocer sus riesgos. La razón es que el peronismo es percibido como una fuerza política anquilosada que, más allá de sus luchas intestinas de los últimos años y del intento de pintarse de progresista con Ciudad Futura, es incapaz de generar una propuesta estratégica. La deriva de Tepp -que incluyó reuniones con la burocracia de la CGT Santa Fe y la convocatoria a una actividad paralela el día de la marcha anti Milei- evidenció el carácter testimonial y desmovilizador de la propuesta, facilitando el clima que llevó a la victoria de LLA.
En contraste, la campaña del Frente de Izquierda y de Trabajadores-Unidad (FIT-U) en Santa Fe fue modesta y reflejó bien su deriva conservadora. Su lema de campaña, "un docente al Congreso", equivale a un corporativismo parlamentario.
La campaña de Política Obrera en Santa Fe logró cosechar cerca de 10.000 votos. Su estrategia se centró en los focos neurálgicos de la lucha de clases, como hospitales y centros de salud. La lista se conformó con referentes directos de las bases combativas: Marilin Gómez, enfermera profesional de Santa Fe Capital, y Natalia Jaime (miembro de la junta interna del Hospital Eva Perón, de Baigorria), quienes personificaron la lucha de la salud que, con la defensa de hospitales como el Garrahan y el Bonaparte, se elevó a causa nacional. A ellas se sumaron el docente Germán Lavini, representando la lucha contra el "Presentismo" de Goity, Pullaro y la burocracia de AMSAFE, y Christian Miguez, de la comisión interna de Acindar Villa Constitución, cuya presencia manifestó la lucha contra los despidos y suspensiones en el contexto del creciente industricidio. El programa de Política Obrera fue categórico. Central en su propuesta fue el método: la organización autoconvocada de los trabajadores y el impulso a una huelga general por las reivindicaciones apremiantes de las masas.
