La masacre de Río de Janeiro fue meticulosamente preparada

Escribe Joaquín Antúnez

Clima de guerra civil alimentada por el terrorismo de Estado bolsonarista.

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La investigación de la masacre perpetrada por las policías civil y militar de Río de Janeiro, confirma que se trató de una carnicería humana planificada. A las evidencias ya recogidas (los cuerpos hallados entre los matorrales y los signos evidentes de tortura y asesinatos sumarios), ahora se suman las de la propia Justicia.

Un expediente de más de 3.000 páginas da cuenta de una penetración profunda de los servicios de inteligencia en la organización Comando Vermelho (CV) y la exhaustiva preparación durante más de seis meses del momento indicado para una intervención en las favelas Alemao y Penha. Los 2.500 efectivos fueron equipados para una guerra. La policía avanzó en la favela con autos blindados, capaces de resistir fuego de asalto. Desde el organigrama del clan delictivo hasta los puestos de vigilancia de la pandilla, los responsables de diversas tareas y a qué jefes centrales responde cada uno, junto a una enorme cantidad de datos de una precisión envidiable, estaban en manos de los organizadores de la masacre.

En una entrevista reproducida por Clarín (02/11), el gobernador Claudio Castro afirma que el operativo fue “un éxito rotundo” y “ha marcado un hito”. El bolsonarismo ha decidido confrontar con Lula sobre la premisa que el gobierno nacional “no hace nada contra el narcoterrorismo”. Los gobernadores bolsonaristas, muchos de ellos de importantes estados como Minas Gerais y San Pablo, han lanzado un “Comité por la Paz” que se plantea como tarea central “aniquilar el narcoterrorismo” desde la periferia del Estado nacional. Visto el operativo desarrollado en Rio, el “Comité por la Paz” apunta a implantar el terrorismo de Estado. Por otra parte, los gobernadores rechazan la ley de Lula que plantea centralizar en el gobierno federal a las fuerzas estaduales. Los bolsonaristas, en su liga de gobernadores, buscan establecer un “doble poder” contra el gobierno federal y, en parte, el Parlamento.

Los cuerpos de los policías caídos han sido restituidos a sus familias. A sus cortejos fúnebres asistió el propio Gobernador. Las playas de Copacabana exhiben cruces con fotos de los cuatro policías. La identidad de los 117 civiles muertos, en cambio, todavía no ha sido reconocidas en su totalidad. Tampoco existe cortejo alguno: los cuerpos son directamente entregados a la morgue de Inhuma –el cementerio al que van todos los fallecidos del norte de la ciudad. Allí son cremados inmediatamente y las familias solo reciben alguna información sobre su lugar en los diversos compartimientos. La ausencia de placas -constatado por diversos medios- muestra que más de 30 cuerpos ya fueron depositados en ese cementerio.

Movilizaciones

En el corazón del barrio Penha, se dio cita una numerosa concentración para reclamar justicia y el cese de la violencia contra los habitantes de las favelas. La movilización fue convocada bajo la consigna de “remeras blancas”. Allí, las organizaciones sociales del barrio reclamaron por los muertos, mientras se exhibieron banderas que condenaban a Castro como “terrorista”. También, se exigía su inmediata renuncia -“Fora Castro”-. El gobernador tiene causas abiertas por “abuso de poder” ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE). El objetivo de Castro es retrasar cualquier sentencia definitiva hasta la elección de senadores de 2026.

La participación de las organizaciones ligadas al PT, como la CUT y el Partido Comunista de Brasil, estuvieron supeditadas a las actividades convocadas por las asociaciones de base de las favelas. Las familias han ocupado un lugar protagónico en estas convocatorias. La participación del CV, denunciado como incitador de estas movilizaciones, no ha sido probada con pruebas fehacientes. El PT ha frenado, dentro de sus posibilidades, toda movilización contra la ultraderecha.

Los barrios de los ricos, del capital financiero -los que se autosatisfacen con el “consumo recreativo” y lavan el dinero del narcotráfico- rinden homenaje a esta empresa fascistizante. Los barrios de los pobres, atestados, dibujan remeras con color sangre, mientras les niegan un entierro a sus familiares. Es el contraste social de la empresa montada por el bolsonarismo en Brasil, que ha hecho de la connivencia con las “milicias” los ejes de su desarrollo territorial. El gobernador Castro es un firme representante de la alianza triple B (Biblia, Buey y Bala) que domina el Congreso y numerosas gobernaciones.

Revista EDM